Por Rafael Pineda
El autor es escritor y diplomatico
En Montevideo (Uruguay) .— la ciudad rioplatense donde soplan los vientos mas helados del Cono Sur y sede del carnaval mas largo del mundo, en pleno invierno austral— se ha presentado esta semana, Víctor Manuel San José Sánchez con su último espectáculo: Vivir para cantar
El autor es escritor y diplomatico
En Montevideo (Uruguay) .— la ciudad rioplatense donde soplan los vientos mas helados del Cono Sur y sede del carnaval mas largo del mundo, en pleno invierno austral— se ha presentado esta semana, Víctor Manuel San José Sánchez con su último espectáculo: Vivir para cantar
Al descorrerse las cortinas del Teatro
Plaza, ubicado en primera fila, viví los mejores momentos del recital y después
el asturiano tuvo la cortesía de recibirme. Platicamos acerca de la Republica Dominicana,
de las veces que visitó este país y de su relación con Orlando Martínez, a
quien le escribió una canción incluida en el álbum Cómicos.
Ha sido un privilegio y una grata
experiencia encontrarlo cara a cara porque fue (y es) uno de los artistas que
más he admirado desde que escuché sus primeras canciones: María Coraje, Planta 14, El cobarde, Por eso estoy aquí, No me duele
decirlo, Soledad. Amé esa música, fui difusor de ella y de las ideas por un mundo mejor que, según
lo percibía, proponían sus letras.
Yo formaba parte de una generación
terca, no conformista ni sumisa, que militaba con los ideales patrióticos y se
conmovía frente a las injusticias que golpeaban al mundo.
En una ocasión, el discófilo Julín
Matos y yo aceptamos un reto lanzado por
José Fernández (otro discófilo de la época) para organizar un debate
público y demostrar, confrontando canción a canción, letra a letra, quien era
mejor entre Joan Manuel Serrat y Víctor Manuel, los dos más populares de la
nueva canción española. Pasamos un
tiempo en discusiones y el debate no se realizó. Pero estuvo en nuestros
sueños. Meses después Julín murió, José se autoexilió en NY, y yo quedé sin
tercio para la porfía. En el inolvidable encuentro «7 Días con el Pueblo»,
donde se demandaba democracia, más lucha social y retorno de los exiliados, lo
vi en el Estadio Olímpico cantando No
quiero ser militar, coreado por
miles de voces. Luego aconteció el luctuoso atentado del 17 de marzo del 1975
y regresó en 1977 para dar un concierto
en honor del gran periodista, a quien le dedicó la canción: Al compañero Orlando Martínez:
[…]Todo el pueblo llora el criminal
asesinato
Nos dejó semillas para en él
multiplicarnos
Con los dientes venceremos el llanto
Nos dejó la huella para no extraviar
los pasos
Con los puños vengaremos a Orlando
En cada criollo nace y vive Orlando
Verso a verso venceremos el llanto.
Esa canción y el gesto de volver a
Dominicana para cantarle a un mártir, hablan de un alto sentido de la amistad y
de incomparables sentimientos de solidaridad de parte de un artista
comprometido con los mejores prototipos de la época.
Ver a Víctor Manuel en persona tantos
años después, estrechar sus manos y platicar sobre cosas comunes, fue como
despertar sueños truncos. Previo al
concierto la Junta
Departamental de Montevideo, reunida en sesión
extraordinaria, lo declaró ciudadano
ilustre de la ciudad.
El recital fue uno de los más
completos y hermosos. Acompañado por dos magníficos músicos, su hijo David San
José en el piano y Ovidio López en
guitarra y voz. Con un micrófono
inalámbrico se movió en el escenario narrando, dialogando, contando episodios
destacados de su infancia y
adolescencia, desde que su madre lo llevaba a orar en una iglesia donde
predicaba un cura ateo, hasta que el gobierno franquista comenzò a perseguirlo
y a censurar sus más aplaudidas canciones.
Relató las circunstancias que
motivaron cada una de sus tonadillas. Una canción para Pilar fue escrita
pensando en su esposa, Ana Pilar Belén,
a quien describió como mujer excepcional que hace bien todo lo que toca;
después de actuar juntos en varias películas y en obras de teatro, en 1972 se
casaron.
Dijo que desde su primer álbum
titulado: VICTOR MANUEL (1969) se
iniciaron los problemas con la censura oficial, por el contenido de algunas
canciones consideradas «contestatarias».
Después editó QUIERO ABRAZARTE TANTO (1970), el disco que más lo
acercó a América Latina donde debió exiliarse, a raíz de la presentación en
México de la obra de teatro Rabos, de su
autoria, prohibida en España.
Cantó: Quiero abrazarte tanto, El
Cuèlebre, No me hablen de la patria,
España camisa blanca, Ay, amor, Nada sabe tan dulce como su boca, Asturias, Solo pienso en ti.
A cada interpretación le hizo su historia, hasta llegar a las dos canciones que
más me gustan: Luna, y Soy
un corazón tendido al sol (la que en mi opinión es su mejor pieza en letra
y música)
Aunque soy un pobre diablo
Sé dos o tres cosas nada más
Sé con quien no debo andar
También sé guardar fidelidad
Sé quienes son amigos de verdad
Sé bien donde están
Nunca piden nada y siempre dan.
Dejando atrás los recuerdos de
aquellos días, con un fraternal abrazo nos despedimos en el momento que embarcaba
los bártulos para su siguiente destino en Ecuador, donde nuevamente desamarrará
sus canciones para deleitar al exigente público quiteño. Y de allí, la vuelta a
España, a vivir para cantarlo.
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