miércoles, 2 de junio de 2010

Desde Madrid

Inseguridad hasta en el Cementerio

Por: Balbina Negreira
La autora es médico de profesión

Nos estremecía al leer dicha noticia. Quizás trascendió a los medios de comunicación por tratarse de un militar de alto rango. Pero da igual, me dio mucha pena.

El confort y consuelo espiritual que proporciona “mimar la tierra” donde yace tu ser querido, es inconmensurable. Pudo haberle pagado a algún empleado del cementerio, pero no, quiso tener la satisfacción personal de hacerlo mientras recordaba los años vividos junto a su madre.

La República Dominicana, va camino a convertirse en el país más caro del mundo, si ahora también tenemos que ir con un guardaespaldas al cementerio ó en su caso los que tienen licencia de armas acudir armado. Me parece una bestialidad, un medio Oeste.

Los cementerios han sido siempre escenario de reuniones no precisamente para hablar de ética, moral y religión. Pero este hecho repudiable del pasado domingo requiere que todos y todas alcemos nuestras voces para reclamar de las autoridades civiles y militares un alto a la inseguridad y de bandolerismo en nuestro país. Me niego a creer que no se pueda con esto sin necesidad de lesionar o violar los derechos humanos de cada ciudadano(a) dominicano.

Empezando por el personal de seguridad del mencionado cementerio. ¿Dónde estaban? Son empleados que fueron seleccionados al azar, rellenaron alguna solicitud con el perfil requerido para el puesto o fue por recomendación. Se miró sus antecedentes policiales. Su nombre llegó arrugado en un papelito con la firma de un alto político ó militar y con la orden superior de: ¡póngalo ahí de mi parte!

Me refiero a que si saben hacer su trabajo, es decir, si están cualificados para la labor que se supone deben desempeñar. Debido a que estos días emblemáticos se debe reforzar, además, de la limpieza, la seguridad de los deudos que allí acuden en masas.

No sé si en la isla los cementerios son gestionados por los ayuntamientos. Habrá que revisar el protocolo de seguridad en caso que exista el mismo, y de no haberlo pues habrá que diseñarlo. No podemos seguir exponiendo a los ciudadanos(as) a ser atracados o violadas mientras visitan a recordar o limpiar la tumba de su ser querido.

Habrá que plantearse la creación de un cuerpo de policía municipal (la idea no es militarizar al país aterrorizando a los civiles), destinado a la custodia de las lápidas y de la integridad física de sus familiares que lo visitan. Así como instalar cámaras de seguridad en la entrada y áreas estratégicas del cementerio.

Estas medidas junto a una gestión eficiente y con el soporte de un personal capacitado, sin duda alguna, devolverán la confianza a la ciudadanía cuyo único deseo es saber y sentir que algo de su pariente le queda en ese pedacito de terruño.

Madrid-España.

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