viernes, 24 de diciembre de 2010

Los peores asesinos en serie de la historia

Estos son los peores asesinos en serie de la historia. (Faltan otros, como Bush o Hitler...)

Behram
(931 asesinatos)

El líder Thug Behram (o Burham), a menudo ha sido considerado como el más prolífico asesino serial del mundo, con 931 asesinatos entre 1790 y 1830. En relación a fuentes contemporáneas, se evidencia que Behram realmente hizo declaraciones incongruentes sobre la cantidad de asesinatos que cometió, mientras declaraba que él había “estado presente” en más de 930 homicidios cometidos por su cuadrilla de 25 a 50 hombres, por otra parte admitía que personalmente estranguló alrededor de 125 personas

Gabriella Erzsébet (o Alžbeta = Isabel, Elísabeth) Báthory-Nádasdy de Ecsed (Nyírbátor; 7 de agosto de 1560 – Castillo de Čachtice, actual Trenčín, Eslovaquia, 21 de agosto de 1614),
(650 asesinatos)

Era una aristócrata eslovaca, perteneciente a una de las familias más poderosas de su país. Pasó a la Historia por una supuesta serie de crímenes vinculados con la obsesión por la belleza que le han valido el sobrenombre de “La Condesa Sangrienta”. No obstante, numerosos historiadores contemporáneos consideran que estos crímenes pudieron ser invenciones de sus enemigos en un contexto político muy complejo para buscar su perdición y muerte, tal como ocurrió.

Pedro Alonso López
(300 asesinatos)

Conocido como El Monstruo de los Andes, fue un asesino en serie colombiano que tras su captura en 1980 confesó el asesinato de más de 300 niñas y jóvenes en Ecuador, Perú y Colombia. Si bien no se pudo establecer con certeza el número de homicidios ya que buena parte de sus cuerpos no aparecieron y los actos violentos se llevaron en regiones aisladas. En su confesión reconoció a los investigadores que había asesinado por lo menos a 110 muchachas en Ecuador, 100 en Colombia, y “muchas más de 100″ en Perú. Y logró ubicar un campo en Ambato Ecuador donde se hallaron 53 cuerpos, más 4 más en otros lugares. Si bien en otros puntos señalados por él no se hallaron cuerpos.

Harold Frederick “Fred” Shipman (14 de enero de 1946 – 13 de enero de 2004)
(215 asesinatos)

Fue un médico británico, acusado de matar a 215 de sus pacientes, lo que se corroboró solo con 15 de ellos. En el año 2000, Shipman fue condenado a 15 Cadenas perpetuas consecutivas por los asesinatos de 15 de sus pacientes.
Luego de se juicio, la policía siguió investigando los archivos del doctor Shipman o como lo apodaron luego, del doctor “Muerte”, ya que se estimaba que Shipman había matado muchas veces más; el 80% de sus victimas eran mujeres. También las edades de las víctimas eran un cuestionamiento para la policía, ya que la persona más joven que Shipman había matado era Peter Lewis de 41 años de edad. Finalmente, las investigaciones terminaron con un posible saldo de 250 víctimas.

Muchas de las legislaciones británicas sobre cuidado médico y a la medicina fueron repasadas y modificadas notablemente como resultado directo e indirecto de los estos crímenes.

Henry Lee Lucas
(200 asesinatos)

Henry era el prototipo de psicópata sádico con un historial realmente sangriento, ya que desde su niñez creció en un entorno familiar totalmente desestructurado, lleno de abusos, crueldad y humillación. Su padre se suicidó después de un sin fin de humillaciones por parte de su esposa, que a la postre sería una de las primeras víctimas de Henry.

Siendo un niño no deseado, era golpeado frecuentemente por su madre, y sometido a maltrato psicológico: continuamente le vestía como a una niña, forzándole a ver cómo ejercía su trabajo de prostituta. La madre también golpeaba al padre, alcohólico, a quien faltaban las piernas, utilizando un carrito para desplazarse. Desnutrido, y sin educación, nunca desarrolló una habilidad que pudiera dar algún significado o valor a su vida. Sus primeras experiencias sexuales, aproximadamente a los 13 años, fueron con animales: violaba ovejas y perros, y desde el primer momento relacionó el sexo con la muerte (al eyacular rajaba el cuello al animal).

Gilles de Montmorency-Laval, baron de Rais, llamado Gilles de Rais (o Gilles de Retz) (10 de septiembre de 1404 – 26 de octubre de 1440)
(200 asesinatos)

Fue un noble francés del siglo XV que luchó en los años finales de la Guerra de los Cien Años junto a Juana de Arco, a la que siguió y en la que creyó siempre. En esta guerra logró convertirse en mariscal de Francia y amasó una gran fortuna. La buena fama que tuvo en su época de grandioso combatiente contra los ingleses se vio truncada por las atrocidades que cometió cuando se retiró de sus labores militares, después de la muerte de Juana y la caída en desgracia del hombre que lo llevó a la cumbre, George de La Tremoille. Es posible que las acciones escabrosas que realizó tengan que ver con una mentalidad psicópata originada en su infancia.

Asesinó a centenares de niños junto a una corte macabra, que le hacía compañía en su castillo, formada por brujos, alquimistas, videntes, adoradores del diablo, etc. Ha sido considerado uno de los aristócratas asesinos (segunda fortuna de Francia) que utilizaban su poder para cometer fechorías, como en el caso de Erzsébet Báthory. Fue un hombre que actuó siempre por impulsos, que cometió numerosos crímenes que contrastaban con una exacerbada fe y creencia en la religión cristiana, siguiendo la frase de San Agustín “Felix culpa!” (“Dichosa culpa”), y su anhelado deseo del perdón de Dios. Georges Bataille lo calificó de “niño con poder” o de poseer una “monstruosidad esencialmente infantil” y un carácter “arcaico”.

En los juicios que se le practicaron expresó que actuaba según la naturaleza impuesta por los astros y que no la podía controlar. Según estudios psicológicos pudo sufrir una gravísima esquizofrenia.

La truculenta historia de su vida inspiró unos de los cuentos más famosos de Charles Perrault, titulado Barba Azul, que cuenta los asesinatos de un noble contra sus diferentes esposas.

Hu Wanlin
(196 asesinatos)

Este ex convicto chino que se autoproclamó médico y curandero fue arrestado, en enero de 1999, bajo sospechas de haber causado la muerte de 146 personas. Nunca se aclaró cómo causó tantos decesos.


Luis Alfredo Garavito
(189 asesinatos)

El asesino, conocido como “La bestia”, está acusado de violar y dar muerte a 172 niños de entre nueve y 13 años en al menos 11 departamentos de Colombia entre 1992 y 1999, crímenes por los cuales suma condenas por mil 853 años y nueve días. Garavito fue detenido el 22 de abril de 1999 en la ciudad de Villavicencio, en el suroriente de Colombia, cuando intentaba abusar de un niño. De acuerdo con las investigaciones judiciales, el criminal se hacía pasar por vendedor ambulante, monje, indigente, discapacitado o representante de fundaciones ficticias en favor de niños y ancianos para lograr su objetivo. De los 172 casos por violación y asesinato que se encuentran en la justicia, 138 tienen fallo condenatorio, 32 están en instrucción, uno en apelación y uno está para sentencia.


Herman Webster Mudgett (17 de mayo de 1861 – 7 de mayo de 1896)
(150 asesinatos)

Herman Webster Mudgett, también conocido como “El Dr. Holmes”, fue un asesino en serie estadounidense que confesó hasta 27 asesinatos y seis intentos de asesinato. Nació en Gilmanton (Estados Unidos) en una honrada y muy puritana familia de New Hampshire. Muy pronto manifestó hacia las mujeres, sobre todo hacia las mujeres con fortuna, un interés poco corriente que lo enmarcaría como un Don Juan del crimen.

A los dieciocho años se casó con una rica joven llamada Clara Louering, para pagar sus estudios de medicina, la arruinó y después, una vez obtenidos con lustre sus diplomas en la Universidad de Michigan, la abandonó para irse a vivir con una guapa viuda, que se complació en subvenir a sus necesidades gracias a las rentas de su respetable casa de huéspedes. Siendo ya médico, dejó sin pena a aquella segunda conquista, ejerció durante un año en el estado de Nueva York y fue después a establecerse en Chicago.

Alto, guapo, con aire distinguido, siempre elegantemente vestido, Mudgett tenía innumerables éxitos amorosos. Al llegar a su nueva ciudad no tardó en seducir a una joven encantadora (y casualmente millonaria) llamada Myrta Belknap. Para vencer las reticencias que la virtuosa señorita le oponía, tomó el nombre de Holmes, se casó con ella y, gracias a unas falsificaciones de escrituras, se apresuró a estafar 5,000 dólares a su familia política para hacerse construir, en Wilmette, una casa suntuosa.

Consiguió entonces, en las afueras de Englewood, la gerencia de una farmacia propiedad de una viuda excesivamente ingenua, de quien se hizo a la vez su amante y hombre de confianza. A base de falsificaciones de contabilidad y de malversaciones de fondos, logró hacerse dueño de la totalidad de los bienes de la desgraciada, después la hizo desaparecer y puso en obra su gran proyecto.

Ante el tribunal, Holmes afirmó haber asesinado a veintisiete personas a lo largo de su vida. Eso es poco creíble. El acusado disfrutaba burlándose de la justicia; confesaba, por ejemplo, haber asesinado a personas que en ese momento seguían vivas. Por lo tanto nunca sabremos con certeza el número de sus víctimas. A juzgar por los descubrimientos hechos en su castillo, es considerable.

Jack Kevorkian
(130 asesinatos)

Kevorkian nació en Pontiac, Michigan siendo hijo de padres armenio-estadunidenses. Se graduó del Pontiac Central High School con honores a la edad de 17 años en 1945. Luego se matriculó en la University of Michigan Medical School donde se graduó en 1952.

En la década de 1980 escribió una serie de artículos acerca de su postura sobre la eutanasia y en 1987 se anunció en los diarios de Detroit ofreciéndose como médico para la “orientación a la muerte”. Esto le valió que en 1991 el estado de Michigan le revocara su licencia médica.

Entre 1990 y 1998 Kevorkian asistió a la muerte de cerca de 100 enfermos terminales, para ello creó una máquina a la que denominó “Thanatron” (máquina de muerte) a fin de que los pacientes pudieran administrarse químicos letales ellos mismos a fin de acabar con sus vidas. Sin embargo debido al retiro de su licencia, y por ello la imposibilidad de acceder a las sustancias administradas creó otro dispositivo llamado “Mercitron” (máquina de misericordia) donde los pacientes se suicidaban inhalando monóxido de carbono con una máscara.

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