Por: Heli Heiliger
La corrupción nos arropa. No se puede esconder bajo ningún subterfugio, ni siquiera con el que dice que el país se divide entre peledeistas y corruptos. Por cada centavo del Estado que se mal use o robe disminuye la calidad de vida de los dominicanos.
Cuando no se reacciona contra la corrupción, sobre todo los llamados sectores a combatirla, entonces se crea una pedagogía que la estimula como un mecanismo de ascenso social.
Preocupa esa pedagogía de la corrupción. Con ella se quiere que la aceptemos como algo natural, producto del modernismo, como un mal necesario. Y lo malo de todo es que crece a pesar de la tolerancia cero que dicen aplicar las autoridades.
Nuria Piera, en las dos últimas ediciones de su programa ha hecho denuncias de malas prácticas administrativas en la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales, que administra Radhamés Segura y nadie en el Gobierno ha dicho esta boca es mía.
Yo no dijo que Segura sea o no culpable de los hechos que se les atribuyen, pero creo que las autoridades y el partido oficial deben investigar profundamente esta denuncia.
Llama la atención que ninguno de los mecanismos para controlar la corrupción ha demostrado eficacia y, mucho menos, los hombres puestos al frente de las mismas.
De nada vale la Cámara de Cuentas, el Departamento de Prevención de la corrupción, la justicia en sentido general, las comisiones de ética en cada institución. Esos cargos son para cobrar un cheque y nada más.
A cualquier funcionario se le ocurre favorecer sus familiares con sinecuras, y no pasada nada. Acusan a varios de sustraer recursos de los fondos de pensión en la Secretaría de Hacienda, y no pasa nada.
Se construyó sin concurso el Metro de Santo Domingo que no sabe cuántos millones de pesos costó. La Ley 340-06 sobre compra y contratación de bienes y servicios es letra muerta, pero da vida a unos pocos.
La administración pública está llena de gente que no mueve y una hoja de papel si detrás de ella no tiene consignado lo suyo, de gente que han creado empresas a nombres de terceros para vender bienes y servicios al Estado y, claro, servirse con la cuchara grande.
Deja mucho que desear la pasividad de las autoridades frente a la orgía de corrupción que nos afecta hoy, pero satisface la postura de la opinión pública y la sociedad civil frente a la misma, lo que al menos sirve para denunciarla.
miércoles, 8 de julio de 2009
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Muy bueno. Todos debemos denunciarla aunque no nos hagan caso.Dias vendran cuando se tomen en cuenta y lo que escribimos sera testimonio fehaciente de lo sucedido. Felicidades.
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