martes, 3 de agosto de 2010

Memoria histórica

Desaparición y muerte de Tulio Rafael Rivas: otro de los logros de Balaguer

Por: Bolívar Beltre

Corría el año 1970, uno de los mas sangrientos de los 12 años de la dictadura disfrazada de democracia que dirigía el Dr. Joaquín Balaguer Ricardo, impuesta mediante un bien organizado fraude electoral en 1966 que perjudico la candidatura presidencial del Partido revolucionario Dominicano en la persona de uno de los hombres mas puro de pensamiento y acción del país, quien había sido derrocado en 1963 mediante un artero golpe de estado de derecha patrocinado y financiado por la Embajada Norteamericana.

En ese fatídico año el terror balaguerista se enseñoreó en estos 48 mil kilómetros de tierra caribeña. El terror asechaba por todas partes. Nadie estaba seguro, a menos que no sea unos de los calieses o miembros del Partido Reformista y defensor del gobierno. Las luchas estudiantiles eran ahogadas en sangre. Los sindicatos obreros y las organizaciones campesinas fueron victimas de las peores persecuciones. Los profesionales e intelectuales progresista no podían siquiera disentir minimamente del régimen, en fin, Balaguer había impuesto el terror mediante el crimen y violación de los mas elementales derechos humanos.

Tulio Rafael Rivas fue uno de esos grandes hombres que decidieron desafiar el statu quo imperante en el país y al igual que otros tantos prefirieron arriesgar sus propias vidas antes que vivir en la ignominia de ver su patria ennegrecida con el manto del terror.

Como fiel militante de nuestro otrora aguerrido partido, el Movimiento Popular Dominicano y en su condición de Cuadro Profesional de la región Sur, acepto ser asignado a los trabajos de resistencia y de organizar junto con nosotros y otros militantes del MPD, el movimiento popular reivindicativo y la constitución de los Comandos Revolucionarios Clandestinos, C.R.C. como estructura político-militar para enfrentar el terror impuesto en el país mediante el uso de los cuerpos armados y la policía nacional.

Marino Jiménez, era el seudónimo que la clandestinidad revolucionaria le había otorgado, pero sus compañeros les decíamos “caliente”. Este apodo se lo gano por el gran arrojo que expresaba en las más difíciles tareas y acciones. No había tarea revolucionaria que este no cumpliera con efectiva y prontitud sin importar el peligro que esta pudiera entrañar. Su estilo de vida sencilla y humilde le sirvió para ganarse el corazón del hombre y de la mujer que le conoció en nuestro San Juan de la Maguana. Cuanta solidaria y amor por su prójimo condensada en una sola persona. En síntesis un verdadero revolucionario.

Esto no podía durar mucho y las largas manos sangrientas de Balaguer llegaron a este municipio de San Juan de la Maguana en busca de la vida de este inoxidable camarada y patriota.

La traición y la delación fue la vía a utilizar y el 3 de abril del 1970, en común acuerdo con el Mal recordado Coronel Medina Sánchez, y el cuerpo de la G-2, un traidor colaborador del partido se confabulo con esto y con el pretexto de darles algunas valiosas informaciones al camarada Marino, este fue a la casa del calie y cuando se despedía le regalo un casco de los que utilizando los obreros de la construcción de color amarillo. Esa era la seña que necesitaban los perros rabiosos del Balaguerismo para poder identificarlo y a su vez detenerlo como al efecto resulto. Jamás se supo de el.

Inmediatamente nos informamos de que el compañero no había durmió en la casa que el partido le había asignado y cuestionar algunos de los colaboradores y compañeros del partido donde el visitaba, declaramos como desaparecido al compañero y de inmediato pusimos en alerta a la organización y el Comité de Madres, esposas y familiares de desaparecido quien de inmediato comenzó las indagatorias.

Una comisión creada por los familiares y la Asociación Dominicana de abogados (ADOMA), se dirigió a la cárcel publica de San Juan, en donde tres jóvenes presos atestiguaron que la noche del 3 de abril de ese año vieron a Tulio Rafael Rivas cuando era conducido a otra celda. Uno de esos Jóvenes lo es el hoy ingeniero Civil Samuel Peña, otro era Pragido Contreras, fallecido hace unos años.

Posteriormente, quien esto escribe, mientras guardaba prisión de una de las tantas de las veces que fue victima durante los azarosos 12 años de Balaguer pudo lograr testimonios de presos condenados a varios años y militares de la propia fortaleza, lo que aconteció la noche de ese fatídico 3 de abril del año 1970. Y fue lo siguiente:

Luego de ser detenido el Camarada “caliente”, tal y como hemos relatado mas arriba, este incivilmente fue llevado al Cuartel de la Policía, en donde un Sargento del Servicio Secreto de nombre Marcelino, apodado el Azote, confirmo de que el detenido estaba siendo perseguido por la violación a la ley 6,70 y 71 que prohibía las actividades de los Partidos de izquierda.


Hecha la confirmación fue trasladado a eso de las 10 de la noche a las oficinas de la G-2 con asiento en la Fortaleza General José Maria Cabral Y Luna. Allí fue cruelmente torturado. Cuentan de que la piel le era arrancada a tirones con un cuchicho pequeño de los llamados Sevillana. El Cuero cabelludo fue arrancado de su centro y le colgaba sobre el pecho. La piel de la cara fue desprendida y se le podía ver la orbita completa de los ojos. Y no dijo nada ni delato un compañero. Más aun no renegó de su condición de revolucionario ni de miembro del MPD,

En esas condiciones fue trasladado a una de las celdas solitarias y visto por los presos que testificaron y que relatamos anteriormente.

Un militar, con sentimientos democráticos, nos relato que Tulio Rafael Rivas fue sacado de nuevo de la celda solitaria a eso de las 1:30 de la madrugada del 4 de abril, y fue cuando el encargado de la cárcel publica, un Capital de apellido Muñoz, que residía en la calle Duarte esquina Santomé, viendo ese horrible espectáculo dijo ¡Coño, eso no se le hace a un hombre! y de inmediato tomo un trozo de leña, de las que se utilizaban en la cocina de la cárcel y le dio un golpe en la cabeza la cual se abrió en dos partes, cayendo muerto al instante. Nadie sabe donde lanzaron su cuerpo.



De lo que si sabemos, es que su sangre, al igual que las de otros revolucionarios, ha servido para que todos los dominicanos podamos vivir en democracia; democracia que a diario bienes siendo pisoteada por una “caterva” de bandidos y bandidas que haciéndose rico con el erario publico, nos obligan a mantenernos vigilantes y estar presto a defender las libertades en el momento que sea necesario.

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