martes, 4 de agosto de 2009

Estrés en verano? Cómo combatirlo

Somos la sociedad del estrés. Una de las grandes dolencias de las llamadas ciudades con alto nivel de vida es precisamente un problema de calidad de vida ¡Qué irónico!

Resulta que muchas veces confundimos nivel de vida con calidad de vida. El primero se refiere a bienes materiales, mientras que los segundos son más bien “etéreos”: tranquilidad, paz, trabajo cercano a casa, más convivencia con la gente que amamos, más tiempo de ocio, etcétera.

Quizá una de las mejores maneras de combatir este estrés sea a través del intercambio de estos conceptos: menos nivel de vida a cambio de más calidad. ¿Acaso no estamos dispuestos a sacrificar nuestro súper coche por uno más modesto a cambio de pagar menos y dejar de pensar en la letra?

Una serie de consejos que se me ocurren para bajar el estrés, más los que vosotros propongáis:

Pensamientos positivos. Muchos lo conocen como meditación, quizá sea el inicio de la misma. Si dedicamos diario, al levantarnos y acostarnos, cinco a diez minutos en completo silencio y paz a sólo tener pensamientos positivos, veremos al cabo de pocas semanas cómo vamos cambiando y cómo nuestro cuerpo nos irá pidiendo estos momentos de reflexión.

Ejercicio. Si dedicáramos 20 a 30 minutos diarios, o al menos tres a cuatro veces por semana, a nuestro cuerpo a través del ejercicio eliminaríamos muchas toxinas que se acumulan con el diario vivir. Oxigenaríamos mejor nuestro cerebro, y nuestro cuerpo, al sentirse más fuerte, sería menos sensible a los sometimientos diarios a la presión externa.

Charlas positivas. No cabe duda que el dialogar con otros seres humanos ayuda a aliviar nuestro corazón. ¡Pero ojo! Cuidado con el tipo de conversaciones, hay gente y diálogos tóxicos que debemos evitar. Busquemos aquellas personas con ganas de vivir, que nos hablen de sus sueños, esto nos llenará de felicidad. Medicina y antídoto terrible contra la depresión y el estrés.

Comida. “Que el alimento sea tu medicina” creo que lo decía Hipócrates. Somos lo que comemos, así que a evitar carnes, comidas grasientas, alcohol y tabaco, etcétera. ¡No nos vamos a volver monjes tibetanos! Pero sí un poco de mesura, más frutas y vegetales.

Descanso. Para trabajar más y mejor hay que descansar, y aunque suene lógico mucha gente no lo entiende. Más valen ocho horas de trabajo intenso que doce en la oficina haciendo el tonto, porque es imposible mantener este ritmo al 100% durante mucho tiempo.

Empecemos.

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