viernes, 5 de agosto de 2011

Creen que sigue viva una joven desaparecida

El Caribe

Cuando Wilma Teresa Martínez Barrientos se marchó a Suiza por primera vez tenía 19 años. Una amiga le gestionó un contrato de trabajo como bailarina, con lo que consiguió ahorrar para construir un edificio en su natal Higüey.

Además de la edificación de nueve apartamentos, su empleo le permitió adquirir una yipeta Range Rover valorada en más de un millón de pesos.

Animada por el progreso que le prometía viajar a Suiza, en aquella época Wilma dejó el bachillerato sin concluir, la casa de la abuela paterna que la crió y un bebé de seis meses.

Al momento de su desaparición, el día ocho del mes pasado, Wilma, de 27 años, vivía del dinero de la renta de sus apartamentos. Ocasionalmente vendía prendas de plata y prestaba a rédito. Su única deuda era el pago de un millón de pesos de la hipoteca que hizo a su apartamento para saldar la cuenta de la yipeta.

Su tía paterna, Bellanilda Martínez Vásquez, asegura que su sobrina, madre de un niño de ocho años y de una niña de siete meses, llevaba una vida tranquila, sin problemas con nadie. Por eso a la familia le sorprende su desaparición misteriosa. “Yo siento que ella está viva. No sé por qué tengo esa seguridad”.

Bellanilda defiende la honorabilidad de su sobrina y sin preguntarle menciona en la conversación con El Caribe que Wilma no estaba ligada al tráfico de drogas, como se ha rumorado, y que todo lo que tiene lo obtuvo con su trabajo honesto.

La vida parecía sonreírle a esta mujer fornida y de tez india que gustaba ir de fiesta con sus amigas. Vivía con su bebé en una casa que alquiló por 17 mil pesos, ubicada en Luisa Perla, un residencial de clase alta de Higüey.

Negocios. Hace poco más de un año que Wilma decidió fijar su residencia permanente en el país, a pesar de que vive en Suiza el padre de su hija, Jim DiFrisco, con quien se casó recientemente. Wilma tenía la intención de invertir en una tienda de decoración de interiores.

En la búsqueda de un socio para ese negocio se cruzó con Crismeide Guerrero, “La Gorda”, ahora la principal sospechosa de su desaparición. Por el hecho cumple tres meses de prisión preventiva en la cárcel de La Romana.

Una de las versiones que se maneja es que el viernes ocho de julio Crismeide visitó a Wilma a su residencia, de donde salieron juntas con el bebé. Desde entonces, no se supo más del paradero de Wilma. También se había dicho que Wilma había dejado a la bebé con Crismeide y se había marchado en su vehículo con dos dominicanos y un extranjero. Pero esa versión se descartó porque a Crismeide le ocuparon la yipeta Range Rover.

Le ocuparon también parte de las pertenencias de Wilma, varias prendas, enseres del hogar y sus documentos personales. Además, una factura en la que consta que la detenida realizó una compra por 28 mil pesos con la tarjeta de crédito de la desaparecida. Técnicos de la Dirección Central de Investigaciones Criminales refuerzan el equipo de Higüey.

La Policía también interrogó al esposo de la desaparecida, pero no le encontró ningún vínculo con el caso. Crismeide, la nueva amiga, tiene en la Policía antecedentes de atraco. La misma semana en que Wilma desapareció, Bellanilda conoció a Crismeide.

“Mi sobrina trajo esa amiga a mi casa. Me pareció muy raro, porque no es el tipo de persona con el que ella suele juntarse. Vi que tenía unos tatuajes y una cicatriz grande de una cortada en un brazo. No me causó buena impresión”, sostuvo en su pequeña vivienda, muy lejos de la ostentosidad en la que vivía la sobrina que suele llamarle “mami”.

Se quejan de una actitud del esposo

El coronel Ramón Familia, que dirige el departamento de Investigaciones de la Policía en Higüey, tiene a su cargo el caso. Indica que las investigaciones están muy avanzadas, pero no adelanta mayores detalles. Bellanilda, la tía, y José Martínez, el padre, criticaron la actitud que el esposo de su pariente ha mostrado ante el caso.

Dijeron que el suizo Jim DiFrisco llegó a Higüey varios días después de que se le notificó el suceso y que lo primero que hizo fue recoger los muebles, electrodomésticos y otros enseres de la casa donde Wilma residía alquilada, en el residencial Luisa Perla.

La tía se queja de que le quitó a la bebé para llevársela al padre del otro hijo de Wilma.
En tanto que José Martínez cuestiona por qué las autoridades policiales no han concluido el caso debido a que se siente seguro de que la detenida tiene la información del paradero de su hija. “Yo la visité –a Crismeide- en la cárcel y ella me dijo que mi hija está viva, pero no me dio razones”, sostuvo.

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