martes, 11 de enero de 2011

Homenajes, estupor y perplejidad en Estados Unidos por la masacre de Arizona

Presidente Obama pide minuto de silencio por víctima de la masacre

Washington.-El presidente estadounidense, Barack Obama, encabezó ayer un minuto de silencio por las 19 víctimas de un intento de asesinato contra una legisladora de Arizona que quedó gravemente herida, con un país consternado y con pocas certezas sobre los motivos del joven preso por el ataque.

En Arizona, fiscales presentaron ayer varios cargos de homicidio contra Jared Loughner, el solitario muchacho de 22 años acusado de haber matado a tiros a seis personas y herido a otras 13 el sábado durante un acto en la ciudad de Tucson de la congresista demócrata Gabrielle Giffords, quien recibó un balazo en la cabeza.

Autoridades médicas dijeron que la representante Giffords, de 40 años, seguía en estado crítico, un día después de informar que la mujer había dado señales de cierta conservación de las funciones mentales desde ser sometida a una cirugía de urgencia.

En una gélida mañana de invierno en Washington, un compungido Obama y su mujer, Michelle, salieron a pie de la Casa Blanca al son de una campana a las 11. Abrigados con tapados, ambos permanecieron de pie lado a lado en el Jardín Sur de la residencia, con sus cabezas gachas y los ojos cerrados.

Luego de un minuto de silencio, volvieron a perderse en el interior del edificio, primero Michelle y detrás el presidente con la mano apoyada en la espalda de su mujer.

El homenaje también fue observado en las escalinatas del Congreso y en todo el país a pedido de Obama, quien ayer llamó a la nación rezar juntos y reflexionar por los muertos y heridos.

En total, las víctimas del ataque fueron 19, las 13 heridas, entre ellas Giffords, y los seis muertos, incluyendo un juez federal, una niña de 9 años, y un asesor de la legisladora.

En la Corte Suprema, los jueces hicieron una breve pausa en señal de duelo entre dos casos que trataban. Poco antes, el presidente de la Corte, John Roberts, dijo que el ataque a tiros "causó daños devastadores a personas que, todas a su manera, contribuyen a la fortaleza de esta nación", informó la cadena de noticias CNN.

Más de 300 empleados de la Casa Blanca, desde asesores a personal de cocina y limpieza, se sumaron a Obama en el minuto de silencio.

Al otro extremo de la avenida Pensilvania, cientos de trabajadores del Congreso marcaron el solemne momento en la escalera este del Capitolio. Las cámaras ayer no sesionaron, así que la mayoría de los presentes eran empleados administrativos.

El joven detenido tras el ataque fue acusado formalmente de un cargo de tentativa de homicidio de un miembro del Congreso y cuatro cargos de homicidio de empleado del gobierno federal -dos por el juez y dos por el colaborador de Giffords-.

Se espera que en las próximas horas se le agreguen más cargos por los otros ciudadanos muertos, dijeron fuentes judiciales.

La congresista Giffords es una férrea defensora de la reforma del sistema de salud impulsada y promulgada el año pasado por Obama y una acérrima crítica de una polémica ley anti inmigración ilegal parcialmente vigente en Arizona, posturas por las que estaba en la mira de sectores conservadores radicales estadounidenses.

Aunque las primeras investigaciones apuntan a que el asesino era un joven mentalmente inestable, huraño y marginado, sin interés por la política ni afiliación partidaria, su brutal acción generó un debate sobre si la encendida retórica del actual momento político en Estados Unidos pudo haber contribuido al ataque.

Las primeras miradas acusadoras cayeron sobre Sarah Palin, la ex candidata a vicepresidenta republicana y figura estelar del movimiento ultraconervador Tea Party, quien el año pasado elaboró una lista con "cabezas con precio", entre ellas las de Giffords, por sus posturas políticas, en especial por la reforma de Salud.

Palin retiró el mismo sábado el gráfico de su página web y ofreció sus condolencias a la familia en la página.

La actividad legislativa del Congreso se suspendió esta semana por la matanza, incluyendo una votación de una ley derogatoria de la reforma de Salud, que pasó para la semana próxima.

En tanto, las autoridades buceaban en los antecedentes del joven Loughner en busca de pistas sobre sus motivaciones.

Una fuentes militar citada por la cadena CNN dijo que el acusado fue rechazado del Ejército porque no pasó un test de drogas. El informante pidió no ser identificado y no precisó positivo para qué droga había dado el joven.

Los defensores públicos de Loughner pidieron ayer que sea defendido por el abogado que representó a Timothy McVeigh, el extremista de derecha que en 1995 mató a 168 personas con un camión bomba en Oklahoma, y a Theodore Kaczynski, el matemático autor de una ola de ataques con cartas bombas desde 1987 a 1995.

En Tucson, unas diez personas se reunieron en las puertas del hospital donde está Giffords para el minuto de silencio.

El FBI dijo el domingo haber hallado en el domicilio Loughner un sobre guardado en una caja fuerte con diversas anotaciones y evidencias de que actuó solo y con premeditación, pero que arrojaron pocas luces sobre cuáles fueron sus móviles.

La policía de Tucson, donde Loughner está preso en un lugar no revelado, dijo que el joven no coopera con los interrogadores.

Relatos de amigos y ex compañeros y comentarios posteados por el propio Loughner en Internet, parecen coincidir en que el presunto asesino era una persona que evitaba el trato social y combinaba rasgos de desconfianza y paranoia, hasta el punto de sospechar conspiraciones del gobierno para "controlar la mente" de la gente.

En su perfil en la web YouTube, Loughner menciona entre sus libros favoritos a "Mi Lucha", de Adolf Hitler.

Loughner estudió entre 2005 y 2010 en un colegio universitario de Arizona, pero abandonó esa institución en octubre tras diversos altercados en el campus y ser amonestado varias veces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog