Le implantaron un segundo órgano sin retirarle el suyo por una cardiomiopatía
Esta intervención es infrecuente en España, donde se opta por dispositivos mecánicos
Los autores aseguran que permite aprovechar órganos pequeños en niños mayores
Hannah con sus padres, Elizabeth and Paul (Foto: Reuters)
MARÍA VALERIO
MADRID.- Imaginativo, audaz, creativo, arriesgado, excepcional... Son muchos los adjetivos que pueden utilizarse para describir las operaciones que han permitido a Hannah Clark, una chica británica de 16 años, salvar la vida a pesar de sufrir una grave miocardiopatía. Este defecto congénito de su corazón, que la acompaña desde los ocho meses de vida, obligó a sus cirujanos a someterla a un trasplante de corazón sin quitarle su propio órgano. Diez años después, retiraron el músculo donado tras comprobar que el suyo se había recuperado. Más de tres años y medio después de aquella audacia cardiaca, Hannah es una adolescente normal y corriente. En el mejor sentido de la expresión.
Tras dar a conocer su caso en la prensa hace un par de años, el equipo médico que la ha atendido desde el principio en el Hospital Great Ormond Street (Reino Unido) acaba de ratificar su éxito con un artículo en las páginas de la revista 'The Lancet' donde confirman que la menor sigue bien 3,5 años después de que le retirasen el órgano trasplantado, su segundo corazón durante una década.
"Gracias a la operación ahora tengo una vida normal, como el resto de mis amigos", ha señalado la adolescente en una rueda de prensa acompañada de sus cirujanos y cardiólogos, encabezados por el prestigioso Magdi Yacoub, un pionero de los trasplantes de corazón.
Su relación con los médicos empezó a los ocho meses (transcurría el año 1994). Su diagnóstico indicaba fallo cardiaco severo como consecuencia de una cardiomiopatía, un problema en las contracciones del corazón. Al no tener fuerza suficiente, el músculo es incapaz de bombear sangre y el corazón 'se ahoga'.
Así le implantaron a la niña los dos corazones (Foto: Lancet)
Primero medicación, después trasplante
Esta patología se da en un porcentaje que oscila entre 1,2 y 1,4 niños por cada 100.000 nacidos (es especialmente frecuente durante el primer año de vida); y en muchos casos es necesario recurrir a un trasplante cardiaco para solventar el problema. A pesar de la medicación intensa que le administraron, su estado siguió empeorando y cuando tenía dos años, sus cirujanos decidieron realizarle un trasplante heterotópico. Es decir, en lugar de una intervención ordinaria, le implantaron el corazón de un donante (un bebé de cinco meses) en paralelo junto al suyo, sin extraerle el órgano, con la esperanza de que el corazón de la pequeña se recuperase de la cardiopatía con el paso del tiempo.
Como explica el doctor Luis García Guereta, coordinador de trasplantes cardiacos infantiles en el Hospital La Paz de Madrid, muchos de estos pequeños logran superar su cardiopatía gracias a la medicación; aunque cuando la insuficiencia cardiaca provocada por su problema es aguda, es necesario recurrir a otras alternativas más agresivas. Bien un dispositivo de asistencia ventricular (una especie de corazón artificial que bombea sangre desde el exterior); o bien un trasplante de corazón.
De hecho, tanto el especialista madrileño como el doctor José Anastasio Montero, jefe del servicio de Cirugía Cardiaca del Hospital La Fe de Valencia, reconocen que éstas son las opciones que se le hubiesen planteado a Hannah si hubiese residido en España. "Los trasplantes heterotópicos hace tiempo que dejaron de hacerse porque planteaban más riesgos que beneficios", explica el especialista valenciano.
Un 'corazón artificial'
"Lo más habitual es que se implante un dispositivo artificial que nos da un plazo de alrededor de seis meses hasta que aparezca un potencial donante", justifica por su parte el doctor Guereta. En esa espera, añade, alrededor de un 10%-15% de los niños "aguanta el tirón" y su corazón se recupera completamente sin que sea necesario el trasplante.
Pero Hannah no mejoraba y los especialistas británicos se decidieron a realizar el trasplante que ha permitido vivir a Hannah con dos corazones durante 10 años. Y aunque al principio era el del donante el que llevaba 'la voz cantante', el suyo siguió actuando a un ritmo menor todo este tiempo. A los cuatro años y medio, ambos órganos funcionaban normalmente y en paralelo. Sólo los problemas derivados de la medicación inmunosupresora que le administraron los médicos para evitar el rechazo (incluidas varias infecciones recurrentes por el virus de Epstein Barr) obligaron a los médicos a plantearse la necesidad de extirparle el órgano trasplantado transcurrido ese tiempo.
Tras varios años sufriendo lo que se conoce como trastornos linfoproliferativos postrasplante, el equipo de Yacoub observó que el corazón biológico de la pequeña funcionaba normalmente, mientras que la medicación antirechazo había acabado por hacer mella en su nuevo órgano. Finalmente, en 2006, los cirujanos se decantaron por extraerle su segundo corazón y dejar únicamente el suyo. Ahora, tres años y medio después, sus médicos pueden confirmar que Hannah ha recuperado completamente su función cardiaca y se ha recuperado bien (incluso tras la retirada de la medicación contra el rechazo no ha vuelto a tener problemas con su sistema inmune).
Guereta considera que el caso de Hanna es insólito e insiste en que la solución no es generalizable a otros niños con la misma cardiopatía congénita. "Prácticamente no se realizan ya trasplantes heterotópicos [manteniendo el corazón del receptor] en España; pero es probable que el del donante le haya ayuda a recuperarse, manteniendo el riego sanguíneo y la circulación. Se trata de una curiosidad más bien".
Los autores, por el contrario, justifican su decisión asegurando que esta técnica permite aprovechar corazones de pequeño tamaño para niños algo más mayores que lo puedan necesitar, acortando los tiempos de espera y aprovechando al máximo la disponibilidad de donantes infantiles, más escasos que los adultos.
martes, 14 de julio de 2009
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