Allí, la población en su mayoría afiliada al Seguro Familiar de Salud (Senasa) recibe servicios básicos de salud de casos simples como consultas pediátricas y de adultos, chequeos de presión arterial, chequeos prenatales, control de diabetes y vacunación y cuando el paciente requiere de una atención especializada es referido al hospital regional Jaime Mota.
Para los comunitarios, tener un servicio de salud cerca de sus hogares representa un gran avance, pero tienen quejas en el sentido de que con frecuencia acuden al centro y el médico no está; los medicamentos sobre todos los hipertensivos y diabéticos escasean o llegan incompletos; cuando quieren ir al hospital pasan trabajo para conseguir el referimiento, y hay médicos que le hablan mal.
Las fortalezas y debilidades de las Unap ubicadas en Barahona y el municipio de Enriquillo, entre otras comunidades, fueron expuestas por comunitarios durante visitas de monitoreo realizada en la zona por la Dirección de Información y Defensa del Afiliado (DIDA), encabezada por su directora Nélsida Marmolejos.
En el suroeste, que compone la Región IV de Salud, integrada por las provincias Independencia, Barahona, Pedernales y Bahoruco hay instalada 134 UNAP y otras cuatro están previstas a inaugurarse en los próximos días, que según las autoridades de la zona cubren el 93 por ciento de la población.
Marmolejos dijo que una de las ventajas que se observan en las Unap visitadas en la zona es la digitalización del sistema, con un levantamiento del perfil epidemiológico de la comunidad, pero que hay debilidades en el sistema de contrarreferencia, ya que el médico de la Unap hace la referencia al hospital, pero no recibe retorno del centro asistencial.
“Nos encontramos con las contradicciones de ver una Unap muy bonita con inversores, pero está parada por falta de batería, otras que tienen televisores pero no pueden pasar mensajes educativos por falta de un DVD, esos son problemas ancestrales latentes”, señaló la directora de la Dida.
HOSPITAL MUNICIPAL DE ENRIQUILLO
Con una capacidad de alrededor de 30 camas, este centro de segundo nivel de atención atraviesa por serias limitaciones económicas y un progresivo deterioro en su planta física.
De acuerdo al personal que labora allí, desde hace tres meses no recibe la subvención asignada, de unos 300 mil pesos mensuales, por lo que actualmente no tiene recursos ni para comprar comida a los escasos pacientes que ingresa.
Actualmente, explicaron, el hospital tiene cerrado el crédito de combustible y de los almacenes donde compra los alimentos, por lo que cuando tienen pacientes ingresados, los familiares deben llevarle la comida de su casa.
En este hospital se atienden entre 32 y 36 pacientes diarios. Cuentan con una especialista en ginecología que da servicio de lunes a miércoles. No cuenta con pediatras por lo que los niños son consultados por un médico general.
Cuenta con una sala de cirugía, pero está cerrada por falta de cirujano y anestesiólogo.
Tiene una ambulancia que se utiliza para trasladar al hospital de Barahona a pacientes con complicaciones que presentan emergencia.
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