Cada vez que voy por la Ciudad Colonial, en específico por la Calle Padre Billini, frente al Parque Duarte, me viene a la memoria la Biblioteca Municipal, que funcionaba hace menos de dos décadas en el edificio donde Eugenio María de Hostos fundó la Escuela Normal.
Ese vetusto edificio, contiguo al convento de los Dominicos, guardaba en sus anaqueles verdaderas joyas bibliográficas nacionales y extranjeras servida por empleados competentes.
Visitada por cientos estudiantes e investigadores cada día. Era un verdadero templo de la cultura. Las mesas, estanterías en caoba centenaria, un su hermoso jardín concurrían teóricos de todo el saber humano, algunoscon ideas luminosas.
Recuerdo las peroratas de uno de esos personajes, a quien llamaban “El Citólogo” por su afición a leer los clásicos del marxismo y citar en las discusiones a Marx, Lenin y el bigotudo Stalin. Para muchos creíamos le ocurrió lo mismo que a Don Quijote que de tanto leer libros de caballería se volvió loco.
En los años de autoritarismo balaguerista aparecían manifiestos de partidos de izquierda entre sus libros, que raras veces eran detectados.
En el patio había una hermosa estatua del insigne pedagogo puertorriqueño Eugenio María de Hostos (1839-1903) y al pie de la misma se resguardaban sus restos bajo la sombra de un frondoso pino.
Permanecía abierta desde las 8:00 a.m. hasta las 10:00 p.m. Oí a algunos decir que durante el Gobierno de Juan Bosch permanecía abierta las 24 horas del día.
Pero la Biblioteca Municipal existió en ese lugar hasta que la Iglesia Católica se antojo del local por lo cual fue trasladada a la Calle Padre Billini esquina Isabel la Católica en una segunda plata, no sé si a un local del Estado o propiedad privada y ahí mismo se firmó su acta de defunción.
El traslado de la biblioteca ocurrió en la administración municipal del PRD, si mal no recuerdo creo que el síndico era Pedro Franco Badia.
Lo cierto es que el traslado significó el eclipse de la Biblioteca Municipal, pues comenzaron a desaparecer colecciones de libros, muebles y obras pictóricas.Yo no sé si aún está funcionando, pero de ser cierto me la imagino con decenas de empleados botellas muy ajenos al quehacer bibliotecario.
La iglesia, que siempre anatematizó las ideas de Hostos, sin hacer ruido, se vengó al apoderarse del local e intento hacer desaparecer cualquier vestigio de que allí se practicaban ideas que chocaban con sus dogmas.
Ese vetusto edificio, contiguo al convento de los Dominicos, guardaba en sus anaqueles verdaderas joyas bibliográficas nacionales y extranjeras servida por empleados competentes.
Visitada por cientos estudiantes e investigadores cada día. Era un verdadero templo de la cultura. Las mesas, estanterías en caoba centenaria, un su hermoso jardín concurrían teóricos de todo el saber humano, algunoscon ideas luminosas.
Recuerdo las peroratas de uno de esos personajes, a quien llamaban “El Citólogo” por su afición a leer los clásicos del marxismo y citar en las discusiones a Marx, Lenin y el bigotudo Stalin. Para muchos creíamos le ocurrió lo mismo que a Don Quijote que de tanto leer libros de caballería se volvió loco.
En los años de autoritarismo balaguerista aparecían manifiestos de partidos de izquierda entre sus libros, que raras veces eran detectados.
En el patio había una hermosa estatua del insigne pedagogo puertorriqueño Eugenio María de Hostos (1839-1903) y al pie de la misma se resguardaban sus restos bajo la sombra de un frondoso pino.
Permanecía abierta desde las 8:00 a.m. hasta las 10:00 p.m. Oí a algunos decir que durante el Gobierno de Juan Bosch permanecía abierta las 24 horas del día.
Pero la Biblioteca Municipal existió en ese lugar hasta que la Iglesia Católica se antojo del local por lo cual fue trasladada a la Calle Padre Billini esquina Isabel la Católica en una segunda plata, no sé si a un local del Estado o propiedad privada y ahí mismo se firmó su acta de defunción.
El traslado de la biblioteca ocurrió en la administración municipal del PRD, si mal no recuerdo creo que el síndico era Pedro Franco Badia.
Lo cierto es que el traslado significó el eclipse de la Biblioteca Municipal, pues comenzaron a desaparecer colecciones de libros, muebles y obras pictóricas.Yo no sé si aún está funcionando, pero de ser cierto me la imagino con decenas de empleados botellas muy ajenos al quehacer bibliotecario.
La iglesia, que siempre anatematizó las ideas de Hostos, sin hacer ruido, se vengó al apoderarse del local e intento hacer desaparecer cualquier vestigio de que allí se practicaban ideas que chocaban con sus dogmas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario