sábado, 21 de mayo de 2011

Exhuman cadáver de Allende para aclarar misterios sobre su muerte

 AP
¿Se suicidó realmente Salvador Allende? ¿Murió combatiendo, lo asesinaron, lo remataron?

Los interrogantes que rodean la muerte del presidente socialista chileno —figura emblemática de la izquierda latinoamericana— persisten 38 años después de su deceso.

El misterio, no obstante, podría ser resuelto tras la exhumación del cadáver el próximo lunes que pretende determinar con exactitud qué sucedió el día del golpe militar de Augusto Pinochet.

Soldados y bomberos sacan el cuerpo del presidente chileno Salvador Allende, envuelto …

La versión oficial de la dictadura, inaugurada el 11 de septiembre de 1973, afirma que Allende se suicidó con el fusil de asalto AK-47 que le regaló su amigo Fidel Castro en 1971.

Una autopsia nocturna en el Hospital Militar, un entierro rápido y casi clandestino, un testigo que afirma que lo vio suicidarse y un forense que dice que Allende recibió dos balas en la cabeza, alimentan las dudas.

Con el visto bueno de la familia de Allende, el juez Mario Carroza ordenó la exhumación y creó un equipo internacional de expertos forenses, algunos con reconocimiento mundial, que incluye a siete chilenos y cinco extranjeros para que realicen el análisis de los huesos de Allende, que yacen en un mausoleo familiar en Santiago.

Durante (1973-1990) permanecieron en una tumba casi anónima en un cementerio de Viña del Mar.

Carroza, un reconocido investigador, optó por la exhumación —rechazada por décadas por la familia de Allende, que siempre creyó la versión del suicidio— tras recibir las conclusiones de un informe del Servicio Médico Legal (SML) chileno, que estableció discrepancias y omisiones entre una autopsia ordenada por los militares el mismo día del golpe y un documento policial que describió cómo quedó el sitio donde murió el mandatario: el salón Independencia, en el segundo piso de La Moneda.

Después de hablar con los expertos del SML, la senadora Isabel Allende, hija del mandatario, aceptó finalmente que se realice la exhumación. Dijo al periódico La Tercera que el poder judicial ahora podrá establecer el contexto "de confabulación previa" y de violencia extrema que llevó al suicidio de su padre.

"Como familia tenemos la convicción de que mi padre decidió quitarse la vida al verse en el extremo de la violencia... para no dejarse humillar y demostrar que los presidentes deben permanecer en su lugar, que es La Moneda", dijo.

La senadora cree en la versión del doctor Patricio Guijón, que ha dicho ser la última persona que lo vio con vida.

"Lo que yo vi fue la levantada del cuerpo (de Allende) por el impacto de la metralleta, que era un arma de guerra, y corrí y vi que no había nada que hacer", dijo Guijón a la Associated Press.

Confundido por el humo, los disparos, las bombas lacrimógenas, y un incendio que se apoderaba del edificio, Guijón reconoció el cadáver de Allende por sus ropas y permaneció junto al cadáver entre unos 15 a 20 minutos, hasta que los militares ingresaron al salón Independencia.

"Estaba con la metralleta entre las piernas, los brazos colgados y sin cabeza prácticamente, de las cejas para arriba era irreconocible, el resto de la cara se desprende", dijo a la AP.

Guijón, uno de los siete médicos que lo acompañaron en sus últimas horas, pasó varios meses detenido y luego bajo arresto domiciliario. El mundo izquierdista, dentro y fuera de Chile, lo convirtió en un virtual paria por asegurar que el mandatario no murió luchando.

Las últimas palabras de Allende no ofrecen una indicación definitiva sobre si murió enfrentando a los militares o por su propia mano: "Yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo", dijo Allende desde La Moneda durante su último discurso, transmitido por radio Magallanes, unas tres horas antes de morir.

"Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano", añadió.

La versión de Guijón coincide con la conclusión principal de la autopsia oficial de Allende practicada por la noche en el Departamento de Otorrinolaringología del Hospital Militar, "presenciada por un reducido grupo de personalidades debidamente autorizadas por el señor Fiscal (que era militar)", según se lee en el informe original firmado por los doctores Tomás Tobar y José Luis Vásquez, este último ginecólogo.

El documento añade que la causa de la muerte es la herida de una bala, "cérvico-buco-cráneo encefálica, reciente, con salida de proyectil" y que "el disparo ha podido ser hecho por la propia mano".

La muerte de Allende puso fin al inédito modelo del gobernante, que quiso crear un modelo socialista por la vía pacífica, en momentos en que el mundo, dividido en dos bloques, vivía intensamente la Guerra Fría.

Estados Unidos y la Unión Soviética extendieron sus brazos para controlar el Tercer Mundo. Estados Unidos, que ya tenía una piedra en el zapato con Cuba, apoyó las dictaduras militares en América Latina y no permitió que el modelo de Allende prosperara.

La CIA intervino en Chile durante la administración de Richard Nixon, apoyó a las fuerzas conservadoras que trataron de impedir la elección de Allende. Al fracasar, inyectó más dinero hasta arruinar la economía y allanar el camino a un golpe de estado.

Un suicidio de Allende convenía a Estados Unidos y a la dictadura de Pinochet para mostrar que su vía pacífica era un fracaso, mientras la ultraizquierda pregonó que su derrocamiento significaba que el camino era las armas.

Buena parte de la izquierda mundial, en tanto, acusó a Estados Unidos de conspirar para arruinar el experimento de Allende.

"Jóvenes de todo el continente creyeron que era posible" el cambio pacífico a partir de ese experimento, dijo John Dinges, autor del libro sobre Pinochet "Los años del cóndor".

"Había cientos de miles, tal vez millones de militantes que querían reproducirlo (el modelo socialista). Eso fue lo que se hundió con Allende, más que ninguna otra cosa: Allende era un símbolo de la idea revolucionaria en Latinoamérica", en plena Guerra Fría.

A 38 años de su muerte, sectores izquierdistas continúan creyendo que Allende fue asesinado, luego que los militares tomaron el palacio presidencial tras obtener la rendición de las 30 ó 40 personas que quedaban en su interior, acompañando al mandatario.

"Saber si la tesis oficial es la correcta o no, y si hay indicios que permitan dudar de esa tesis oficial, hacia eso apunta la investigación", dijo a la AP el juez Carroza.

Entre los que respaldaron la tesis del asesinato estuvo el poeta chileno Pablo Neruda, premio Nobel de literatura de 1971, que en sus memorias "Confieso que he vivido", escribió: "A renglón seguido del bombardeo aéreo entraron en acción los tanques, muchos tanques, a luchar intrépidamente contra un solo hombre: el Presidente de la República de Chile, Salvador Allende, que los esperaba en su gabinete, sin más compañía que su corazón, envuelto en humo y llamas", escribió.

Otro Nobel de literatura, Gabriel García Márquez, dijo que Allende fue acribillado por los militares.

El ex fiscal estadounidense Eugene Propper, en su libro Laberinto (sobre el asesinato del ex canciller y exiliado chileno Orlando Letelier), dijo que "el capitán René Riveros era un héroe especial para algunos de sus colegas de las fuerzas armadas (chilenas) porque él fue quien mató a Allende en el asalto a La Moneda".

Agrega que su fuente fue el jefe del FBI en Argentina, Robert Scherrer.

Otra versión dice que Allende intentó suicidarse sin éxito y fue rematado por uno de sus guardias.

El cirujano Luis Ravanal, maestro en medicina forense, analizó los dos informes contradictorios de 1973 y concluyó que Allende recibió dos disparos: uno de un arma corta —que nunca se encontró— y otro de una metralleta.

El informe oficial no explica por qué ni cómo se destruyó el cráneo de Allende y que sólo hay un orificio redondeado por donde salió la mortal bala.

Ravanal, no obstante, dice que el cráneo de Allende recibió dos proyectiles provenientes de dos armas diferentes: uno que produjo un orificio pequeño y fatal y otro que destruyó el cráneo. "Si existe un orificio redondeado de salida (de la bala), éste tendría que necesariamente haber existido primero: en ese contexto habría ocurrido en primer lugar un disparo por un arma de bajo calibre, como una pistola o un revólver, y luego, en un segundo tiempo, un disparo por un fusil de guerra como el AK-47 que es el que provoca el estallido de cráneo", dijo a la AP.

Ravanal teme que en esta segunda exhumación falten algunos pedazos de hueso del cráneo porque cuando desenterraron los restos en 1990 "se sacaron y se cogieron los fragmentos más grandes...".

El juez Carroza desmintió la aseveración de Ravanal.

Allende fue exhumado por primera vez en agosto de 1990, meses después de recuperada la democracia, para que pudiera recibir un funeral oficial y ser trasladado al mausoleo familiar.

Los militares sólo permitieron a la viuda de Allende, Hortensia Bussi, asistir a su primer entierro —que fue clandestino— en Viña del Mar. Pero no le permitieron ver el cuerpo porque iba en un ataúd sellado.

Donde la ciencia forense falló, la ideología copó los vacíos, alimentando una serie de debates acerca de las lecciones de la dictadura de Pinochet. Algunas guerrillas izquierdistas dicen que la muerte de Allende demostró que el único que les quedaba era la revolución armada, propiciando violencia, secuestros y ataques con bombas que, a su vez, intensificaron la brutalidad de los regímenes militares.

La dictadura de Pinochet trató de desterrar el legado de Allende rehaciendo el Palacio de la Moneda sin el salón dónde murió y construyendo un muro en la puerta por donde los militares sacaron el cuerpo.

Hoy, esa puerta fue reconstruida y una estatua del presidente muerto —que lleva como inscripción las últimas palabras que dirigió a la nación en la alocución radial mientras el lugar ardía en llamas— fue erigida en las afueras del Palacio.

En países en donde las democracias socialistas se han vuelto la norma, esas palabras resultaron proféticas: "Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes, sabiendo, que mucho más temprano que tarde, de nuevo, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor".

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