domingo, 4 de septiembre de 2011

Desde el Oriente

Encuentro con Victor Manuel

Por Rafael Pineda
El autor es escritor y diplomatico

En Montevideo (Uruguay) .— la ciudad rioplatense donde soplan los vientos mas helados del Cono Sur y sede del carnaval mas largo del mundo, en pleno invierno austral— se ha presentado esta semana, Víctor Manuel San José Sánchez con su último espectáculo: Vivir para cantar
Al descorrerse las cortinas del Teatro Plaza, ubicado en primera fila, viví los mejores momentos del recital y después el asturiano tuvo la cortesía de recibirme. Platicamos acerca de la Republica Dominicana, de las veces que visitó este país y de su relación con Orlando Martínez, a quien le escribió una canción incluida en el álbum Cómicos. 
Ha sido un privilegio y una grata experiencia encontrarlo cara a cara porque fue (y es) uno de los artistas que más he admirado desde que escuché sus primeras canciones: María Coraje, Planta 14, El cobarde, Por eso estoy aquí, No me duele decirlo, Soledad. Amé esa música, fui difusor de ella  y de las ideas por un mundo mejor que, según lo percibía, proponían sus letras.
Yo formaba parte de una generación terca, no conformista ni sumisa, que militaba con los ideales patrióticos y se conmovía frente a las injusticias que golpeaban al mundo.
En una ocasión, el discófilo Julín Matos y yo aceptamos un reto lanzado por  José Fernández (otro discófilo de la época) para organizar un debate público y demostrar, confrontando canción a canción, letra a letra, quien era mejor entre Joan Manuel Serrat y Víctor Manuel, los dos más populares de la nueva canción española.  Pasamos un tiempo en discusiones y el debate no se realizó. Pero estuvo en nuestros sueños. Meses después Julín murió, José se autoexilió en NY, y yo quedé sin tercio para la porfía. En el inolvidable encuentro «7 Días con el Pueblo», donde se demandaba democracia, más lucha social y retorno de los exiliados, lo vi en el Estadio Olímpico cantando No quiero ser militar, coreado por miles de voces. Luego aconteció el luctuoso atentado del 17 de marzo del 1975 y  regresó en 1977 para dar un concierto en honor del gran periodista, a quien le dedicó la canción: Al compañero Orlando Martínez:
[…]Todo el pueblo llora el criminal asesinato
Nos dejó semillas para en él multiplicarnos
Con los dientes venceremos el llanto
Nos dejó la huella para no extraviar los pasos
Con los puños vengaremos a Orlando
En cada criollo nace y vive Orlando
Verso a verso venceremos el llanto.

Esa canción y el gesto de volver a Dominicana para cantarle a un mártir, hablan de un alto sentido de la amistad y de incomparables sentimientos de solidaridad de parte de un artista comprometido con los mejores prototipos de la época.
Ver a Víctor Manuel en persona tantos años después, estrechar sus manos y platicar sobre cosas comunes, fue como despertar sueños truncos.   Previo al concierto la Junta Departamental de Montevideo, reunida en sesión extraordinaria,  lo declaró ciudadano ilustre de la ciudad.
El recital fue uno de los más completos y hermosos. Acompañado por dos magníficos músicos, su hijo David San José en el piano y  Ovidio López en guitarra y voz.  Con un micrófono inalámbrico se movió en el escenario narrando, dialogando, contando episodios destacados de su  infancia y adolescencia, desde que su madre lo llevaba a orar en una iglesia donde predicaba un cura ateo, hasta que el gobierno franquista comenzò a perseguirlo y a censurar sus más aplaudidas canciones.
Relató las circunstancias que motivaron cada una de sus tonadillas.  Una canción para Pilar fue escrita pensando en su esposa, Ana Pilar Belén,  a quien describió como mujer excepcional que hace bien todo lo que toca; después de actuar juntos en varias películas y en obras de teatro, en 1972 se casaron.
Dijo que desde su primer álbum titulado: VICTOR MANUEL (1969)  se iniciaron los problemas con la censura oficial, por el contenido de algunas canciones consideradas «contestatarias».  Después editó QUIERO ABRAZARTE TANTO (1970), el disco que más lo acercó a América Latina donde debió exiliarse, a raíz de la presentación en México de la obra de teatro Rabos, de  su autoria, prohibida en España.
Cantó: Quiero abrazarte tanto, El Cuèlebre, No me hablen de la patria,  España camisa  blanca,  Ay, amor, Nada sabe tan dulce como su boca, Asturias, Solo pienso en ti. A cada interpretación le hizo su historia, hasta llegar a las dos canciones que más me gustan: Luna,  y Soy un corazón tendido al sol (la que en mi opinión es su mejor pieza en letra y música)
Aunque soy un pobre diablo
Sé dos o tres cosas nada más
Sé con quien no debo andar
También sé guardar fidelidad
Sé quienes son amigos de verdad
Sé bien donde están
Nunca piden nada y siempre dan.
Dejando atrás los recuerdos de aquellos días, con un fraternal abrazo nos despedimos en el momento que embarcaba los bártulos para su siguiente destino en Ecuador, donde nuevamente desamarrará sus canciones para deleitar al exigente público quiteño. Y de allí, la vuelta a España, a vivir para cantarlo.

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