sábado, 11 de diciembre de 2010

Desde Santiago de Compostela

El prestigio de un abogado

Por: Doris Sánchez
La autora es abogada
dfannysm@hotmail.com


Para obtener la titulación son muchos años de estudios y desvelos, aparte de especializarte y lograr colocarte ya sea en una compañía de abogados o montando tu propio buffet si eres afortunado porque hay muchos abogados que nunca han podido ejercer por falta de oportunidades.

El prestigio de un abogado es algo muy delicado, son muchos años de trabajo para lograr ese reconocimiento, no hay cliente, ni caso ni dinero en el mundo capaz de compensar este requisito imprescindible para el ejercicio profesional, hay muy buenos abogados, pero lo profesional va íntimamente ligado con la seriedad y la responsabilidad. Cuando un profesional renuncia como abogado de una persona, tenga por seguro que algo ha fallado y no ha sido él.

Los abogados no se compran con dinero, aunque hay personas que quieren buena defensa jurídica e incumplen con lo acordado incurriendo en la deslealtad, se paga un servicio para recibir un beneficio de ser posible, y de acuerdo a lo que disponga el juez, los abogados no son malabaristas, hay casos perdidos imposibles de ganar, salvo algunas excepciones y lo que decida Su Señoría, el Señor Juez.


Nuestra confianza es depositada en un abogado porque es persona de fiar, porque estás convencido de que éste hará una buena defensa en tu favor. Igual que los ciudadanos elegimos abogado, también los abogados tienen todo el derecho de elegir a sus clientes, y de renunciar a una defensa cuando así lo consideren porque un mal cliente les puede perjudicar dañando su imágen y prestigio profesional.

Si tienes un abogado en el que no confías, cámbialo inmediatamente, pero si es lo contrario, si es el que siempre te ha representado en todos los problemas de tu vida, o el que te ha aclarado tus dudas y ha estado disponible a cualquier hora del día incuido los festivos, no lo pierdas por nada del mundo, nunca sabes cuando lo volverás a necesitar.

Yo nací siendo abogada y así crecí ganando todos los pleitos a mis hermanos, compañeras de trabajo y al final no me quedó más que matricularme y sacar el título antes del tiempo previsto y con buenas calificaciones. Me gusta esta carrera pero también he de reconocer que demostrar la eficiencia profesional no sólo depende del buen ejercicio del abogado, esto se consolida con la sentencia de un Juez y de haber recurso, con una sentencia firme. Aún así el buen abogado brillará por encima de todo aún habiendo perdido un juicio, ha demostrado eficiencia no reconocida.

Amar la profesión no es exclusivo de los abogados, todas las carreras universitarias tienen una importancia especial y particular, por ello hago un llamado a los padres para que den a sus hijos la libertad de decidir por sí mismos la carrera que desean estudiar, debemos respetar su voluntad, el sacrificio verdadero lo tendrán ellos aunque nosotros como padres aportemos los recursos económicos, profesionales frustrados para nada son necesarios, y estudiar lo que guste a los padres ha pasado a la historia, vivimos otros tiempos y ellos merecen respeto.

Dedico este artículo en primer lugar y con todo mi cariño a mi colega y amigo Emerson Fortuna Batista recién Licenciado en Derecho, como un estímulo al ejercicio de una brillante carrera y mis deseos de éxitos personales y profesionales. Cuando un hijo brilla es porque detrás ha tenido a unos padres responsables que han sido partícipes del éxito de sus hijos, yo lo considero disfrute compartido.

Extiendo un saludo respetuoso a todos los abogados sanjuaneros que se han ganado un respeto ejerciendo esta digna profesión en defensa de los indefensos, en la búsqueda de la verdad y la aplicación de la justicia.

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