Las raíces históricas de esta situación se encuentran en la ventaja comparativa para la industria azucarera dominicana que representa la disponibilidad de una amplia fuente de mano de obra barata por su efecto contenedor, sino descendente, sobre el nivel de los salarios. La industria del azúcar dominicana empezó su gran expansión después de la segunda guerra mundial y encontró una fuente cercana en la contratación de haitianos para el corte de caña durante las zafras.
La mano de obra haitiana resultaba ser barata debido a las condiciones económicas y de mercado presente y al abuso que originaba la falta de alternativas, incluso frente a condiciones de vida misérrimas.
Históricamente se ha denunciado que los trabajadores haitianos que cruzan la frontera para trabajar en los cultivos de la caña en la República Dominicana han sido víctimas de toda clase de atropellos por parte de las autoridades, desde asesinatos, malos tratos, expulsiones masivas, explotación, condiciones de vida deplorables y la falta de reconocimiento de sus derechos laborales.
Las relaciones entre Haití y la República Dominicana han estado siempre marcadas por el conflicto y la confrontación, una situación heredada de la dominación colonial, en la que los intereses metropolitanos tuvieron la Isla como escenario.
El hecho más importante que ha contribuido a marcar de este modo las relaciones, es que, los haitianos ocuparon el territorio dominicano durante 22 años, por lo que el país del Este no se independizó de una metrópolis europea, sino de Haití. Estas relaciones estuvieron marcadas en forma negativa por confrontaciones y perturbaciones políticas que distorsionaron los objetivos de paz y amistad entre los dos países vecinos.
A pesar de que a lo largo de la frontera con República Dominicana, siempre han vivido miles de haitianos, fue solo para 1919 cuando éstos comenzaron a cruzar para trabajar como braceros en las plantaciones de azúcar.
A diferencia de otros países latinoamericanos, los reclamos de límites fronterizos fueron resueltos desde el siglo diecinueve, con el tratado de 1929. Ello contribuyó a que no se produjeran conflictos armados entre los países. Sin embargo, los gobiernos dictatoriales o autoritarios que hubo en la Isla, se empeñaron en manejar las relaciones, como si ambos países estuviesen a punto de un conflicto.
Durante la dictadura de Rafael Trujillo (1930-1961), se construyó en esta parte de la isla una ideología anti-haitiana a la luz de la cual se produjeron muchos estereotipos y prejuicios, acompañados de los supuestos propósitos expansionistas de los haitianos, llegando a distorsionar el hecho de la incipiente inmigración haitiana como una estrategia de re-ocupación del territorio dominicano.
Con tales premisas, se dio rienda suelta a un rechazo en bloque de todo lo que procediera de aquel país, llegando a conformarse en la estructura mental de los dominicanos un espacio que permitía una constante manipulación por parte de la dictadura. Este rechazo se logró reproducir posteriormente a ese período histórico y aunque los últimos gobiernos dominicanos iniciaron un esfuerzo para superar esas percepciones y lograr un acercamiento con sus vecinos, todavía se puede decir que la superación de esa mentalidad es una de las tareas del siglo veintiuno.
En Haití, el dictador dominicano Trujillo llegó a tener mucha influencia, sobre la base de corromper importantes personalidades, incluyendo presidentes haitianos que obtenían beneficios de la importación de braceros para la industria azucarera dominicana. Por su parte, los intelectuales haitianos desarrollaron una actitud de distanciamiento hacia el país vecino, siendo muy pocos los que reflexionaron o publicaron algo sobre el tema.
FORO UNIVISION.COM
domingo, 12 de junio de 2011
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