jueves, 21 de abril de 2011

Como cambian los tiempos

En Moscú, una discoteca solo para guapas y ricos

19/04/2011 | Iva Skoch,  Moscú (   (Rusia) | GlobalPost-noticias.lainformación.com

Un famoso experto en reconocimiento facial decide si eres lo suficientemente guapo, estiloso o rico como para entrar en la discoteca más elitista de Moscú.

FOTO: La discoteca de moda en Moscú, el Imperia Lounge.
 "No puedes entrar" "¿Porque llevo zapatillas?" "No,  es que eres …

La escarcha nocturna en las cuerdas aterciopeladas que limitan el acceso al Imperia Lounge comienza a derretirse hacia la una de la madrugada. La temperatura en la fila de gente sube cuando un brillante Maybach negro se detiene ante los porteros del local.

Las puertas del coche se abren y de él salen dos hombres calvos de mediana edad, trajeados y con zapatos de punta. En Moscú, un coche de 200.000 dólares que no se detiene a la vista de todos es un coche de 200.000 dólares malgastado.

Les acompaña una modelo de 20 años, con largas pestañas y tacones de aguja que repiquetean sobre el suelo helado. Los copos de nieve brillan sobre su minivestido sin mangas. ¿Quién necesita un abrigo estando a punto de acceder al club nocturno de moda en Rusia, ese al que sólo accede la gente más selecta?

Los porteros pasan al grupo por delante de la cola de simples mortales, algunos de los cuales llegaron hasta la esquina en taxis zhiguli de la década de 1970. En cierto modo, no están molestos en absoluto por la injusticia de que algunos se salten la cola. De hecho, observan a los tres privilegiados con total admiración.

Y es que están ahí, a tan sólo unos cuantos mocasines Prada de distancia de los actuales modelos sociales rusos: los ricos, guapos y todopoderosos.

La economía rusa puede que haya empeorado en los últimos años; el rublo se ha debilitado considerablemente y la mayor parte de sus multimillonarios han perdido más dinero que el equivalente al PIB de algunos países. Pero nada de eso importa en el Imperia Lounge.

Hablar de problemas financieros siempre ha sido considerado de mal gusto en Rusia (incluso entre la gente que no llega a fin de mes), pero entre los millonarios el colmo de la ordinariez es quejarse de asuntos de dinero o del precio de algo. Lo que importa en Rusia es la capacidad de pasárselo bien con el dinero que se tiene. Importa el día en que se vive; el mañana siempre ha sido bastante incierto.

Y el Imperia Lounge, uno de los locales de moda en Moscú y el más reciente producto del empresario nocturno Aleksey Gorobiy, es el lugar perfecto para gastar dinero. Lleva abierto desde el verano de 2010 (algo que en la Rusia pre crisis supondría estar ya desfasado), pero la inestabilidad financiera global ha afectado también a la noche. Además, ha demostrado a los rusos que el dinero se puede acabar algún día.

“Todavía hay miles de personas guapas, modernas, populares, influyentes y ricas que adoran la vida nocturna”, dice Nikita Tataev, gerente del Imperia Lounge. “Sólo tienes que organizarles fiestas”.

La clave para participar en esas fiestas, por supuesto, es lograr acceder al local. Y en Moscú eso significa superar el “feiskontrol” [“face control” o control facial], por el que los porteros deciden si un rostro está a la altura del espectacular decorado del interior.

La puerta principal del Imperia se abre y sale Pavel Pichugin, alias Pasha Face Control.

Pasha es una celebridad local, y un hombre con mucho poder. Al fin y al cabo, él decide el éxito social de la gente declarando si son aptos o no para entrar en su local y poder alternar con los ricos o los guapos, dependiendo de qué parte de la “fórmula perfecta” rusa le falte al elegido.

Hace unos años la popular canción “Pasha, déjame entrar en el club” hacía referencia a la desesperación de las mujeres consideradas no aptas para entrar en la discoteca de moda. Se dice que Pasha tiene visión de rayos-x y es capaz de detectar desde el otro lado de la calle unas uñas sin manicura, bolsos baratos, dientes estropeados o cinturones falsos de Dolce & Gabbana. Algunas chicas han llegado a cambiarse de ropa varias veces en una noche y nunca han logrado entrar. Pasha tiene una asombrosa memoria para los rostros.

Una noche cualquiera de viernes o sábado unas 1.500 personas visitan el Imperia Lounge. Pasha también se encarga de controlar la proporción entre sexos, intentando que haya un 20 por ciento más de mujeres que de hombres (aunque la proporción la mayor parte de las noches ronda en realidad el 50 - 50).
“Es bastante lógico”, dice el gerente, Tataev. “Los hombres son los que principalmente gastan dinero, y es mucho más divertido gastar dinero cuando hay muchas mujeres alrededor”.

Con su dominio del arte de la mezcla nocturna, Pasha es (lo quiera o no) el principal “celestino” entre el público más exigente de Rusia. Por esa razón, cientos de sus paisanos le adoran y miles le odian.

Pese a su temible reputación resulta casi decepcionante ver que su aspecto no es intimidatorio. De complexión media, con pelo castaño claro peinado hacia un lado y enmarcando su cara redonda, Pasha parece más bien un pijo de Connecticut que el chico malo de la noche moscovita.

“¿Estás en lista?”, pregunta, probablemente cientos de veces cada noche. Los tres del Maybach entran en el club; la mayor parte de los demás ante la puerta, no.
Por supuesto, la lista no existe.

La pregunta es una manera de Pasha para conocer al público más allá de lo que le diga su visión de rayos-x. “Hago la pregunta sólo para hablar con la gente, para ver su estado de ánimo. ¿Van a gastar dinero o a causar problemas?”, reconoce. “Incluso 10 segundos de conversación te pueden enseñar un montón”.

Pasha dice que esas pequeñas conversaciones revelan si los clientes son demasiado agresivos, si están demasiado borrachos, si hablan ruso o inglés (las normas se suelen relajar más con los angloparlantes, porque aunque nunca son tan guapos, supuestamente acostumbran a tener dinero). También le ayudan a detectar si están mintiendo o si tienen mala dentadura.

De hecho, la especialidad de Pasha son los dientes. Es dentista de profesión, y cuando termine su etapa como el gran experto en control facial de la noche rusa (que cree que será pronto) quiere abrir su propia clínica, y mejorar de paso las posibilidades de la gente para pasar esos controles de acceso.

Mientras tanto, gana 2.000 dólares por noche. Los clubes invierten gustosamente en control facial porque cada uno de los hombres que Pasha selecciona se gasta habitualmente mucho más en bebidas, si es que hay suficientes mujeres guapas para impresionar.

“Las mujeres quieren ver a hombres exitosos, ricos, atractivos. Los hombres quieren ver a chicas con aspecto de modelos”, resume.

Según sus gestores, la verdadera clave detrás del éxito del Imperia es una triple combinación de factores. Primero está el interior del local, cuyas paredes muestran vistas panorámicas de 360 grados del planeta (para ser exactos, 200 mundos diferentes creados por artistas en 3D).

Segundo: el club tiene tres espacios diferentes, para que los clientes puedan elegir el tipo de música y el ambiente que prefieran. Y tercero, pero no último, el Imperia aparentemente atrae a las mujeres más guapas de la ciudad.

Natasha, una moscovita de 25 años que espera en la barra circular principal del club y que lleva minifalda y un chaleco de piel de zorro, asegura que en el Imperia Lounge y su competidor Soho Rooms se reparte el mejor público nocturno de Moscú. Es lo suficientemente guapa como para lograr entrar en cualquiera de ellos sin demasiado drama en la puerta, pero según ella lo que le abrió definitivamente el paso social es el bolso Birkin de Hermes que se compró el año pasado.

Se lo lleva a todas partes (al trabajo, de vacaciones, a los bares), porque solo tiene ese bolso de lujo. Aunque es lo suficientemente grande como para guardar los básicos para un viaje de fin de semana (y absurdamente grande para una noche de baile), el bolso tiene sus ventajas.

El Birkin se reconoce de forma instantánea, y Natasha puede hacer que parezca que viene directamente del trabajo y no se ha esforzado demasiado en arreglarse para salir de juerga. Pero, sobre todo, y en lo que respecta a los porteros, un bolso caro equivale en una mujer lo que un Maybach o un Bentley en un hombre: dice que se toman el clubbing en serio.

Puede que Natasha se haya gastado más de 10.000 dólares en un bolso, pero una vez dentro del local no se diferencia del resto de jóvenes rusas de zonas rurales que han emigrado a Moscú en busca de una vida mejor y esperan a que un hombre las elija, las invite a un cóctel de 30 dólares y le atraigan lo suficiente como para haya algo más que una relación de una noche.

Miguel Francis, un estadounidense que frecuenta el Imperia, dice que en estos clubes “todo el mundo está siempre a la caza”, pero que hombres y mujeres buscan cosas diferentes. Mientras que las mujeres piensan que una discoteca es “un lugar para mostrarse y esperar a que alguien las invite a algo”, los hombres simplemente se preguntan “¿con quién me voy a ir a casa esta noche?”.

En este sentido, el clubbing en Moscú quizás no sea tan diferente de lo que ocurre en cualquier otra parte del mundo, dice Francis, que ha trabajado como relaciones públicas en Los Ángeles y Miami. Aún así, asegura que si se toma un club de Moscú y se traslada directamente a EEUU, el resultado no sería el mismo.

La diferencia en Moscú es la energía, el aprecio por el diseño y la belleza, la claridad en las relaciones entre sexos y un ambiente en el que se comercia descaradamente y sin complejos con la belleza y la riqueza. “La mayor parte de los estadounidenses tienen un estilo de vida de robot. Siempre tienen un plan: un trabajo de nueve a cinco, dos meses de vacaciones, hijos... y después te mueres. Los rusos viven como si hoy fuese el último día de su vida”, señala.

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