Literatura

Designación de Leonel en Academia de la Lengua enfrenta intelectuales
Bruno Rosario Candelier considera intolerantes y mezquinos a quienes critican la designación.

Foto de archivo del presidente Leonel Fernández

La designación del presidente Leonel Fernández como miembro de la Academia de la Lengua, ha dividido el exiguo mundo intelectual criollo. Entre los pensadores que han desplegado sus alas críticas sobre el hecho se cuentan Andrés L. Mateo, Diógenes Céspedes y Haroldo Dilla, enfrentados a Bruno Rosario Candelier, presidente de la entidad.

Los tres primeros han expresado ácidas críticas sobre la designación, la que han etiquetado como una expresión del “lambonismo” dominicano.

La prosa de Mateo se dejó sentir casi en el mismo instante en que se conoció la noticia. “La Academia Dominicana de la Lengua acaba de seleccionar a Leonel Fernández como académico de número, lo cual agrega a la historia del lambonismo un penoso espectáculo más de humillación. La palabra y el pensamiento son territorios de la libertad individual por los que este país ha pagado un alto precio. Trujillo y Leonel como académicos de la lengua son una imposición, no un valor", escribió el novelista y también miembro de la institución.

Rosario Candelier, presidente de la academia, ve en la posición de L. Mateo y de quienes así piensan intolerancia y falta de sentido objetivo. “Leonel Fernández puede considerarse como un maestro de la comunicación y no hay que olvidar que la comunicación es una dimensión principal de la lengua”, alega el mentor del Movimiento Literario Interiorista y fundador del Ateneo Insular.

Según Rosario Candelier, el presidente de la República cumple con todos los requisitos para pertenecer a la academia, porque es un “excelente” comunicador, tiene libros escritos con “impecable” manejo del idioma y es un reconocido intelectual.

Las críticas a la decisión, arguye el profesor de lengua, vienen de personas “con un sentimiento de intolerancia y de mezquindad”.

El académico rechaza que el hecho pueda compararse con la designación de Trujillo también como miembro de número de la entidad como piensa L. Mateo. “A Trujillo nadie lo propuso y Leonel fue propuesto por tres miembros”, adujo.

“El primer maestro de la nación, el padre de la patria nueva, el primer carpintero del país, el mejor dentista, el más macho del mundo, el tíguere bimbín de la patria, el cura ardor de todas las mujeres, el indiscutible poseedor de los más largos etcéteras, pasó a ser, además, miembro de número de la Academia de la Lengua”, escribió Mateo para mostrar cómo aquel hecho en el 1955 parece reproducirse con la designación de Fernández.

Dilla, en línea crítica parecida, catalogó el nombramiento como “una vulgar muestra de abyección que el presidente debe rechazar, lo definió como una manifestación de esa tendencia casi patológica de los intelectuales a “subordinarse al poder, pero a demás a hacerlo proclamándolo como virtud”.

“El presidente de los cancerberos de la lengua castellana en esta media isla –anota Dilla- ha argumentado que el presidente es un virtuoso del idioma, tanto hablando como escribiendo. Ciertamente en comparación con la inmensa mayoría de sus opositores y camaradas, los discursos de Leonel Fernández son filípicas memorables”.

Sin embargo, el ensayista, en el artículo publicado en 7días.com.do, escribió: “(...) Considerar que el presidente dominicano es un baluarte del idioma me parece un desenfreno del pecado. En otras palabras, una vulgar lambonería”.

Estas consideraciones son rechazadas por Rosario Candelier, quien establece sin tapujos que el presidente Fernández es una persona que tiene una obra, que cuenta con condiciones intelectuales y con méritos que son irrefutables.

La propuesta del nombramiento fue hecha por Rosario Candelier, Irene Pérez Guerra y Manuel Núñez. Rosario Candelier dice que de los 20 miembros titulares 15 votaron a favor y los otros cinco no asistieron a la reunión.

Alfonso Torres/7dias.com.do