
La operación se saldó con el arresto de 33 personas, entre ellas un ciudadano sudamericano que trabajaba como portero en el convento y ligado a narcotraficantes colombianos, así como afiliados a los clanes "Pelle-Vottari" y "Coco-Trovato", de la mafia calabresa.
Las pesquisas han descartado que las monjas del convento estuvieran al corriente de las actividades delictivas del portero, que organizaba la entrada en Italia de los "correos de la droga" provenientes de América Latina, haciéndolos pasar por peregrinos.
Según los investigadores, los narcotraficantes hacían llegar la cocaína a Italia a través de rutas que implicaban a España, Holanda, Suiza, México, Perú, Ecuador y República Dominicana para abastecer
los mercados de las regiones norteñas de Emilia Romaña, Lombardía y Liguria.
Asimismo, las investigaciones han desvelado que los responsables de la red en Italia habían llegado a un acuerdo con narcotraficantes colombianos para la construcción de una nueva base operativa en
Ghana, destinada a almacenar la cocaína para introducirla posteriormente en Europa.
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