El hotel, Halswell House, un bello edificio del siglo XVII en Somerset, suele alquilarse para bodas y reuniones empresariales, y era la primera vez que ocurría algo así, para total sorpresa del personal e incluso de su propietario, Grahame Bond.
Según informa hoy el diario "The Independent",cuando los invitados comenzaron a llegar en sus BMW, Porsche o Aston-Martin, los empleados del hotel pensaron que se trataba simplemente de gente adinerada que había decidido celebrar allí una fiesta como tantas otras.
Pronto comenzaron a circular las botellas de champán y los Kir Royals, el organizador de la reunión anunció a los participantes que estaban todos ellos bajo un hechizo y, al sonar las campanas de medianoche, les explicó que había una sola manera de romper el hechizo: besar a otra persona.
Pronto comenzaron a circular las botellas de champán y los Kir Royals, el organizador de la reunión anunció a los participantes que estaban todos ellos bajo un hechizo y, al sonar las campanas de medianoche, les explicó que había una sola manera de romper el hechizo: besar a otra persona.
"De pronto aquello se transformó en un espectáculo digno de Eyes Wide Shut", explicó al periódico el dueño del hotel en alusión a esa película de Stanley Kubrick con Tom Cruise y Nicole Kidman.
"Por todas partes había personas copulando. Incluso en las barandillas vi a cuatro parejas", dijo Bond, según el cual sus empleados no salían de su asombro al ver lo que estaba sucediendo.
A las tres de la madrugada, la bacanal terminó y los participantes, agotados, se retiraron a sus habitaciones aunque algunos se subieron a un autobús y se dirigieron a otro hotel próximo.
Según ha podido averiguar "The Independent", la empresa que alquiló el hotel es la holandesa "Little Sins", que se especializa en organizar fiestas de "swingers" (intercambio de parejas) para ricos europeos.
Para poder participar hay que tener más de veinte años y los varones son admitidos sólo si van acompañados de una persona del otro sexo.
El propietario del hotel aseguró, sin embargo, al periódico que no sabía que quienes lo contrataron iban a organizar una orgía.
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