jueves, 24 de junio de 2010

¿Qué pasó con Fraderick Medina Abud?

Mil especulaciones
EL RECLUSO TUVO QUE PEDIR UNA "BOLA" A UNA GUAGUA
He aquí la historia

Testigo. Frederick Medina Abud, condenado a 20 años de prisión por el asesinato de Toribio "Piti" Montero en el sector Los Ríos, acudió al Palacio de Justicia como testigo del caso Paya.

El director General de Prisiones dispuso ayer una investigación sobre la denuncia de que el interno penitenciario Frederick Medina Abud, condenado a 20 años de prisión por el asesinato de Toribio “Piti” Montero en el sector Los Ríos, fue abandonado por su custodia en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, luego de comparecer como testigo en el caso Paya.

El doctor Manuel de Jesús Pérez Sánchez dijo que no permite ni tolera situaciones como la ocurrida a Medina Abud.

Solicitó al jefe de la Policía Nacional, mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín, el relevo inmediato de toda la dotación policial que presta servicios en la cárcel de Najayo, donde guarda prisión el imputado.

Luego de ser abandonado por su custodia en el Palacio de Justicia, el ex mayor esposado pidió una “humilde bola” a la cárcel de Najayo a un autobús que trasladaba a otros reos a la cárcel del 15 de Azua. La inusual situación fue criticada, no sólo por el peligro de fuga del condenado, sino porque se puso en peligro la seguridad del recluso.

Medina Abud acudió al Palacio de Justicia como testigo del caso Paya, cuya audiencia fue aplazada para el 14 de julio que, al finalizar, el recluso se sorprendió porque no apareció su custodia, por lo que decidió entonces pedir que lo llevaran a la prisión. El condenado se subió inicialmente a la guagua que transporta a los reclusos a la cárcel de La Victoria, pero tuvo que desmontarse y luego abordar otro que iba al recinto del 15 de Azua.

Toribio “Piti” Montero, de 34 años, fue asesinado en la puerta de su casa el 23 de marzo 2008, luego de que supuestamente la víctima le reclamara a Medina Abud que no se robara la energía eléctrica de su casa, lo que ocasionó que el condenado lo matara a tiros.

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