ESPECIAL: 50 años de rock español. Hace 50 años se grabó el primer rock en Español. se llamó 'cowboy' y lo firmaba el Dúo Dinámico. Ellos y otros 40 artistas de tres generaciones se unen en estas páginas para celebrarlo a lo grande.
ebemos confesarlo: nadie sabe exactamente cuándo se cumplen los 50 años del rock español. Se suele tomar como punto de partida el 9 de septiembre de 1959, cuando Odeón edita el primer disco del Dúo Dinámico. Más nebulosa es la fecha de salida del estreno de otra banda barcelonesa, Los Pájaros Locos, supuestamente anterior al de Manolo y Ramón. Sí se puede afirmar que a finales de 1958 y principios de 1959 ya había conjuntos en activo, sonando en emisoras de radio y en locales estudiantiles: en Madrid destacaban Los Estudiantes y Los Pekenikes; en Valencia, Los Milos.
Todos estaban marcados por la eclosión del rock and roll, aunque algunos conocían más a los epígonos italianos o franceses que a los pioneros estadounidenses. Se desenvolvían en la España franquista, con todas sus carencias. Así, el Dúo Dinámico podía tener afinidad por los Everly Brothers, pero su sello les hacía grabar con orquestas de música ligera, expertas en swing con sabor mediterráneo. De todos modos, ellos aportaban un decisivo elemento generacional: eran canciones hechas por y para jóvenes.
Tocar 'rock and roll' pertenecía a la categoría de las heroicidades. Inicialmente, ni pensar en profesionalizarse; no había instrumentos ni discos ni información. De ahí que muchos de aquellos loquitos pertenecieran a sectores acomodados, con posibilidades de viajar, incluyendo a hijos de militares, diplomáticos y empresarios. Sus apellidos no les garantizaban comprensión: Los Estudiantes fueron contratados en Palma de Mallorca, donde un indignado comisario amenazó con encarcelarlos si insistían en sus ritmos frenéticos.
Pero el viento hinchaba las velas de aquel incipiente movimiento. El franquismo autárquico cedía paso a un régimen superficialmente más abierto, que alentaba el turismo y se veía obligado a tolerar ciertas "modas extranjeras". Lo que era inicialmente hobby de niños bien se convirtió en fenómeno interclasista, inspirador de miles de conjuntos en todo el país. Con las fuerzas vivas en contra: resulta instructivo repasar la reedición de una revista de la época, Fonorama, donde se detallan las penalidades para conseguir el carné del sindicato vertical que permitía actuar en salas de fiesta; allí se daba credibilidad a los rumores de manos negras que pretendían liquidar todo el contingente de las guitarras eléctricas. No debe extrañar que algunos grupos españoles emigraran: los barceloneses Salvajes se forjaron en el circuito alemán; Los Canarios se fueron a Estados Unidos y volvieron, con Teddy Bautista al frente, como apóstoles del soul.
Sin embargo, a finales de 1964 se alcanzaba la masa crítica, con la aparición de Los Brincos, primer grupo con (espléndido) repertorio propio, por no hablar de su imagen esforzadamente castiza. Impulsados por el cegador ejemplo de The Beatles, los conjuntos nacionales adquirían velocidad de crucero. En 1966, desde España se lanzaba a Los Bravos, que triunfaron en medio mundo con el arrollador Black is black. Miguel Ríos repetiría la hazaña en 1970, convirtiendo a Beethoven en un adalid del flower power con su Himno a la alegría.
Con semejante ímpetu, asombra que el movimiento de los conjuntos desapareciera y/o se vulgarizara a finales de los sesenta. Se había alcanzado el tope de lo posible: el rock español no pudo adaptarse al ritmo marcado desde el exterior, con la psicodelia y la contracultura. Con los sustos de 1968 todavía frescos en el recuerdo, las autoridades pusieron el freno: hubo temporadas en las que se prohibió que aparecieran músicos pelilargos en TVE. El almirante Carrero Blanco sospechaba que constituían una amenaza para la virilidad de la raza.
Además, las grandes discográficas no simpatizaban con los guitarreros: durante los sesenta, muchas se mostraron reticentes a que los conjuntos españoles grabaran composiciones originales, prefiriendo que tradujeran éxitos foráneos. Obviamente, se negaron a que desarrollaran sus ideas más o menos underground tras la revolución estética de 1967. Habían sido brevemente desbordadas por la demanda juvenil, pero volvieron a instaurar el modelo piramidal de negocio, al descubrir otros filones, como los grupos livianos, tipo Los Diablos y Fórmula V, que no le hacían ascos a las canciones de verano. Sobre todo, potenciaron a los baladistas, que en muchos casos -¡pecados de juventud!- venían del mundillo de los conjuntos.
Cabe imaginar que el eclipse también fue responsabilidad de los propios músicos, que exhibían lagunas ideológicas y literarias. A diferencia de las luminarias del rock argentino, no establecieron una estética propia o una conexión profunda con su público potencial. Dejaron a los cantautores el cuidado de las letras y la definición del momento, renunciando a profundizar en su impacto emocional y social.
Esa falta de conciencia colectiva sería una de las características del rock español. Se manifiesta en el desconocimiento del legado histórico e, incluso, en cierta voluntad suicida. Cada edad de oro parece ser seguida por una etapa de ensimismamiento estéril. De la misma manera que el movimiento progresivo renegó de los conjuntos, el esplendor de la movida desembocó en el negacionismo indie de los noventa: una vez que se cuenta con un público masivo, parece necesario espantarlo con actitudes arrogantes, letras en inglés y seguidismo de oscuras tendencias anglosajonas.
Un aviso: conviene no confundir el todo con sus manifestaciones más visibles. El rock español es bestia de muchas cabezas, que frecuentemente suelen pasar inadvertidas. En la segunda mitad de los setenta, cuando ya se había apagado la lucecita de El Pardo, florecieron movimientos regionales como el rock layetano, impulsado desde el Zeleste barcelonés, o el rock andaluz, ambos obedientes a la voluntad de hacer rock con raíces. Pero esa misma época vio el bronco despegue del llamado rock urbano, que encabezaba Leño. Aunque nunca haya sido un superventas, los patrones expresivos de Rosendo Mercado han nutrido centenares de propuestas.
Existen poderosos movimientos musicales que rara vez han salido de la clandestinidad: el heavy metal es el paradigma. Comprensiblemente, sus practicantes se quejan del ninguneo mediático y enarbolan la bandera de "el rock es cultura". Algunos cruzan la línea y piden ayudas públicas, aunque ahí entramos en terreno pantanoso: el rock català, altamente subvencionado, no se quita el estigma de música para consumo interno.
Con esa y alguna otra excepción, el rock español sobrevive sin apoyos institucionales. No tiene historia oficial ni museos; apenas hay placas que recuerden a sus gigantes. Se desarrolla fuera de los focos: puede que muchas de las caras de nuestro reportaje fotográfico les resulten desconocidas, algo comprensible dado que -con la excepción de La 2- el rock está vetado en las televisiones nacionales.
¿Les suena fuerte lo de veto? Pensemos en la paradoja de Pilar Rubio. La reportera de Sé lo que hicisteis puede ser la cara más vendedora de la pequeña pantalla, pero allí jamás verán, por méritos propios, a su novio, José Molly, vocalista de Hamlet, robusto grupo con casi 20 años de actividad. De alguna manera, el movimiento del rock español ha vuelto a 1959: creación contracorriente, testimonio de modernidad, rebelión secreta. P
la bella y las bestias
En la página anterior, Barón Rojo, formado por Rafa Díaz (1976), Carlos de Castro (1954), Gorka Alegre (1979) y Armando de Castro (1955); Fernando Márquez (1957), alias 'El Zurdo', y el grupo Amaral, compuesto por Eva Amaral (1972) y Juan Aguirre (1970).
Barón Rojo son historia viva del rock más duro de España. Debutaron en 1981 con un disco superventas titulado Larga vida al rock and roll. Sólo los hermanos De Castro sobreviven de la formación que creó el grupo. Alcanzaron la fama con su segundo trabajo, Volumen brutal. "Siempre he tenido mucho respeto por guitarras como las de Barón Rojo", asegura Juan Aguirre, la mitad de Amaral, grupo que ha despachado más de dos millones de copias de sus cinco discos. Tras una gira mastodóntica en grandes estadios, ha visto la luz su primer trabajo grabado en directo, La barrera del sonido. Con Barón Rojo y Amaral está El Zurdo, un personaje inclasificable: músico y artista gráfico, ha sido uno de los referentes de la movida madrileña desde grupos como Kaka de Luxe, La Mode y Paraíso.
directos al corazón
Jesús Redondo (1964), Álvaro Urquijo (1962) y Ramón Arroyo (1956), miembros de Los Secretos. José Guzmán (1952), componente de la formación Cánovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán (CARG). Y Manolo García (1955).
Existe el rock provocador, pero también la provocación entre líneas. Los protagonistas de esta imagen escriben y cantan directos al corazón. Los Secretos han contado hermosísimas historias. Pero a tu lado, Déjame o Amiga mala suerte constituyen parte del mejor rock nacional. La trágica muerte de Enrique Urquijo, uno de los más talentosos músicos españoles, supuso un golpe para la banda. Pero supo recuperarse. José Guzmán ama la música, las armonías vocales y las buenas letras. Perteneció al grupo CARG. Rodrigo decidió bajarse del tiovivo de la música, pero los otros tres integrantes grabarán este invierno un DVD con sus mejores canciones. Manolo García se catapultó como parte del grupo El Último de la Fila, pero en solitario ha seguido cosechando grandes éxitos.
en la cueva
Gaby Alegret (1944), cantante de Los Salvajes; Vinila von Bismark (1986), cantante del grupo Krakovia, y Rosendo Mercado (1954).
En el madrileño barrio de Lavapiés hay una especie de gruta en la que se realizan sesiones de sexo sadomasoquista. Ése fue el lugar elegido para realizar una de las instantáneas más llamativas de este reportaje. Parecía una locura juntar al cantante de una banda como Los Salvajes, fundada en 1962 y a los que llamaron los
Rolling Stones españoles; a una provocativa joven cantante y dj, pero que también ejerce de modelo, y a uno de los decanos
del más potente rock español, Rosendo Mercado, fundador
de la mítica banda Leño y autor de algunas de las letras más
personales de la escena española. Hubo tensión,
pero el amor de los tres artistas por la música pudo más.
tácticas de supervivencia
De izquierda a derecha, Christina Rosenvinge (1964), Teddy Bautista (1943) y
Julián Hernández (1960), fundador del grupo Siniestro Total.
Se han reinventado. La Christina de 1988, cuando formaba con Álex de la Nuez el dúo Alex y Christina, no es la misma mujer intimista de su último trabajo, 'Tu labio superior'. La artista maduró hacia un rock construido con mimo y mundo interior. Teddy Bautista, que fue líder de Los Canarios, ahora, desde su puesto en la presidencia de la SGAE y su defensa del canon digital, se ha granjeado fuertes críticas entre los internautas. "Ya sé que me tachan de ogro", dice, "pero alguien tiene que defender todo esto". Julián Hernández puso del revés la mítica sala Rock Ola con el 'punk rock' irreverente de Siniestro Total, autores de, por ejemplo, 'Me pica un huevo'.
trío de ases
Miguel Ríos (1944), Quique González (1973) y Johnny Cifuentes (1955), voz y teclista de Burning. Hace ya cuarenta años que Miguel Ríos publicó uno de sus éxitos más conocidos: su particular recreación de parte del cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven. Ríos se embarcó en una de las giras más exitosas de la historia del rock español: 'Rock & Ríos' (1982). Tras recorrerse medio país en una furgoneta, publicó un disco en directo que logró vender 400.000 copias. Este año ha realizado la que promete será su última gira. Burning es más que una palabra. El grupo lleva más de 30 años de carrera; incombustibles, anuncian nuevo disco para el invierno. Dicen que su música es para perdedores, solitarios y amantes del olvido. Johnny Cifuentes es su líder. Quique González es un poeta rockero. Introvertido, luchador y niño díscolo con las discográficas, González acaba de cumplir un sueño: grabar su nuevo disco, 'Daiquiri Blues', en Nashville (Tennessee, Estados Unidos). Su productor: Al Perkins. En noviembre lo dará a conocer en directo. Entretanto, se muestra encantado de posar con los dos maestros: "De veras que me parece maravilloso posar con vosotros dos", confiesa. "¿Y si nos cantamos algo con unas cervezas?".
luces de ciudad
Tony Luz, integrante de Los Pekenikes (1943), y Luz Casal (1958).
José Miguel Conejo Torres 'Leyva' (1981) y Rubén Pozo (1976), integrantes del grupo Pereza.
Pereza adoran a The Beatles. Su último trabajo, dicen, es el más personal, tanto que sale volando con el título de 'Aviones' y con una gira de presentación que han denominado 'Puro teatro'. Ahora quieren las distancias cortas. Se unieron en 1999, para hacer versiones de Leño, según afirman. El resultado ha sido un grupo de rock muy personal. Luz Casal comenzó con la cazadora de cuero y ahora prefiere la suavidad del bolero. Saltó a la fama internacional al interpretar varias canciones para la banda sonora de la película 'Tacones lejanos', de Pedro Almodóvar, pero su matrimonio con la música venía de mucho antes. Tanto como para tener en su currículo una canción tan hermosa como 'Un día marrón'. Tony Luz fue el guitarrista de Los Pekenikes en la década de los sesenta; ahora tiene una banda denominada Silvertones.
Principio y final en rojo
En el centro, Manuel de la Calva (1937) y Ramón Arcusa (1936): el Dúo Dinámico. A su izquierda, Ariel Rot (1960); a su derecha, Alejo Stivel (1959), fundadores del grupo Tequila. En primer plano, Lourdes Hernández (1986), que utiliza el alias de 'Russian Red'.
Los intérpretes del primer rock que se grabó en España, según los cronistas, fueron el Dúo Dinámico. Ocurrió en 1959. La canción se tituló Cowboy. Ariel Rot y Alejo Stivel saltaron el charco desde Argentina para proclamarse con Tequila una de las bandas más divertidas del panorama español. Después de la disolución del grupo, Stivel se convirtió en productor de superventas como La Oreja de Van Gogh o Joaquín Sabina. Rot editó varios discos tras su paso por Los Rodríguez. El año pasado volvieron a reunirse como Tequila. Lourdes Hernández, Russian Red, se ha metido en el bolsillo a miles de fans en poco tiempo, a base de frágiles canciones de letras cuidadas en inglés. "No termino de entender muy bien qué hago yo en esta foto", reconoce. "Estos dos grupos son muy grandes, igual demasiado grandes".
los insurrectos
Kiko Veneno (1952), Jaume Sisa (1948). Florent Muñoz (1968) y Juan Ramón Rodríguez 'Jota' (1966), integrantes de Los Planetas.
Jaume Sisa ha sido uno de los artistas más combativos del panorama musical español. Perteneció, junto a Pau Riba y Ovidi Montllor, entre otros, al grupo denominado Nova Cançó. Esta imagen se tomó en la casa de Stephan Cartinelli, un conocido director de arte de Barcelona. Pero el catalizador de la sesión fue Kiko Veneno, integrante de los míticos Veneno, autor de discos como Échate un cantecito y de canciones como Volando voy, popularizada por Camarón. El grupo indie español por excelencia, Los Planetas, le venera. Los granadinos acaban de grabar un CD y DVD recopilatorio.
habitantes del mundo extraño
Lidia Damunt (1977), Pau Riba (1948) y Albert Pla (1966).
Una de las actitudes más rockeras consiste en no tomarse a uno mismo demasiado en serio. Así parecen entender la música estos tres artistas. Pau Riba asumió su carácter misántropo y desde la música y las letras ha demostrado al público que no siempre lo comercial es lo mejor y que destrozar un cuadro de Barceló puede ser también una obra de arte. Albert Pla ha explotado su faceta más loca en discos como No sólo de rumba vive el hombre (1992), Supone Fonollosa (1995) o La diferencia (2008). Siguiendo la estela de estos dos artistas, la joven Lidia Damunt aún está, en cierto modo, por descubrir. Sin embargo, sus dos primeros discos han servido para alimentar un malditismo que perfecciona en sus actuaciones en directo.
la escuela barcelonesa
Marc Ros (1974), Axel Pi (1974) y Jesús Senra (1972): Sidonie; 'Leslie' (1944) componente de Los Sirex, y Loquillo (1960).
Los Sirex pueden presumir de ser uno de los pocos grupos que han cumplido 50 años con los mismos integrantes. Leslie, alias de Antonio Miquel Cervero (1944), es el vocalista de esta formación y ahora ejerce de asesor de Xavier Trias en el Ayuntamiento de Barcelona. José María Sanz Beltrán es más conocido por su apodo: Loquillo. Adquirió fama con el grupo Los Trogloditas, pero en 2008, con su trabajo Balmoral, firmó su renuncia definitiva y su individualidad. Loquillo fue considerado demasiado rockero para gustarle a los punkis y demasiado punk para gustarle a los rockeros. Los tres integrantes del grupo barcelonés Sidonie están de enhorabuena, ya que acaban de publicar nuevo disco, El incendio, en la que aseguran es su primera incursión en las canciones de amor.
Sigo sin entender que pintará "La Von Bismark" en todo este mundillo de la música rock-pop, en fín
ResponderEliminar