Por: Rafael Peralta Romero
La Junta Central Electoral mantiene en radio y televisión una campaña publicitaria dirigida a infundir confianza en la ciudadanía acerca de la pulcritud con que presuntamente se manejan los asuntos de esa institución.
Las entidades cuyo éxito depende, en buena medida, de la confianza colectiva, como los bancos y la Junta Central Electoral, suelen prestar especial atención a los detalles que puedan afectar su imagen y en consecuencia su credibilidad.
El anuncio al que me refiero invita a visitar la página Web de la JCE con el fin de convencer al público de la transparencia que predomina en la administración de las cuentas del tribunal electoral.
Confianza, pulcritud, transparencia es lo que se promueve. Pero resalta un dato: la voz que transmite ese mensaje ni es de hombre ni es de mujer, o quizá es heterogénea. Eso podría restar transparencia y credibilidad.
¿Se trata de un equilibrio en pro de una innovadora política de género? Eso es como usar el signo arroba con la pretensión de abarcar el masculino y el femenino de un sujeto como niño, por ejemplo, lo cual hacen incluso instituciones educativas, sin que el mensaje quede “tan claro como el agua”.
Hay que desear éxitos a la JCE en su interés de exhibir nitidez en sus asuntos, pero me luce que fuera más “total” la transparencia, si hubiera empleado una voz definida, de hombre o de mujer, no intermedia. Pero… avanzamos.
La Junta Central Electoral mantiene en radio y televisión una campaña publicitaria dirigida a infundir confianza en la ciudadanía acerca de la pulcritud con que presuntamente se manejan los asuntos de esa institución.
Las entidades cuyo éxito depende, en buena medida, de la confianza colectiva, como los bancos y la Junta Central Electoral, suelen prestar especial atención a los detalles que puedan afectar su imagen y en consecuencia su credibilidad.
El anuncio al que me refiero invita a visitar la página Web de la JCE con el fin de convencer al público de la transparencia que predomina en la administración de las cuentas del tribunal electoral.
Confianza, pulcritud, transparencia es lo que se promueve. Pero resalta un dato: la voz que transmite ese mensaje ni es de hombre ni es de mujer, o quizá es heterogénea. Eso podría restar transparencia y credibilidad.
¿Se trata de un equilibrio en pro de una innovadora política de género? Eso es como usar el signo arroba con la pretensión de abarcar el masculino y el femenino de un sujeto como niño, por ejemplo, lo cual hacen incluso instituciones educativas, sin que el mensaje quede “tan claro como el agua”.
Hay que desear éxitos a la JCE en su interés de exhibir nitidez en sus asuntos, pero me luce que fuera más “total” la transparencia, si hubiera empleado una voz definida, de hombre o de mujer, no intermedia. Pero… avanzamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario