domingo, 12 de septiembre de 2010

Por los caminos de la Historia

Raíces del avasallaje
(Tesoros ocultos del periódico El Cable XIII)

Por: Edgar Valenzuela
El autor es periodista, teatrista y escritor

De 1916 a 1924 República Dominicana estuvo sometida a las botas de las tropas militares de los Estados Unidos.

El motivo en esa ocasión fue el cobro de la deuda contraída por el presidente Ulises Heureaux (Lilís) con bancos y prestamistas extranjeros, que fue arrastrada y aumentada por los gobiernos sucesores. Con la protección del Gobierno Militar empresas norteamericanas se instalaron en el país, entre ellas la Barahona Company, propietaria del Ingenio Barahona.

En un abrir y cerrar de ojos la Barahona Company comenzó a expandirse, a comprar a precio de vaca muerta terrenos limítrofes con su territorio y a apoderarse de las aguas de regadío. Esto provocó agrios enfrentamientos con los pequeños propietarios dominicanos, cuyo único modo de vida era la tierra heredada de sus padres y abuelos.
El periódico sanjuanero El Cable denunció editorialmente la situación, y exhortó a los habitantes de la zona a enfrentar las voraces iniciativas de la Barahona Company dirigidas a extender sus dominios hasta la entonces Común de San Juan:

Bajo los tentáculos del pulpo

El establecimiento en el país de poderosas empresas capitalistas, a la sombra de la Ocupación, está dando frutos de muerte. En dondequiera que uno de estos gigantes del oro sienta sus reales, pequeñas industrias antes florecientes, orgullo del esfuerzo nativo, perecen entre los tentáculos devoradores del pulpo extranjero.

El país deriva muy pobres beneficios y el progreso que despiertan es más aparente que efectivo. Si algún provecho reportan es a precio tan exorbitante que más valiera no disfrutar de él. Adquieren las tierras a precios tan bajos que casi constituyen un despojo del terrateniente dominicano; gozan de todas la franquicias y facilidades que nuestras leyes acuerdan a las empresas agrícolas-industriales que se establecen en la República y pagan al bracero nacional, generalmente desdeñado por el exótico que está corrompiendo nuestras sencillas costumbres de moralidad y respeto a las leyes, un mísero salario apenas le alcanza para subvenir a las más rudimentarias necesidades de la existencia.

A estos prejuicios de índole económica que están convirtiendo muchas regiones del país, ayer regazo apacible de personas acomodadas y felices, en rebaños de hambrientos braceros, se agrega el peligro de la amenaza constante contra la soberanía, lo cual constituye un problema político trascendente.

La pérdida de la independencia comenzó para nosotros que no disponíamos de leyes preservativas, con la adquisición de nuestras tierras por el capital norteamericano deseoso de explotar las riquezas naturales del territorio nacional.

Si para algo ha servido la Intervención ha sido para crear intereses que están desalojando de la propia casa a los que la recibimos en herencia gloriosa de manos de los fundadores ilustres de la nacionalidad. Alguien ha dicho que las bayonetas estadounidenses andan a retaguardia de los Bancos. En nombre de esas todopoderosas empresas bancarias, nervio de la política general americana, se está decapitando los débiles pueblos antillanos.
Esta región del Sur confronta ahora una de esas situaciones que constituyen una iniquidad para quien la ha creado.

Las tierras y las aguas no son ya dominicanas. Juntos con las tierras y las aguas, hasta el aire y el sol pasarán a ser propiedad exclusiva de la Barahona Company. La protesta contra ese escandaloso y sensacional atentado al derecho de los nativos, no por vibrante y permanente, ha sido menos estéril. La Barahona Company se ha adueñado de las mejores tierras de la provincia de Barahona entre el indignado y angustioso clamor de los habitantes de aquella región.

La Barahona Company se incautará en breve de las aguas de los ríos más hermosos de la común de San Juan, ante la estupefacción de la conciencia pública que mira como una comarca, ahora en vías de prosperidad y engrandecimiento, irá pendiente abajo hacia el abismo. Para la provincia de Barahona están llegando momentos tan tristes de sumisión y vasallaje, de extinción de todo esfuerzo que no sea el que fatiga el brazo en el servicio odioso de aquella finca, que hasta el hielo que enfría sus refrescos y el pan que consumen sus empobrecidos hogares, deben salir de las potentes maquinarias del pulpo absorbente.

Ninguna empresa particular tiene derecho a vivir en aquellos contornos que no sea aplastada por los amos y señores de aquél feudo medieval. Esos mismos momentos de miseria y ruina desoladoras esperan a toda la región sureña afectada en sus intereses vitales por el secuestro de sus tierras y de sus aguas. Los hombres del país, en tanto, luchan por la posesión de un poder hasta ahora imaginario, con lamentable olvido del verdadero interés nacional, sin percatarse de que los fundamentos básicos de la soberanía son más precarios cada hora que pasa.

El Cable. 10 de junio de 1922. No. 69. Año II.

El uso discrecional de las aguas del Río Yaque del Sur, Mijo, San Juan y sus afluentes por parte de la Barahona Company, en perjuicio de agricultores sanjuaneros, provocó un conflicto de repercusión internacional que fue recogido en las páginas de El Cable y que recién ahora comienza a ser desempolvado por los buzos de la historia.

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