lunes, 16 de julio de 2012

LOS NIÑOS Y NIÑAS

Temor en las calles
SE INCREMENTA ANTE EL DESCONOCIMIENTO SOBRE CÓMO SE DEBE ACTUAR ANTE UN PELIGRO


Li Misol
li.misol@listindiario.com
Santo Domingo

El miedo que produce sentir el metal frío de un cuchillo en la garganta es difícil de describir. “Nunca había tenido tanto pánico en mi vida”, dice María del Carmen Villanueva, a quien dos individuos despojaron de su vehículo mientras abría el portón de su casa.

“Eran dos hombres en un motor. Mientras yo abría la verja de mi casa, el de atrás se desmontó y me quitó la cartera y las llaves del carro, amenazándome con el cuchillo. Me dijo que si gritaba me cortaba la cara”. Villanueva narra que no pudo siquiera gritar, simplemente quedó en shock, mirando cómo se llevaban su vehículo y sus pertenencias. Desde entonces, asegura, nunca ha vuelto a ser la misma persona.

Miedo que paraliza
Como María del Carmen, muchos dominicanos han sido víctimas de la inseguridad de las calles, de la delincuencia y la violencia. Quizás por esta razón es natural tener miedo, pero no todos los tipos de miedo son saludables. La psicóloga clínica Olga María Renville comenta que existe un miedo de defensa, ese que en un momento determinado resulta funcional y que provoca la producción de adrenalina para alertar al cuerpo de que se encuentra en una situación de peligro, de la que debe defenderse o escapar.

“Ahora bien, hay un miedo que paraliza, que limita el que la persona pueda seguir desarrollando su vida. Este miedo tiene otra trascendencia y es el que genera esta ola de violencia que nos arropa y que además nos es bombardeada de manera continua y constante por los medios de comunicación sin contemplación de horarios”, expresa.

Por qué tanto temor
Para María del Carmen Villanueva lo más difícil de su experiencia ha sido superar su temor. “No puedo salir, nadie se me puede acercar en la calle, y si veo a alguien sacar un cuchillo se me aflojan las rodillas”, comenta la empleada privada de 39 años. Enterarse de otros casos similares al suyo tampoco ayuda.

Renville comenta que el miedo también proviene de la falta de información acerca de cómo cuidarse. “El miedo que paraliza surge de la falta de control y de conocimiento ante una situación que puede atentar contra la vida”, dice.

EL MANEJO DE LOS INFANTES
La psicóloga clínica Olga María Renville comenta que los infantes son especialmente vulnerables. “Veo en consulta a niños que no quieren salir a la calle por lo que pasa, o que temen que sus padres salgan a trabajar porque saben de algún episodio que le ocurrió al papá de un amiguito”.

La experta en la conducta sugiere conversar con ellos y darles consejos de seguridad, pero sobre todo evitar que se expongan al bombardeo de noticias trágicas y violentas. Lo ideal es garantizarles un entorno de paz.

CAMBIO DE VIDA
Se socializa menos
El miedo que acarrea la delincuencia y la violencia ha cambiado los hábitos de socialización. La gente sale menos, se recoge más temprano o evita los espacios abiertos o vulnerables.

Menos ayuda al otro
Dar la espalda a quien solicite ayuda en la calle es natural. Nadie quiere exponerse al peligro.

No somos los mismos, Según Renville, la situación imperante ha hecho a los dominicanos menos alegres y espontáneos.
Medidas para paliar el miedo
Tan nocivo resulta el haber experimentado un episodio de ataque o agresión como estar en contacto continuo con informaciones trágicas y violentas, como las que transmiten los medios locales, la mayoría de las veces sin contemplación de horarios y sin censura para ciertas imágenes que afectan la sensibilidad de los espectadores.

La psicóloga y terapeuta Olga María Renville explica: “Estar en continuo contacto con información de este tipo todos los días puede causar temor al punto de que las personas no quieran salir de la casa, o decidan cambiar sus hábitos de socialización”.

Según la experta, si bien es cierto que se deben tomar medidas prudentes para proteger la integridad, la vida y los bienes familiares, muchas personas llegan a extremos, dada la sobreexposición a información sobre sucesos violentos. Esos extremos pueden tener repercusiones psíquicas.

Las consecuencias
La profesora Olivia Camacho vivió en carne propia una situación de ataque con sus respectivas consecuencias. “Iba caminando para tomar una guagua para ir a mi trabajo a las 6:00 de la tarde y me atracaron. Me quitaron la cartera a punta de pistola”, narra.

Desde el incidente, la mujer, de 45 años, enfrentó un Síndrome de Estrés Post-traumático. Renville explica que este síndrome ya no es miedo como tal. “Se trata de un conjunto de síntomas que aparecen luego de algún evento de ataque como asalto o robo, o que cerca haya ocurrido alguna situación de peligro o alguna gran tragedia”, dice la experta.

Los síntomas van desde ansiedad, llanto sin motivo y alteraciones del sueño y el apetito hasta depresión. La persona suele quedar incapacitada para desempeñar sus funciones habituales y cuando los síntomas permanecen por tres meses o más, se requiere de intervención medicamentosa y de psicoterapia para que sea capaz de reinsertarse.

¿Qué se puede hacer?
El temor que ocasiona el haber vivido una de estas horribles experiencias es normal, como también lo es el estar sobreinformado sobre ellas, nadie quisiera ser la próxima víctima.

Renville da sus recomendaciones sobre cómo manejar el miedo. “La mejor manera es informándonos sobre cómo protegernos, hacer reuniones familiares o con amigos sobre las medidas de lugar sin sobreactuar y sin ser extremistas”, indica la experta en la conducta.

Quienes tengan que llegar tarde deben hacer arreglos para llegar más temprano, o ponerse de acuerdo para ser recogidos por otros miembros de la familia o por amigos. Evitar las zonas de peligro o espacios que sean oscuros o solitarios es buena idea, así como no andar solo si es posible evitarlo.

Según Renville, cuando una familia se pone de acuerdo y cumple con las reglas, el temor disminuye y hay más tranquilidad. Aunque esto no les hace inmunes a la ocurrencia de un evento, sí ayuda a bajar los niveles de ansiedad.

Los hijos adolescentes
“Mi problema con la inseguridad de este país son mis hijos. Yo vivo ansiosa de pensar que algo les pueda pasar, no me importa lo que me pase a mí, pero que ellos anden de noche por ahí, eso sí que me resulta insoportable”. La queja es de Lizet Rodríguez, madre de tres hijos.

Renville comenta al respecto que más que limitar las libertades de los hijos adolescentes y jóvenes, hay que crear en ellos ciertos niveles de consciencia mientras van ganando independencia. “Se trata de que ellos entiendan cuáles son los horarios en los que deben salir y llegar, no es que tengan miedo andando en la calle, sino que no se expongan a peligros innecesarios, en ambientes que puedan ser peligrosos”, dice la experta.

Asegura que si se sobreprotegen los hijos en vez de ayudarlos, se les hace más vulnerables, porque no van a saber cómo defenderse en el futuro. Según Renville, los jóvenes y adolescentes deben aprender a vivir en el medio que les ha tocado y aprender a hacer su vida normal en esta sociedad.

DE QUÉ MANERA INFORMARNOS
No se trata de taparse los ojos y no ver ningún programa de noticias. Estar informado es útil, pero hay que evitar saturarse de noticias trágicas y negativas.

Es preferible elegir una hora para informarse y seleccionar uno o dos medios confiables. Las personas que escuchan todo el día la radio, ven todos los noticiarios y además buscan en Internet las mismas informaciones violentas podrían sucumbir al morbo. Que existan leyes para regular los horarios de ciertas noticias también ayudaría.

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