No se trata de un cuento de Hadas, ni de maravilos novela de la Las Mil y una Noches. Es un relato real, extraído de la magia que Facebook está llevando por todo el planeta, uniendo voluntades, corazones, posibilidades y oportunidades de éxitos.
La historia comienza cuendo desde Argentina, sin complejos de ninguna índole por la acondroplasia (enanismo) que padece como enfermedad genética, Beatriz Colavita acude con frecuencia al ordenador para conectarse a la Red e iniciar la plática virtual, que suele durar hasta cuatro y cinco horas, según ella misma expresa.
Como cosa del destino, misivas flechadas por Cupido, se entrecruzan con el Chat y los mensajes cortos que emanan de ambas partes en esa maravillosa red. La contraparte dominicana de la historia tiene su origen en Barahona.
En este hermoso lugar del sur el apuesto y moreno, Roberto Ferreras, conocido por un famoso apodo, cuyo autor de esta historia no prefiere publicar, conoce a su linda y dulce amada de sudamerérica.
Su amor era tan grande que vino desde Argentina detrás del hombre que apenas había conocido por la Red Social. Sin importar color, forma, estilo o la vanidad que envuelve muchas veces al ser humano de presumir apariencias, Beatriz se enamoró de las cartas, de los versos, de los bellos mensajes, de esa persona tan noble que es Roberto Ferreras.
“Te advierto que antes de venir hasta Barahona, debes saber que no soy rubio ni tengo ojos azules”, le había advertido Roberto a Beatriz, dejando salir la chispa del complejo sureño que todos tenemos en el fondo.
Beatriz se ha unido en puro romance a su amado virtual de Facebook, ahora acariciado en carne y huesos, despertando del ensueño por el beso de su príncipe.
Planes de compromiso para este domingo, viaje de nuevo a Argentina para arreglar cosas y la idea definitiva de hacer vida en Barahona al lado de su amado Roberto. Eso es lo que ha decidido Beatriz, desde Argentina para Barahona.
barahonero.com
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