El ex presidente Hipólito Mejía ha dicho
recientemente que “la RD requiere un cambio”, mientras que el candidato
presidencial del PLD, Danilo Medina, ha señalado que ‘él y Margarita son
el verdadero cambio, mientras que Hipólito constituye la reversa’.
Interesante debate que conviene promoverlo a los fines de hurgar en su
realidad.
Sin tener que embarcarnos en profundas disquisiciones filosóficas, habría que convenir en que tanto Hipólito como Danilo representarían un cambio respecto a la conducción de la cosa pública en nuestro país. Esto así porque el cambio es dialéctico, y todo gobernante marca su impronta personal en la gestión del Estado; nunca dos administraciones, aún sean del mismo incumbente, serán iguales. Como muestra está la comparación de los aciagos doce años del Dr. Balaguer, 66-78, con su última gestión del 86-96. Radicalmente diferentes, tanto del punto de vista socio-político como económico.
Ahora bien, veamos que tienen en la bola estos dos candidatos presidenciales, ya que no es a cualquier taponero que les tocará sustituir, sino a un Pedro Martínez o Juan Marichal en su tiempo, como lo es el presidente Fernández.
En lo que a Danilo Medina respecta, éste ha definido claramente en qué consistirá el cambio que promete: continuar los logros reconocidos de la administración Fernández, corregir los errores que, por comisión u omisión, pudieran haberse cometido durante esta gestión de gobierno y realizar las cosas que entiende faltan por hacer. Eso está sintetizado en su conocido slogan de campaña, pero mejor elaborado en sus excelentes intervenciones explicativas. En Danilo no hay secreto; de manera franca y sincera puso sus cartas sobre la mesa, aún a riesgo de ser políticamente mal interpretado. Danilo es una promesa; una esperanza razonada y pragmática, estructurada de manera realista. Un paso más hacia el progreso. Una marcha hacia adelante.
Como contraparte tenemos un ex presidente que durante su gestión se mostró errático y descontrolado desde el momento de toma de posesión. Fueron nueves ‘inings’ de bases por bolas y ‘deboles’.
Encarnados en un pésimo manejo macroeconómico que devino en crisis total de la economía, con galopante inflación y descontrol de la tasa de cambio, lo que provocó una total pérdida de la confianza y fuga masiva de capitales. Un exterminio masivo de la clase media. Ese genocidio económico abarcó a ricos y a pobres.
Ese es el average que presenta el candidato del PRD. Y como se ve, por sus declaraciones la condonación de las deudas del banco agrícola, se pasó el ‘spring training’ amarrando la chiva, como él acostumbra a decir, ya que no vemos ni percibimos ningún cambio en su conducta o conocimientos. La única novedad del circo es que dizque llegó ñya sabemos cómoñ y que también es papá, aunque eso ya lo sabíamos.
Por consiguiente, ¿cuál es el cambio de rumbo que podemos esperar de un candidato con tan frustratoria experiencia de estado, en un contexto internacional totalmente adverso con quiebras de economías por doquier? Pienso que Danilo tiene razón, Hipólito es un cambio, pero ‘pa’trá’ como el cangrejo. ¿Es semejante conductor lo que RD necesita en el siglo 21? Me abstengo de opinar para no ser juez y parte.
Sin tener que embarcarnos en profundas disquisiciones filosóficas, habría que convenir en que tanto Hipólito como Danilo representarían un cambio respecto a la conducción de la cosa pública en nuestro país. Esto así porque el cambio es dialéctico, y todo gobernante marca su impronta personal en la gestión del Estado; nunca dos administraciones, aún sean del mismo incumbente, serán iguales. Como muestra está la comparación de los aciagos doce años del Dr. Balaguer, 66-78, con su última gestión del 86-96. Radicalmente diferentes, tanto del punto de vista socio-político como económico.
Ahora bien, veamos que tienen en la bola estos dos candidatos presidenciales, ya que no es a cualquier taponero que les tocará sustituir, sino a un Pedro Martínez o Juan Marichal en su tiempo, como lo es el presidente Fernández.
En lo que a Danilo Medina respecta, éste ha definido claramente en qué consistirá el cambio que promete: continuar los logros reconocidos de la administración Fernández, corregir los errores que, por comisión u omisión, pudieran haberse cometido durante esta gestión de gobierno y realizar las cosas que entiende faltan por hacer. Eso está sintetizado en su conocido slogan de campaña, pero mejor elaborado en sus excelentes intervenciones explicativas. En Danilo no hay secreto; de manera franca y sincera puso sus cartas sobre la mesa, aún a riesgo de ser políticamente mal interpretado. Danilo es una promesa; una esperanza razonada y pragmática, estructurada de manera realista. Un paso más hacia el progreso. Una marcha hacia adelante.
Como contraparte tenemos un ex presidente que durante su gestión se mostró errático y descontrolado desde el momento de toma de posesión. Fueron nueves ‘inings’ de bases por bolas y ‘deboles’.
Encarnados en un pésimo manejo macroeconómico que devino en crisis total de la economía, con galopante inflación y descontrol de la tasa de cambio, lo que provocó una total pérdida de la confianza y fuga masiva de capitales. Un exterminio masivo de la clase media. Ese genocidio económico abarcó a ricos y a pobres.
Ese es el average que presenta el candidato del PRD. Y como se ve, por sus declaraciones la condonación de las deudas del banco agrícola, se pasó el ‘spring training’ amarrando la chiva, como él acostumbra a decir, ya que no vemos ni percibimos ningún cambio en su conducta o conocimientos. La única novedad del circo es que dizque llegó ñya sabemos cómoñ y que también es papá, aunque eso ya lo sabíamos.
Por consiguiente, ¿cuál es el cambio de rumbo que podemos esperar de un candidato con tan frustratoria experiencia de estado, en un contexto internacional totalmente adverso con quiebras de economías por doquier? Pienso que Danilo tiene razón, Hipólito es un cambio, pero ‘pa’trá’ como el cangrejo. ¿Es semejante conductor lo que RD necesita en el siglo 21? Me abstengo de opinar para no ser juez y parte.
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