Un adiós a Sinecio
Por: Leo Oviedo
El autor es poeta y Vice-Ministro de Cultura
Sin pretender que ésta sea una columna de obituarios; lo cierto es que murió Sinecio.
Sin pretender que esta columna esté salpicada por el llanto; lo cierto es que murió Sinecio.
Sin pretender que esta columna nos llene de rabia; lo cierto es que murió Sinecio.
Sin pretender que esta columna aloje el odio, tal si quisiéramos el peor castigo para los asesinos; lo cierto es que murió Sinecio.
Sin pretender que esta columna sea expresión de repugna ante el comportamiento indiferente e ineficaz del liderazgo local; lo cierto es que murió Sinecio.
Sin pretender que esta columna rebase millas al dolor que ahora siente Silvia, su viuda esposa; lo cierto es que San Juan y el país perdimos un hombre sano, un hombre de ciencia.
Con la muerte de Sinecio Ramírez Suazo el pensamiento dominicano sufre una baja.
Sinecio era un cultivador de utopías. Sus reflexiones siempre se dirigían mas allá de la medianía que nos atrasa. Sus sueños no eran más que la realidad vivible que durante años hemos dejado de cumplir como provincia y como país.
Este profesional de la ingeniería hidráulica recorría la ciudad, en particular la calle Independencia, promoviendo algo que nos hace falta en esta provincia de economía agraria: el diálogo, la conversación trascendente. Era él un apóstol en cada jornada. Si allí se realizaba una conferencia o un seminario, allí estaba presente con su discurso desarrollista.
No siempre estuvimos de acuerdo con uno que otro punto de vista de este profesional. Discutimos en ocasiones pareceres divergentes, no obstante, esas diferencias eran resueltas con más diálogo y más propuestas. Recuerdo la última que nos hizo: la integración al Patronato de terminación del Politécnico de San Juan.
Una noche antes de que lo atracaran, el produjo el acto de entrega a la nueva directiva de la Cámara de Comercio. Lo hizo con el entusiasmo tan propio de su persona.
En definitiva, esta ciudad pierde un hombre de letras. Un hombre de bien.
Sin pretender que ésta columna sea el último acto de admiración a este hombre de luces; lo cierto es que Sinecio ha muerto. Hechos como éste, le desgarran a uno el alma; por tanto, no me pida nadie renunciar al derecho y al deber de depositar en su tumba estas lágrimas.
martes, 9 de noviembre de 2010
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Caramba,Leo nosotros que adoramos nuestra provincia sabemos lo que nos arrancaron. 1cuanto dolor1 1cuanta impotencia1 .yo soy un chauvinista confeso por lo que hoy estoy consternado,como debe estar el pueblo que se nutrio de los invaluables conocimientos aportado por ese humilde genio sin pedir el minimo reconocimiento .escuelas ,monumentos,calles etc se bendecerian al llevar su nombre
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