martes, 26 de junio de 2012

EL CEREBRO DE EINSTEIN

El cerebro de Einstein tenía más desarrollada la zona parietal inferior

¿Era Albert Einstein más inteligente que la media de los mortales? La respuesta puede estar en el trabajo de un grupo de investigadores canadienses que se publicará mañana en The Lancet y en el que se asegura que el cerebro de Einstein posee características que se podrían relacionar con su pensamiento genial matemático y espacial.

Cuando Einstein falleció en 1955 su cerebro fue extraído y conservado posteriormente hasta que se ha contado con medios para analizarlo. El equipo de la doctora Sandra Witelson, de la Universidad McMaster, en Hamilton, Ontario, ha comparado ahora las características anatómicas del cerebro del genio matemático con las de 35 hombres y 50 mujeres con una inteligencia normal. "En general, es similar a todos, excepto en la zona de la región parietal inferior. Debido al mayor desarrollo de dicha área en ambos lados del cerebro, el cerebro de Einstein es un 15 por ciento más ancho que el resto de los analizados".
Para los investigadores, esta proporción anatómica inusual puede explicar el que Einstein resolviera los problemas científicos de la forma en que lo hizo.
Además, al contrario que los demás cerebros, el de Einstein era único en el sentido de que no tiene el sulcus, el surco que recorre en parte esta área. Los investigadores especulan con que la ausencia de sulcus podía haber permitido que un mayor número de neuronas de esta zona establecieran conexiones entre ellas y trabajaran más fácilmente para, así, crear una red funcional muy extensa en la corteza. "Los resultados nos indican que las diferencias entre las personas en su capacidad cognitiva puede estar causada por diferencias en la estructura de su cerebro".

El Cerebro de Einstein

Terminó la autopsia. El genio estaba más que muerto. Y desafiando los deseos de sus familiares que querían que Einstein fuera cremado, Thomas S. Harvey removió el cerebro de su cadáver y lo guardó en un bote de vidrio transparente. Es que el cerebro de esta eminencia tenía que ser diferente, tenía que ser especial, -pensaba Harvey-. Habría que estudiarlo a fondo.

La idea del cerebro de Einstein flotando en un líquido preservador suena escalofriante.

Suena escalofriante, porque se tiene la sensación de que conocemos a este personaje que todavía vemos en la vida cotidiana a través de posters, imágenes, anuncios -sacando la lengua, con los pelos parados, en poses chuscas- como si fuera un icono pop a la altura de Marylin Monroe y Elvis Presley.

Idolatrar a personas, ideas, corrientes de pensamiento, modas, es algo intrínseco para la humanidad. Y según el caso, es fácil pensar como ídolos en: los Backstreet Boys, Paulina Rubio, Alejandro Fernández, Sigmund Freud, Adal Ramones, Beethoven, Pancho Villa, Luis Miguel, Adam Smith, John Maynard Keynes, Celine Dion, Kyle, Avril Lavigne; ¿pero en un científico?

Einstein ya fue adoptado por sociedades de diferentes generaciones como un símbolo de sabiduría, irreverencia, genialidad, -incluso moda- y traspasó fronteras entre grupos de personas a través de todos los continentes.

¿Habrá sido su pelo despeinado, su manera fachosa de vestirse, sus ideas geniales, su acento, su premio Nóbel, su personalidad?

¿Cuál es el atractivo de Albert Einstein? ¿Qué fibras toca que hasta niños lo identifican de inmediato?

En los adultos promedio sin duda forma parte del bagaje intelectual y eso que la gran mayoría no entendemos la profundidad de sus conceptos.

El caso es que Einstein tiene un carisma de esos que, productos, ideas, personas y países desearían tener.

Einstein es cool.

Por eso choca la imagen de su cerebro flotando en un bote de vidrio.

Sus frases célebres, sencillas y profundas, son ante todo familiares y se citan con frecuencia por doquier, por ejemplo: "la imaginación es más importante que el conocimiento", "Él (Dios), no juega a los dados con el universo".

Su teoría de la relatividad se va de lo más sencillo: "un hombre va a percibir al tiempo de manera diferente si tiene su mano arriba del fuego, a si conversa con una bella mujer"; hasta lo más complejo con su famosa: E es igual a M multiplicado por C al cuadrado. Sin entrarle, lo que concluye esta ecuación es que se puede liberar una cantidad impresionante de energía a partir de una pequeña cantidad de masa, concepto que pudo explicar científicamente la bomba atómica. Pero ésta fue sólo una de sus prolíficas teorías.

Su perspectiva fue siempre de algunas fuentes desconocidas dentro de él, y se refería a la intuición, a la inspiración y a la percepción. También hablaba de Dios (aunque él no creía en un Dios personal) y tenía una creencia profunda en esa entidad a pesar de su formación y rigor científico.

En su vida personal tenía fama de mujeriego controlado, de ser bromista y ocurrente, y de contar con frecuencia la historia de su profesor de primaria que le dijo que no tenía futuro. Para hablar tardó más que los niños promedio, y se dice que sus primeras palabras fueron una queja de que la leche que le sirvieron en la mesa estaba muy caliente.

Einstein es cool. Qué buena manera de promover la erudición, la educación, al descubrimiento, a la ciencia. Si algún día descubrimos vida en otros planetas y hacemos contacto con otras especies, les contaremos de Wagner, Da Vinci, Mozart, Freud, Darwin, Jung, Watts, Jesús, Miguel Angel, Renoir y otros. Y no faltará Albert Einstein.
La persona de Albert Einstein fue más grande que su vida misma. Sus ideas, el hecho de escapar de los nazis, el poder explicar la ciencia de la bomba atómica, su personalidad, sus grandes descubrimientos y teorías.

Y volviendo al cerebro de Einstein flotando.

La parte mayor de su cerebro se encuentra en la Universidad de Princeton, donde impartió cátedra en algún tiempo. Un pedazo de su cerebro está en Osaka, Japón. Muestras adicionales en una caja de un laboratorio en Berkeley, California y Harvey, el que hizo la autopsia del genio, preserva partes en su hogar en Titusville, Nueva Jersey. (fuente y datos de: US News & World Report, Junio 2003).

Gracias a la audacia de Harvey, más de 200 pedazos de cerebro fueron repartidos a prestigiosos neurólogos de todo el mundo para su estudio y nada.

El cerebro de Einstein ha sido comparado con el de personas normales, albañiles, locos, otros genios, y de todo. Por años fue imposible detectar alguna diferencia. Recientemente se han publicado algunas diferencias, pero que no han sido concluyentes.

Es que la complejidad del humano difícilmente puede explicarse en un órgano, o cuando menos eso es lo que yo quisiera pensar: que como personas somos mucho más que una materia gris que flota en la parte alta del cuerpo, resguardada dentro de un casco de hueso.

Quizá el genio de Einstein y su popularidad durante y después de su muerte tengan que ver poco con su cerebro. O quizá tenga que ver todo, como lo diría Steve Pinker (ver artículo previo La Siguiente Revolución). La verdad más contundente es que fue una persona extraordinaria.

Yo tengo una foto de Einstein sacando la lengua. Tengo un póster de él con su pelo parado retocado con colores fosforescentes. Tengo un libro autobiográfico en portugués: Como viejo o mundo. Tengo otros libros que explican sus teorías y que leo recurrentemente, y sigo sin entender. No tengo ganas de tener un pedazo de su cerebro, pero sí un pedazo -aunque sea muy pequeño- de su inspiración, de su atrevimiento, de su irreverencia, de su sensibilidad.

Tengo ganas de conocerlo algún día, si es cierto que allá arriba todos podemos encontrarnos con todos, porque el tiempo y el espacio no existen, o porque son, como diría Einstein, relativos.

 Fuente:http://galeon.com/dreamteam65/einsteincerebro.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog