Por: Tiberio Castellanos
Mi diccionario dice, entre otras definiciones, que disciplina es: observancia obediente, / cumplimento puntual de las leyes y ordenamiento de una profesión o instituto./ Arte,/ facultad o /ciencia. Entre los antónimos cita: anarquía, desorden.
Bueno, para lo que yo quiero expresar, de algo me sirven estas definiciones. Pero no de mucho. Para lo que comúnmente se menciona la disciplina, es para describir el método o sistema de hábitos y costumbres que rige en academias y escuelas militares. Y claro, hábitos y costumbres que los militares siguen de por vida.
Pero de lo que hoy quiero hablar es de la autodisciplina. Es decir de hábitos y costumbres a los que uno se ciñe fiel y libremente. Hábitos y costumbres que uno integra a su vida porque considera que ayudan a perfeccionarlo como ser humano.
Encuentro yo, una semejanza, aunque. por supuesto, de signo contrario, entre un buen hábito y un vicio, es decir, un mal hábito. Uno de los versos que aprendimos en la escuela decía del mal hábito adquirido: "que se hace naturaleza el vicio con que has crecido". Porque la autodisciplina, practicada con insistencia, también integra los buenos hábitos y costumbres a nuestra "naturaleza".(Cuando por falta de tiempo me meto en el baño sin antes hacer, como de costumbre mis ejercicios, siento al enjabonarme y pasarme las manos por los brazos, que algo me falta o que algo me faltó. Pienso que lo mismo debe sucederle al fumador cuando se le acaban los cigarrillos).
Y asimismo creo poder decir que en muchos jóvenes con vicios faltó la escuela, o el padre, o el maestro, o algún grupo lleno de sanos principios como los Boy Scouts, que enseñara buenos hábitos y costumbres. Y también me atrevo a decir que aquel ser humano que no tiene disciplina, es decir, que no practica buenos hábitos y costumbres, el vicio, cualquier vicio, no tardará en hacerlo su compañero de viaje.
El Apostol Pablo admiró en la Grecia de las primeras Olimpíadas la disciplina que practicaban los atletas. Es lástima que en esta encíclica ( Primera de Corintios) Pablo no detallara el entrenamiento, la alimentación, el descanso, y algunos otros buenos hábitos de aquellos primitivos atletas. No obstante. él aprecia los sacrificios que estos hacían para ganar tan sólo una corona de olivo.
Además de la fe del centurión romano, -"ni en Israel he visto una fe tan grande"-, Jesús apreció su disciplina. Y siguiendo la sugerencia del militar, le hace el milagro que este le pide, en la forma que el militar sugiere.
En la Misa de cada día, estamos repitiendo las palabras que el Centurion dijo a Jesús: -Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa, pero mándalo con tu palabra...-
Ignoro, a cuantos cristianos la figura del Centurión Romano y su muy curioso encuentro con Jesús, le dirá algo además de la mucha fe que tuvo éste no israelita. No sé, si como a mí, le sugerirá también la importancia de la disciplina.
Un abrazo,
Tiberio Castellanos
Bueno, para lo que yo quiero expresar, de algo me sirven estas definiciones. Pero no de mucho. Para lo que comúnmente se menciona la disciplina, es para describir el método o sistema de hábitos y costumbres que rige en academias y escuelas militares. Y claro, hábitos y costumbres que los militares siguen de por vida.
Pero de lo que hoy quiero hablar es de la autodisciplina. Es decir de hábitos y costumbres a los que uno se ciñe fiel y libremente. Hábitos y costumbres que uno integra a su vida porque considera que ayudan a perfeccionarlo como ser humano.
Encuentro yo, una semejanza, aunque. por supuesto, de signo contrario, entre un buen hábito y un vicio, es decir, un mal hábito. Uno de los versos que aprendimos en la escuela decía del mal hábito adquirido: "que se hace naturaleza el vicio con que has crecido". Porque la autodisciplina, practicada con insistencia, también integra los buenos hábitos y costumbres a nuestra "naturaleza".(Cuando por falta de tiempo me meto en el baño sin antes hacer, como de costumbre mis ejercicios, siento al enjabonarme y pasarme las manos por los brazos, que algo me falta o que algo me faltó. Pienso que lo mismo debe sucederle al fumador cuando se le acaban los cigarrillos).
Y asimismo creo poder decir que en muchos jóvenes con vicios faltó la escuela, o el padre, o el maestro, o algún grupo lleno de sanos principios como los Boy Scouts, que enseñara buenos hábitos y costumbres. Y también me atrevo a decir que aquel ser humano que no tiene disciplina, es decir, que no practica buenos hábitos y costumbres, el vicio, cualquier vicio, no tardará en hacerlo su compañero de viaje.
El Apostol Pablo admiró en la Grecia de las primeras Olimpíadas la disciplina que practicaban los atletas. Es lástima que en esta encíclica ( Primera de Corintios) Pablo no detallara el entrenamiento, la alimentación, el descanso, y algunos otros buenos hábitos de aquellos primitivos atletas. No obstante. él aprecia los sacrificios que estos hacían para ganar tan sólo una corona de olivo.
Además de la fe del centurión romano, -"ni en Israel he visto una fe tan grande"-, Jesús apreció su disciplina. Y siguiendo la sugerencia del militar, le hace el milagro que este le pide, en la forma que el militar sugiere.
En la Misa de cada día, estamos repitiendo las palabras que el Centurion dijo a Jesús: -Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa, pero mándalo con tu palabra...-
Ignoro, a cuantos cristianos la figura del Centurión Romano y su muy curioso encuentro con Jesús, le dirá algo además de la mucha fe que tuvo éste no israelita. No sé, si como a mí, le sugerirá también la importancia de la disciplina.
Un abrazo,
Tiberio Castellanos
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