EL PLD frente a Hipólito Mejía: el cuentazo del retroceso
Por Luis R. Decamps R.
lrdecampsr@hotmail.com
El autor es abogado y profesor universitario
El creciente auge de la candidatura del ex presidente Hipólito Mejía para las elecciones del año 2012, ya patente tanto en opiniones de aposento como en muestreos mediáticos y encuestas formales, parece haber sembrado el nerviosismo en las altas instancias del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Semejante estado de neurastenia política ante el fenómeno de aceptación y popularidad en que se ha convertido Mejía (reconocido no sólo por analistas y espectadores del acontecer nacional sino también por adversarios y escépticos de toda laya) aparenta estar obligando a la cúpula peledeísta a echar mano de un recurso de campaña propio de los asustadizos: la agitación de fantasmagorías del pasado.
En efecto, únicamente el desconcierto acunado en tal estado de perturbación explicaría, en bastantes sentidos, la difusión de una nueva cantinela peledeísta, como muletilla de precampaña y elemento de “análisis en perspectiva”, sobre el alegado “retroceso” que supuestamente implicaría para el país la victoria electoral en el año venidero de Mejía y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
De entrada, naturalmente, lo primero que pudiera destacar cualquier observador es la falta de originalidad del aludido eslogan, pues no es más que una copia del que usara en el mismo tenor el PRD durante el proceso electoral de 1982 (luego también aireado en la precampaña perredeísta de 1985) para impugnar la candidatura presidencial del doctor Joaquín Balaguer.
Ahora bien, aún obviando toda cuestión formal es inevitable que surja una interrogante: ¿resulta realmente sostenible, desde el punto de vista conceptual, esa nueva herramienta propagandística del PLD sobre el “retroceso”? Por desventura para sus autores, ejecutores y repetidores, es fácil demostrar la carencia de veracidad y la casi absoluta falta de consistencia de la misma a la luz de lo que representó el gobierno del ex presidente Mejía para la generalidad de los dominicanos.
Ciertamente, una comparación de la administración de Mejía con las del PLD dejaría mal paradas a estas últimas en el tema más crucial para el ciudadano común: estas últimas (1996-2000, 2004-2008), más allá de las “mega obras”, han entrañado una disminución de la calidad de vida de la gente en una época en que el Estado no ha debido encararse, como ocurrió durante la gestión del candidato perredeísta (2003-2002), con perturbaciones macroeconómicas (originadas en las acciones fraudulentas de ciertos banqueros) de extrema gravedad.
Más aún, los hechos ya no se pueden ocultar: no es únicamente que hasta los mas enconados contradictores de Mejía reconocen que su gobierno marchaba “viento en popa” hasta el estallido de la crisis financiera de 2003 sino que, además, lo que se reputa como el mayor logro de las administraciones peledeístas puede ser actualmente cuestionado: mientras el peso dominicano se devaluó brutalmente (de 19.55 en mayo de 2003 a 42.29 en agosto de 2004) por los efectos de los fraudes bancarios, ahora nuestro signo monetario ha perdido considerable valor (de 28.45 en abril de 2005 a 37.90 en mayo de 2011) a pesar de que vivimos en un período que los peledeístas califican como de “estabilidad macroeconómica”.
Paralelamente, como la dictadura mediática instalada desde 2004 por la administración del doctor Fernández se resquebrajó, otra certidumbre nodal ha sido develada: un parangón área por área entre los gobiernos de Mejía y el PLD demuestra que el del primero fue más productivo y humano (para el pueblo dominicano, claro, no para los contratistas de Estado y los beneficiarios de las nominillas y las botellas), estuvo servido por funcionarios más competentes y honestos (el tiempo ha hecho añicos los alegatos peledeístas de “ineptitud” y “corrupción”), y sobre todo puede exhibir mucho más realizaciones materiales prioritarias a lo largo del territorio nacional (escuelas, hospitales, centros deportivos, caminos vecinales, invernaderos, puentes, etcétera).
Como contrapartida, dos simples informaciones servidas por los diarios del 13 de los corrientes muestran lo que realmente han representado los gobiernos del PLD para los dominicanos: la primera da cuenta de que, según el Banco Central, la inflación anualizada en el país apenas ha alcanzado el 8.16 por ciento (es decir, nada se ha encarecido, todo sigue barato), y la segunda destaca que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esperanza de vida en casi todo el mundo aumentó en el 2009 y el 2010, pero en la República Dominicana descendió… La enseñanza es obvia: el deleznable ejercicio de mendacidad (discursos y proclamas que intentan ocultar la situación de la gente tras el manto de los guarismos y teniendo como telón de fondo a dos o tres “mega proyectos”) que ha tipificado al peledeísmo gobernante (demasiado conocido por quienes vivimos en la República Dominicana) sigue su “agitado curso”.
Por la otra parte, lo cierto, lo irrefutablemente cierto es que, contrariamente a lo que tratan de “vender” los peledeístas, no puede representar el “retroceso” para la gente la candidatura de un hombre en cuyo gobierno había dinero “en la calle” y los rubros de alimentación básica (leche, pan, arroz, habichuelas, carnes, plátanos, embutidos, aceite, etcétera, etcétera) tenían precios mucho más bajos y accesibles que los que tienen en estos momentos (es decir, cuando gobierna el PLD) mientras los funcionarios y sus corifeos se desgañitan hablándonos de “estabilidad macroeconómica”.
Es imposible que pueda representar el “retroceso” la candidatura de quien hizo una gestión en la que el gas para cocinar y los combustibles en general (el primero indispensable para poder comer, y los segundos imprescindibles para la vida económica y social) tenían precios infinitamente menores a los actuales mientras se nos habla de las virtudes de Petrocaribe, del “sacrificio fiscal” del gobierno y de la “fortaleza” de la moneda nacional.
Tampoco puede representar el “retroceso” la candidatura del estadista que encabezó un gobierno en el que los desafueros contra el erario estuvieron más prevenidos y en los hechos combatidos (hasta el punto de que fueron procesados funcionarios de todos los pelajes, esto es, ajenos y propios) que en la administración actual, y en tal magnitud que organismos independientes globales (como “Transparencia Internacional”) en los últimos cinco años tienen “fichada” a la República Dominicana como uno de los países de mayor índice de corrupción en todo el mundo (lo mismo que opina el 63 por ciento de los dominicanos según la encuesta Gallup-Hoy publicada en esta semana).
Finalmente (para detener aquí una enumeración que podría demandar muchas páginas), es improbable que pueda representar el “retroceso” la candidatura de alguien que encabezó un gobierno que tenía la delincuencia virtualmente sitiada, en oposición a lo que está ocurriendo ahora (y a lo largo de toda la gestión peledeísta actual), cuando ese mal social se ha extendido de manera tan monstruosa e incontrolable que se puede afirmar que no hay una sola familia dominicana, hoy en día, que no tenga un integrante que haya sido víctima del mismo.
En suma: ese “cuentazo” del retroceso ya nadie se lo va a “tragar” en este país.
La simple, la sencilla y la menuda verdad ya está meridianamente clara: las motivaciones del nerviosismo de la “nomenclatura” peledeísta, que ha engendrado la desesperada reedición de la manida campaña sobre el “retroceso”, se encuentran develadas en los resultados de la mencionada encuesta Gallup-Hoy, que indican que, por primera vez en los últimos 9 años (es decir, desde las elecciones de 2002), el PRD está arriba del PLD en las simpatías electorales de la ciudadanía.
Esa posición puntera de los perredeístas se refleja, específicamente, en el 48.7 por ciento de preferencias electorales que obtiene en la señalada investigación de opinión el ex presidente Mejía, situación que debe preocupar al PLD no sólo porque aquel está actualmente situado a más de 8 puntos de ventaja sobre su más cercano competidor (Danilo Medina, PLD: 40.4) sino también porque se encuentra a la cercana distancia de un 1.9 por ciento de la cifra que le garantizó la victoria en la consulta electoral del año 2000 (49.8 por ciento).
De manera, pues, que el “cuentazo” del “retroceso” sólo significa una cosa: en el PLD hay pánico ante el avance arrollador de la candidatura del ex presidente Hipólito Mejía… Todo lo otro es mera pendejada.
martes, 17 de mayo de 2011
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