sábado, 4 de julio de 2009

Los obispos se destapan del lado de los golpistas hondureños

La Conferencia Episcopal hondureña rechaza la injerencia de la OEA, que se reúne este sábado para decidir la expulsión de este país
EFE - Tegucigalpa - 04/07/2009


La Iglesia Católica de Honduras ha expresado este sábado su apoyo al Gobierno de Roberto Micheletti, que asumió tras el derrocamiento a manos de los militares del presidente Manuel Zelaya, y ha pedido a éste reconsidere su regreso porque "podría desatar un baño de sangre".

En un comunicado de la Conferencia Episcopal, leído por el cardenal Oscar Andrés Rodríguez, la Iglesia también le ha pedido a la Organización de Estados Americanos (OEA), que "preste atención a todo lo que venía ocurriendo fuera de la legalidad en Honduras". El comunicado de los obispos hondureños llega el mismo día en el que se reúne la Asamblea General Extraordinaria la OEA para decidir si si suspende a ese país centroamericano de su participación en el organismo interamericano por el golpe de Estado . A la cita, según ha anunciado el secretario general adjunto de la organización, acudirá el depuesto presidente Zelaya, quien ha confirmado que mañana domingo regresará a Tegucigalpa junto a "varios presidentes".

"Nos vamos a presentar en el aeropuerto en Tegucigalpa con varios presidentes, varios miembros de comunidades internacionales. Este domingo estaremos en Tegucigalpa abrazándolos, acompañándolos para hacer valer lo que tanto hemos defendido en nuestra vida que es la voluntad de Dios a través de la voluntad del pueblo", ha asegurado en un discurso transmitido por la emisora interestatal Telesur.

En un paréntesis y al cierre de la lectura del comunicado de los obispos, Rodríguez ha hecho "un llamado al amigo José Manuel Zelaya", a quien le ha recordado que "el día de su toma de posesión usted citó claramente tres mandamientos de la santa ley de Dios, no mentir, no robar, no matar".

"Pensemos si una acción precipitada, un regreso al país en este momento, podría desatar un baño de sangre; sé que usted ama la vida, sé que usted respeta la vida, hasta el día de hoy no ha muerto un solo hondureño, por favor, medite, porque después sería demasiado tarde", indicó.

La OEA, en opinión de los 11 obispos que integran la Conferencia Episcopal, debió prestar atención "no solamente a lo sucedido a partir del 28 de junio recién pasado", cuando fue depuesto por un golpe de Estado el presidente hondureño Manuel Zelaya y enviado en un avión a Costa Rica. "También el pueblo hondureño se pregunta por qué no han condenado las amenazas bélicas contra nuestro país", destaca el comunicado.

Agrega que "el sistema interamericano se limita a proteger la democracia en las urnas, pero no le da seguimiento a un buen gobierno, a prevención de las crisis políticas económicas y sociales", por lo que "de nada servirá el reaccionar tardíamente hacia ellas".

Según los obispos, "las instituciones del Estado democrático hondureño están en vigencia" y "sus ejecutorias en materia jurídico legal han sido apegadas a derecho". "Los tres poderes del Estado están en vigor legal y democrático de acuerdo a la Constitución de la República de Honduras", subraya el documento. Agrega que cuando Zelaya fue capturado por los militares, "ya no se desempeñaba como presidente de la República".

Rodríguez hizo un paréntesis para referirse a la denuncia de la Carta de la OEA anunciada por el Gobierno que preside Roberto Micheletti, sobre lo que dijo a la comunidad internacional que los hondureños tienen "el derecho de definir" su "propio destino, sin presiones unilaterales de cualquier tipo".

"Rechazamos amenazas de fuerza o bloqueos de cualquier tipo que solamente hacen sufrir a los mas pobres", ha expresado el cardenal Rodríguez, quien no se ha referido a la decisión del Parlamento de haber escogido a Micheletti como presidente. El cardenal ha asegurado que la situación actual puede servir "para edificar y emprender un nuevo camino, una nueva Honduras" y que la confrontación que se está viendo "no debe servir para agudizar la violencia, sino para un nuevo punto de partida para el diálogo, el consenso y la reconciliación".

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