sábado, 31 de diciembre de 2011

Caminando con Emé en la ciudad


Por Alejandro Marìa
El autor es catedratico universitario
Abogado y politico

El Prof. Juan Bosch dijo: “No basta tener ideas; hay que hacerlas realidad en lo grande y lo minúsculo”.  Esta cita la extraje de las que han sido escritas en alto relieve en cemento en la hermosa y útil plaza Juan Bosch, que parecen derretirse por la suciedad entorno.

 En la ciudad  usted se guía por  lo que aprendió en la escuela. Norte, sur este, oeste, izquierda, derecha, los   nombres de las calles.

El asunto es que a las calles les asignan nombres como a las personas, mayoritariamente de  ciudadanos distinguidos positivamente y de hechos significativos.

Sin embargo, como todas las calles se parecen entre sí, les son colocadas unas tablillas en la mayoría de los casos, en cada esquina, a fin de que cada una haga su presentación al transeunte.

Una de las diferencias entre cómo orientarse en el campo y  en la ciudad es que en el campo un árbol, cañada,  piedra, casa,  hoyo,  trillo,  camino, son referencias para   llegar a donde va.

En la ciudad la guía es el nombre de las calles. Si no lo tienen usted está perdido.
Con motivo de las vacaciones de la época navideña  invité a mi hija Emé a conocer las calles de la ciudad guiados por la biografía que de ésta hace el profesor  Carlos V. Castillo Mateo en el libro  “LAS CALLES DE SAN JUAN”.

Iniciamos en nuestra  calle, la Dr. Joaquín Balaguer, un tramo   corto para un homenaje  tan merecido, fue dividida y le pusieron en el inicio otro nombre.”Activo 20-30”. Expliqué  a mi hija Emé el por qué esa calle que tiene  inicio en el nuevo edificio de la Universidad   y en el que ocupa el INDRHI.

Siguiendo el recorrido,  la calle  Dr. Camilo Suero, excelente personaje para que una joven aprenda de su ejemplo. Visitamos su casa construida en el 1940, en la intersección de las calles Mella y 16 de Agosto; aún se mantiene en pié y en buen estado. A partir de ahí eÌ   recorrido fuè errático y tortuoso, sin orientación, en razón de que  las calles no tienen  indicación de sus nombres. En ocasiones, encontramos una sola tablilla en una calle con su nombre. Recordé a Camboy  Estévez con lo de “esta calle al final tiene su nombre…” en nuestro San  Juan  no lo tienen ni al  inicio, ni en el medio, ni al final.

Ante este proceso de adivinación, mi hija tuvo la idea de preguntar  a las            personas,  aquí el aprendizaje fuè mayor. Emé decidió preguntar  a las personas que encontramos,  el diálogo fuè como sigue:

-Emé: Muy buenos días
-Interpelado (a): Saludos,  buenos días.
Emé: Por favor, tenga la gentileza de decirme el nombre de esta calle?
Interpelada (o): Oh sí, como no, con  mucho gusto…el nombre de esta calle es….el nombre de aquella es… “. La mayoría no lo sabia, bajo porcentaje de las personas conoce el nombre de la calle donde vive.

Para Emé, 13 años de edad, octavo grado, estudiante meritoria, fue una gran sorpresa saber que don Pedro Heyaime, abuelo de un compañero de estudios, una calle  lleva su nombre, la sorpresa fue mayor aún, cuando comprobó en este recorrido, que diariamente transita por esta calle 4 veces al día, que es lateral a su colegio y está a 4 cuadras de su casa…más aún, que no tiene una sola tablilla que la identifique y es vía para el hospital, la escuela, el campo de deportes, el centro de la ciudad, el mercado y es una de las de mayor extensión…ect…ect.

Si fuimos capaces de colocar bornes en la autopista pata señalar cada kilómetro, y más, de los veinte para salir de la ciudad,  cuyo costo,  por su estructura, supone una gran inversión, no tiene explicación de que  no se  invierta en la rotulación de las calles. Eso es como guiar al visitante para llegar en donde se va a perder. 

Si invertimos ideas y recursos en una plaza como la Juan Bosch, porqué la dejamos arrabalizar, convertida en una parada de minibuses y motores del concho, en urinario y basurero  de los bares aledaños.

Es prioridad rotular las calles de la ciudad.
Preservar y cuidar las plazas, hacerlo con el amor que merece el homenajeado.
Hubiera sido preferible no hacer la plaza al Prof. Juan Bosch y no exponerlo  a testigo mudo de lo que no toleró en vida.

Si no existen fondos  para mantenimiento y cuido, sugerimos que sean obtenidos del pago de los arbitrios por la limpieza de los solares yermos.

Las cosas pequeñas son tan afrentosas como una mancha morada de un Mlm. cuadrado en un    paño nítidamente  blanco de cinco metros cuadrados, como las luces moradas del Nacimiento. Cómo convencer a los ciudadanos que el cielo de los Reyes Magos tenía estrellas moradas?

Es necesario cuidar las buenas ideas de los errores o descuidos pequeños, porque las cosas buenas convertidas en malas, son doblemente malas.
Esa es la grandeza de las cosas pequeñas…que hacen inútiles las grandes.

La ciudad necesita ser rotulada,  sus plazas y monumentos cuidados!!!!

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