jueves, 3 de noviembre de 2011

Desde Santiago Rodriguez

Un jinete sin cabeza

Por: Bienvenido Segura Diaz
El autor es abogado

No crean que me referiré al personaje de ficción que aparece en la historia de Washington Irving, donde el autor narra la forma cruel como fue decapitado un guerrero con su propia espada y que aparece periódicamente en forma de espíritu montado en un caballo negro para de manera loca y despiadada tomar venganza y sembrar el terror.

Tampoco haré un símil entre un personaje pintoresco de la política vernácula y seres mitológicos descritos en algunas leyendas latinoamericanas y de otras latitudes. Mucho menos estoy en ánimo de hacer un paralelo entre el despistado e incapaz que chistando quiere dirigir los destinos del país y el protagonista de diversas historias usadas para inducir temor y miedo en poblaciones con escaso nivel de escolaridad y precario desarrollo intelectual.

Solo me permitiré tomar al citado personaje como punto de referencia para describir la perturbadora condición de un aspirante presidencial a quien el pueblo dominicano le dio la oportunidad de dirigir los destinos de la nación y lo que hizo fue burlarse de la confianza de la gente debido a la insuperable y peligrosa ineptitud que le adorna.

También podría utilizar el término “anencefalia intelectual y/o funcional” para hacer un retrato del díscolo candidato que no controla sus emociones, condición ésta que lo convierte en un ser humano vulnerable, con tendencias a repetir errores, susceptible de tomar decisiones incorrectas y consecuentemente, muy dado a desarrollar acciones y actividades que perjudican al conglomerado social con el cual está obligado.

El referido personaje hace acopio de una personalidad conflictiva, imprudente, indiscreta, irrespetuosa, imponente, rencorosa, violenta, mentirosa, obsesiva, impetuosa, incomprensiva, irreflexiva, falsa, intolerante, compulsiva y con fijaciones patológicas generadas en su niñez, lo que lo convierten en un verdadero peligro para la paz pública, el equilibrio social y la armonía que debe primar entre dominicanos y dominicanas.

Lo más grave de todo radica en que él cree tener capacidad para gobernar la Republica Dominicana, país éste que tiene grandes retos y desafíos en el porvenir mediato e inmediato y problemas muy serios que hay que seguir afrontando con prudencia, mesura, inteligencia emocional y eficiente y efectiva gerencia política.

Lo cierto es, que al evaluar los resultados de su ineficiente desempeño como Presidente de la Republica durante el periodo 2000-2004, su incapacidad para estructurar un discurso de propuestas al electorado nacional y la forma de conducirse y comportarse ante la sociedad, no hay dudas que el pueblo dominicano está frente a “un jinete sin cabeza”.


Santiago Rodríguez, R. D.
30 de octubre del año 2011.

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