
Para sentirnos frescos, ligeros y a gusto con nuestro cuerpo tratemos de eliminar o al menos reducir al máximo la ingesta de carnes rojas, salsas, embutidos, azúcares y alcohol y sustituyamos estos alimentos de nuestra cocina por frutas y hortalizas, principalmente las de temporada y aquellas cuyo contenido en agua sea mayor. Por ejemplo, las berenjenas, los calabacines, la remolacha, el melón y la sandia.
A continuación os proponemos un ejemplo de una dieta veraniega
Desayuno:
Zumo natural, si es de zanahoria conseguiremos un moreno intenso y duradero. Debemos huir siempre de los refrescos y zumos elaborados, que contienen un aporte excesivo de azúcares.
Leche o yogur desnatado con cereales, a poder ser integrales.
A media mañana:
Una pieza de fruta de temporada, con la cual aportaremos al organismo nutrientes y agua.
Almuerzo:
Ensalada con verduras de temporada.
Una carne o un pescado a la plancha.
Cena:Salteado de champiñones, o parrillada de verduras, macedonia de frutas.
Importante recordar que el calor deshidrata nuestro cuerpo con rapidez. Para evitarlo consumamos agua, procurando beber entre dos y dos litros y medio al día.
Y por último olvidemos las dietas milagro que nos ofrecen un cuerpo de revista sin esfuerzo y en apenas una semana. Son falsas y lo único que conseguiremos es perjudicar nuestra salud.
Os dejo una página donde podéis consultar menús alternativos para los meses de calor que se avecinan.
http://www.alimentacion-sana.com.ar/informaciones/novedades/contracalor.htm
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