martes, 17 de mayo de 2011

La ira

Por Laura Abadi
La autora es Directora de F.R.A.C.C (Entrenamiento para mejores Resultados en Capacitación Empresarial y Educacional) Flexibilidad, Resultados, Aprendizaje, Compromiso y Cambio

Hay personas que se pelean con todo el mundo y viven la vida desde la ira, la rabia o el rencor. Se enojan, gritan, insultan, golpean, destruyen y se autodestruyen. Pierden rápidamente el control frente a una situación que no pueden manejar. Por supuesto que, a veces, nos puede suceder a todos, no obstante, cuando funciona como un hábito es nocivo tanto para salud de la persona que entra en ese estado, como para su entorno.

Si tienen que hacer la cola en el banco, empiezan a decir en voz alta que es una vergüenza como los atienden, que el banco no presta servicio, que por qué no ponen mas empleados, que los tratan como animales y hasta que el gerente no los atiende no se detienen. Si están en un autobús y sube mucha gente, gritan, se enfurecen y se crispan con el chofer. Si hacen la cola en el supermercado, exigen que se abran más cajas o piden hablar con el supervisor, por supuesto, a los gritos. Si van a un restaurante se irritan porque la carne está fría, el arroz está pasado o la copa sucia. Si alguien hace una mala maniobra al conducir comienzan a insultar enfurecidos. En general los escándalos los hacen para tener poder.

Tienen miedo. Miedo a no ser reconocidos, a perder terreno, a sentirse inferiores, tal vez hasta a no ser respetados y queridos; por eso gritan, para que los escuchen, para tener un lugar, para sentirse superiores.

La ira es una emoción que se expresa con enojo, furia e irritabilidad. Cuando la ira se despierta enceguece a la persona a punto de convertirlas en fieras salvajes.

Cuando estamos iracundos aumentan los niveles de cortisol en sangre, el ritmo cardíaco, nos ruborizamos o nos ponemos blancos de furia, se nos desfigura el rostro, los ojos se tornan fijos, mostramos los dientes y sacamos el “dedito índice”. Además subimos el tono de la voz y amenazamos a quien, desde nuestro punto de vista, no está respetando un valor importante para nosotros.

La ira es lo contrario a la paz y arrasa con la posibilidad de pensar. El pensamiento es fijo y único.

Las personas que están iracundas no están en paz, creen que la vida es una batalla permanente, por eso están en guardia todo el tiempo.

Generalmente cuando reaccionan así, de manera violenta, se convierten en personas aterradoras que delatan insatisfacción, fracasos económicos, psicológicos y hasta de identidad; que quieren mostrar su independencia a través de la auto-suficiencia o del orgullo. En realidad son esclavos de sus pensamientos y son dependientes afectivamente

“Es una lástima que en algunos ambientes se valoren tanto esos modelos agresivos, que confunden la capacidad para superar obstáculos con la absurda necesidad de maltratar a los demás”.

La ira es un sentimiento que vacía tu interior y no te lo recomiendo como herramienta en los vínculos. Es generadora de climas de tensión y de nerviosismo entre los que asisten a escenas en donde tú la manifiestas.

Tal vez has tenido que luchar mucho para ser reconocido cuando eras niño, tal vez adquiriste este hábito para cuidarte de entornos difíciles.

La ira es una emoción que tiene muchísima fuerza. Utilizar ese impulso en una dirección positiva te hará salir del pensamiento fijo. Por ejemplo, si te atendieron mal, en lugar de gritar, sal a dar una vuelta manzana a ritmo acelerado. Si tu hijo te criticó duramente por teléfono, ve a la cocina y ponte a amasar; es decir canaliza esa fuerza en algo útil para ti y para los demás. Y además piensa que estás tratando con personas de carne y hueso, que tienen sentimientos.

La ira te hace ver las cosas de forma distorsionada y puede provocar que tomes decisiones sin pensar de las que luego te arrepientas. Por eso derivarla hacia otro espacio cambiará, sin duda tu percepción.

Otra forma es alejarse de lo que te haya causado ese estado mental y pensar sobre las causas que te han llevado a esa situación.

Al tomar distancia de las cosas, como si las viéramos desde un quinto piso, como dice William Uri, hará que te disocies de la sensación y que veas las cosas más pequeñas, dándoles otra dimensión y quitándole peso. El peso de la prisión, de la tristeza, del dolor, de no encontrar un espacio, de sentirte un don nadie.

“La cólera es una ráfaga de viento que apaga la lámpara de la inteligencia”.
"La ilusión de alegría es frecuentemente más valiosa que la tristeza genuina."

Piénsalo
Espero tus comentarios

Muchas gracias

Un abrazo desde mi corazón

Laura Abadi

2 comentarios:

  1. Interesante artículo. Como todos los de Laura. En verdad, la ira es un serio problema que le hace daño a quien la experimenta y a todo aquel con quien se relaciona, especialmente esposa, hijos, familiares cercanos, compañeros de trabajo, etc.Pero me gustaría saber cómo puede uno mantener la paz interior todo el tiempo.

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  2. Aunque me parece que es imposible alcanzar ese estado, pues el mundo que nos rodea tiene momentos que nos invita a comportarnos de un modo que podemos parecer tomados porla ira. Algunos ponen el ejemplo de Jesús cuando entró en el templo y lo encontró lleno de marcaderes y les volteó las mesas...estaba, en verdad muy molesto...

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