viernes, 12 de marzo de 2010

"Tuvimos una buena vida, pero se me murió el amor".

A veces pasaron 10, 20, 30 años o más, y un día nos damos cuenta que -como una vez escuché- "Todo lo que teníamos como proyecto en común como pareja, se nos ha terminado." Y luego la pregunta inevitable "¿Tendré derecho a aspirar a otra cosa para mi vida?"

"Siento que duermo con un amigo" escuchaba a alguien decir esta semana respecto de su esposa. Y tal vez hasta "querido amigo"... pero ya no amante amigo, ya no "amor".

Ciertamente una situación muy dolorosa para afrontar en la pareja. Cuando no hay nada para "reprocharle" al otro, ni para que le reprochen a uno, y sin embargo se hace indisimulable para sí mismo, que algo se terminó.

Esto puede nacer de la palabra de uno o del otro, puede ser reconocido por uno y no querer ni poder verlo y afrontarlo el otro. Uno lo puede decir, y el otro se lo puede negar hasta a sí mismo ... pero esto nunca le sucede a uno solo en una pareja.

"Tuvimos una buena vida, pero se me murió el amor". Pero el amor "se muere"?... entonces el amor ¿cuando "nace"?.

En principio es "el encuentro" y la esperanza; ese espacio vacío que el otro aparece completando en uno, que configura "la ilusión" de lo que puede llegar a ser. Ahí uno siente que "nació" algo, a veces hasta como por "generación espontánea", por "casualidad". Ciertos "brillos" indescifrables del otro que aparecen a nuestra mirada como deseables en el objeto amoroso.

Momento en el que tratamos de mostrarnos tal como esa mirada nos mira, resaltar esos "brillos", porque nos miramos en esa mirada que nos completa ...Volvemos a ser Todo Entero/a, a partir de ella. Enteramente "deseable" para alguien. Y viceversa.

Todo entero, porque el resplandor del "brillo" que el otro ve en nosotros -y en cuya mirada nos miramos- obtura a nuestra vista nuestros propios "agujeros", aquello que nos falta y el otro irremediablemente nunca podrá completar.

Esta es la ilusión inicial del "amor romántico", de las medias esferas en búsqueda de completud...Un amor primordial que estará destinado a crecer o morir. No puede así permanecer.

Esto puede durar más o menos tiempo. En el mejor de los casos el brillo desaparece cuando a partir de la ilusión pudo crecer el germen de un proyecto en común. Y pasa a ser así "el proyecto", "el trabajo" de construir el amor, el que ocupará ese lugar vacío, el agujero, la falta en sí, como un "qué hacer" con el otro.

Entonces,
bullet O se está 10, 20, 30 años sosteniendo una "ilusión" respecto del/a otro/a enceguecido/a por el resplandor; y eso no es amor. Al menos no es amor posible, realizable, sino a costa de la propia enfermedad de no ver.
bullet O se está 10, 20, 30 años sosteniendo que el/la otro/a alguna vez será tal como la ilusionamos la primera vez. Y eso no sólo no es un amor posible, sino que es violencia.
bullet O -y esto es el amor adulto, posible- : con la esperanza que nos dio el brillo, construimos un proyecto en común con el/la otro/a a partir de lo que compartimos, como un "qué hacer", juntos, con las diferencias.

Estas parejas que tuvieron una "buena vida", lo saben muy bien por lo general. Primero puede haber sido el estudio, o llegar a una posición económica. Luego la casa, o el auto o afrontar adversidades, o disfrutar logros personales juntos. Y los "grandes proyectos" : los hijos, su crianza, estudio ...crecimiento.

A la luz de los proyectos compartidos, creció el amor real.

Pero sienten en un momento, en éste momento, que algo se perdió por el camino. Que uno mismo se perdió por el camino.
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A veces alguno ya lo viene diciendo hace años : "hay algo que no me alcanza acá" y al otro lo asusta enfrentarse a eso.
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A veces se pospuso el plantearlo porque se siente que con eso se lastima al otro, o a los hijos, al proyecto... y la brecha se fue ensanchando con el silencio.
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A veces sólo se vio como alternativa la separación y no se animó a plantearlo. O el otro se opuso, y el que decía sentirlo cedió haciendo como que "se había pasado". Lo que hay en común es importante, los hijos son mucho, qué duda cabe.

A veces aún hay tiempo... a veces la distancia se hizo insalvable.

Por lo general se siente que verbalizar que la relación de amor se ha terminado, implica la pérdida de aquello puesto por los dos en común : "voy a lastimar a los chicos", "voy a perder los bienes familiares". "No me siento capaz de afrontarlo socialmente", ·"Me sentiré culpable."

Otras veces se siente que se lastimará irremediablemente al otro. Pero también se sabe que se lo lastima perdurando falsamente a su lado.

En general son parejas que pueden haber crecido como "proyectos comunes", o a través de los hijos, y que tal vez se han visto relegados cada uno, como individualidades. Para sí mismo, y para el otro. Que se postergaron por las demandas mutuas, por las obligaciones, por aparecer como el otro deseaba que apareciera ... Quién sabe en cada historia porqué, pero es indudable que cada uno "se perdió" por el camino de la pareja. Y esto conlleva a que -irremediablemente- uno se pierda también para el otro.

Así -diferentes, alejados- se puede sentir al otro como incapaz de afrontar las circunstancias de lo que hoy está pasando : "no quiero provocarle tanto dolor". Pareciera que el dolor del ocultamiento es menor... porque de eso no se habla...como que de eso ¿no sabe el otro?.

El que se sabe enajenado de sí, siente que el/la otro/a ya no es causa en su vida. Y no encuentra espacio en la relación para plantearlo. Porque el otro -desde su saber quizá hasta inconciente- lo obtura al fantasear que no hay ajenidad de sí mismo si el primero "perdura" a su lado, como un apéndice, durmiendo "como con un amigo".

Establecen así un círculo vicioso signado por el silencio o el bla bla bla de "las cosas". Pero hace años ya que no hablan de ellos mismos.

Otras veces alguno de los dos siente que su relación personal con el proyecto en común, ha quedado mediatizada por el otro : varones que sólo mantienen comunicación con sus hijos a través de sus esposas; o mujeres que sólo tienen relaciones con los bienes familiares a través de sus esposos. Y así siente temor de plantear lo que siente, lo que cree que implicaría perder todo lo hecho a lo largo de los años. Lo que fue "motor" de esa "buena vida" juntos.

También puede alguno haberse "apropiado" del proyecto común, u otro haberlo abandonado hace rato ... momento entonces de ver que la vida juntos no fue "tan buena" como se pensaba.

Si un proyecto -como personas, como pareja- nos "pasó por arriba"... algo hicimos mal y en algún momento hay que hacerse cargo. Una cosa es el proyecto -los hijos, el económico, etc- como camino de construcción de una pareja posible. Y otra cosa es "el proyecto" EN VEZ de construir una pareja posible.

¿La diferencia? : Donde quedó cada uno en relación con él y con el otro. Si en el proyecto nos perdimos para sí y para el otro ... en algún momento eso dejó de ser amor.

Si realmente se tuvo una "buena vida" juntos, siempre es tiempo de recuperar-se para sí mismos.

Pero esto SIEMPRE tiene un costo.

Tiene un costo reencontrarse reformulando el acuerdo que los une, para que vuelva a ser causa del deseo de cada uno.

Tiene un costo reconocer que ese acuerdo ya no es "reformulable" y hay que afrontar la separación.

Pero ¿Cuál es el costo?, ¿Cuánto es el costo?. En cada situación será diferente. Pero en todas las situaciones, para los dos y para cada uno, será proporcional a lo ocultado, a lo que no se quiso "saber", a lo silenciado, a lo no escuchado durante esos años para hacer de cuenta que todo estaba bien, y así seguir para adelante.

El costo de volverse a elegir como el costo de separarse, es -debe ser- exactamente proporcional al de recuperarse cada uno para sí mismo. Cualquier precio que "parezca menor", es a costa de continuar perdido y perdiéndose.

Quienes se han amado pueden también trabajar juntos para recuperarse para sí mismos. Pero no pueden permitirse -no se merecen permitirse- no ser todo lo más felices que cada uno pueda ser, cuando ya no pueden serlo juntos.

Sin renegar del/a otro/a, ni de los proyectos en común, dándoles otros modos, otras circunstancias. Otros lugares.

Hacerse responsables de haberse dejado de amar, no tiene porqué significar transformarse en enemigos, mucho menos dejarse de querer, de valorar.

Da trabajo, sin lugar a dudas lo da. Tanto como construir una historia con alguien.

Es doloroso, claro está que si.

Trabajo y dolor que será para los dos la posibilidad de no sentarse a "esperar la carroza" viendo pasar la vida. Eso que ninguno de los dos está siendo -felices- y que nadie les regalará ... ni siquiera "permanecer" en honor a los proyectos que fueron y ya no son un modo de construir el amor.

Un/a hijo/a que -a cualquier edad- es puesto como "garante" de un vínculo amoroso ya inexistente entre un varón y una mujer, es un hijo que se verá compelido a no dejar ese lugar para vivir su propia vida. Es un adulto repitiendo la historia, repitiendo el modelo de no aprenderse a valorar sin por eso desvalorizar al otro.

"lo más difícil de amarnos, es caminar mirando todo el tiempo que alguno no se quede atrás" me dijo alguna vez una pareja amiga.

A veces, frente a las encrucijadas de la vida, los caminos se bifurcaron hace rato y se han perdido las hojas de ruta para el reencuentro.

No sin dolor, no sin tristeza, sano es para todos el reconocerlo ... y no traicionar la historia compartida.

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