sábado, 30 de abril de 2011

Análisis político

Tercera declinación

Por Rafael Peralta Romero
El autor es periodista y escritor

Me remonta este título al tiempo –ya lejano- de cuando estudiaba latín. Declinación es un fenómeno gramatical que consiste en una serie de variaciones que asume una palabra de acuerdo a género, número y caso. En latín es fundamental y en español no deja de ser importante.

La palabra tiene más de un significado. Uno de ellos es “rechazar cortésmente una invitación”. En cuestión de semanas, al verbo “declinar” se le ha otorgado un nuevo significado, gracias a nuestros líderes políticos. Específicamente Leonel Fernández, Miguel Vargas y Margarita Cedeño.

El doctor Fernández intentó repostularse, no obstante el impedimento de la Constitución, en su artículo 124, además del rechazo de la ciudadanía a tal pretensión. Pero en su discurso del ocho de abril derrochó buena retórica para justificarlo, aunque optara por “declinar” a ese presunto derecho.

“Trece años después, con significativo respaldo de distintos sectores nacionales, con mayoría en las filas del Partido, con reales perspectivas de un nuevo triunfo electoral, sin impedimento legal insuperable, sólo con el propósito de hacer lo que consideramos correcto, de evitar posibles tensiones a la sociedad dominicana, consolidar nuestro proceso democrático y afianzar aún más la nueva Constitución, hago, por segunda vez, lo que no se había hecho en la historia dominicana: declinar, de manera voluntaria y espontánea, con actitud de desprendimiento, a una nueva repostulación presidencial”. Así habló.

El lunes 11 correspondió a Vargas convertirse en víctima propiciatoria. Después de 35 días de convención del PRD, en la que fue derrotado, sin felicitar al ganador, Hipólito Mejía, anunció que “declinaba” su legítima aspiración a ser el candidato de 2012 porque la “unidad del PRD y tranquilidad del país estará por encima de cualquier pretensión personal”.

Semanas después, día 25, subió al altar de los sacrificios la doctora Cedeño, sin aludir a los factores internos del PLD ni los rezongos de miembros destacados de esa organización, por su pre-candidatura presidencial, como tampoco sin aludir a los conflictos familiares que la misma podía ocasionarle, la esposa del Presidente optó por “declinar”.

“Consciente que sabe Dios y los que me conocen que nada de lo que hago y he hecho en mi vida ha sido por apetencias personales, y que no quisiera ser fuente de división en la organización que milito y a la que he dedicado buena parte de mi vida y mi esposo también, declino a la precandidatura presidencial del Partido de la Liberación Dominicana”.

Sobre la doctora Cedeño no pendía, como sobre su esposo, un impedimento legal. La improcedencia coyuntural de su candidatura se vincula con el aserto de que en política no es sólo lo escrito lo que cuenta. Pese a elementos señalados, es Cedeño quien ha usado con más propiedad el término “declinar”, por que ella si que ha rechazado una invitación que estaba en derecho de aceptar, aunque a costa de consecuencias desafortunadas. Vamos por la tercera declinación. Gramaticalmente son cinco. ¿Vendrán otras? Es obvio.

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