Por:David Montalvo
Nunca olvides que puedes acariciar a la gente con palabras.
- Francis Scott Fitzgerald
Un profesor contó el caso de Doña Maximiliana, que muy cascada por los trajines de una larga vida sin domingos, llevaba unos cuantos días internada en el hospital, y cada día pedía lo mismo:
- Por favor, doctor, ¿podría tomarme el pulso?
Una suave presión de los dedos en la muñeca, y él decía:
- Muy bien. Setenta y ocho. Perfecto.
- Sí, doctor, gracias. Ahora, por favor, ¿me toma el pulso?
Y él volvía a tomarlo, y volvía a explicarle que estaba todo bien, que mejor imposible.
Día tras día se repetía la escena. Cada vez que él pasaba por la cama de doña Maximiliana, esa voz, ese ronquido, lo llamaba y le ofrecía ese brazo, esa ramita, una vez, y otra vez, y otra.
Él obedecía, porque un buen médico debe ser paciente con sus pacientes, pero pensaba: “Esta vieja es un plomo. Le falta un tornillo”.
Años demoró en darse cuenta de que ella estaba pidiendo que alguien la tocara.
Me pregunto si realmente estamos conscientes del poder que tenemos de influir positivamente en la vida de los demás. Si de verdad conocemos la magia que surge cuando tenemos detalles o gestos de amor con el otro.
No estoy hablando de extravagancias que para muchos no están en nuestro alcance, como depositarle al vecino un cheque por 100,000 dólares o regalarle un automóvil a la futura esposa.
Me refiero a otro tipo de detalles, que cuestan muy poco o hasta son gratis, pero que hacen una gran diferencia.
Recuerdo que me contaban la anécdota de cómo una niña había perdido su muñeco del personaje “Peggy” en la habitación de un hotel de Disneyworld. Los padres trataron de hacer lo imposible por encontrar el juguete de su hija, pidiendo apoyo al gerente del hotel.
La empleada encargada de su habitación buscó por todos lados pero no encontró nada. Tuvo que hablar con el departamento de lavandería y buscar entre las sábanas, hasta que encontraron el muñeco tan deseado.
Lo más normal y común para los mortales era decir que se perdió o en un caso muy especial enviársela por correo hasta el domicilio de la niña.
Pero el detalle no quedó ahí. Personal de la empresa de Disney se dio a la tarea de fotografiar a la muñeca de su pequeña cliente en muchas de las atracciones del parque.
Le enviaron un paquete a la niña que contenía su muñeco extraviado, las fotografías y una nota que decía:
“Perdón por llegar hasta ahorita, pero a Peggy todavía le faltaba disfrutar de muchas atracciones del parque y quisimos tomarle estas fotos de recuerdo. Atentamente, Mickey Mouse”.
Vaya que si esos detalles los tuviéramos con nuestra pareja, amigo, empleado, la persona que limpia nuestro coche, el barrendero del colegio, el vigilante del fraccionamiento e inclusive los automovilistas que andan de mal humor en medio del tráfico, haríamos que los demás vivieran mejor.
Precisamente ese es el secreto de la filosofía que ha llevado a Disney a ser una de las empresas más importantes del mundo: “Crear momentos mágicos en los demás”.
Ahora te pregunto: ¿Cuántos momentos mágicos le ocasionas a alguien más durante el día?, ¿durante el mes?, ¿durante tu vida?
Tener detalles con los demás no tiene relación con que sean de tu mismo tipo de sangre, familia, religión o sexo. Aquí los límites los pones tú y mucho mejor si no los pones.
Cuando vayas caminando por la calle haz la prueba de voltear a ver a un completo desconocido y con una sonrisa Colgate dile: “Que tenga un extraordinario día”.
Estoy seguro de que la reacción, en primer lugar, será de asombro, porque no estamos acostumbrados a recibir cariño. Nos parece extraño que alguien piense en nosotros, precisamente porque somos víctimas de nuestro egoísmo; pero, en el fondo, con ese simple gesto, probablemente le hayas hecho la diferencia y le hayas aligerado la carga que tiene con su familia o el trabajo.
Si eso podemos lograr con desconocidos, por qué no irnos entrenando con nuestra propia familia o amigos. Un te quiero mucho, muchas gracias, perdón, estoy orgulloso de ti, felicidades , entre otras cosas, pueden ser el detonador para que una persona viva mejor su día.
También la creatividad influye. Estoy seguro que si ese te quiero viene acompañado del dulce favorito del destinatario o un gracias está escrito en una nota sorpresa en la maleta de tu hijo cuando sale de viaje o un felicidades llega de repente, inclusive usando la tecnología, con un mensaje de texto o correo electrónico, el cañonazo de amor llega con mayor impacto.
Atrévete a crear momentos mágicos en la vida de los demás. Los conozcas o no, busca la forma, el momento y el tiempo de tener pequeños detalles pero que harán una gran diferencia. Depende de ti…y el tiempo ya está corriendo.
David Montalvo
Conferencista Inspiracional, empresario, escritor y comunicador.
Fundador y Director de INSPIRARE
domingo, 14 de febrero de 2010
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