Por Rubén Moreta
El autor es periodista y Profesor UASD.
Este 27 de febrero se conmemora el 165 aniversario de la Independencia Nacional.
Un día como hoy en 1844 nuestra República pasó a formar parte de la comunidad de naciones libres y soberanas del mundo, al lograr la separación de la tutela del vecino Haití.
Razones sociopolíticas muy particulares conllevarán a que nuestra separación no se hiciera de España, nuestra “Madre Patria”, que impuso a sangre fuerza su sello colonizador, sino del vecino Haití, que había proclamado su independencia el 1 de enero del 1801, timoneado por Jean Jacques Dessalines, y que en 1822 produjo una invasión a la parte Este de la isla o Santo Domingo Español, convirtiendo la isla durante 22 años en una sola unidad política.
El grito libertario del pueblo dominicano se logró a partir de los ideales patrióticos y revolucionarios de una cantera de jóvenes de la pequeña burguesía urbana liderados por Juan Pablo Duarte, y que se agruparon en una plataforma liberal y revolucionaria que se hizo llamar Sociedad Secreta la Trinitaria.
Duarte fue un singular patriota, ejemplo de entrega al ideal nacional.
Desde la Trinitaria se realizó una fértil tarea de concienciación nacionalista, que fue sumando adeptos ascendentemente.
Participarán también conservadores y hateros, pero ningunos de estos últimos tenían vocación auténticamente revolucionaria e independentista. Por ello se explica la anexión a España del 1861 –apenas 14 años después de la proclama febrerista- del hatero Pedro Santana, que marcó la interrupción de la soberanía nacional.
La construcción de la independencia nacional entrañó múltiples desafíos, apremios, persecuciones, destierros y sin sabores para los jóvenes trinitarios y sus familiares.
Fueron los jóvenes febreristas los únicos que desde el principio apostaron por la independencia pura y simple, sin protectorados ni anexión a ninguna potencia.
Los dominicanos querían probar el néctar de la autodeterminación y firmemente respaldarían la aventura patriótica hecha realidad con el manifiesto del 16 de enero y el estridente trabucazo de la noche del 27 febrero en la Puerta del Conde, simbolismo que alumbra la libertad del ser dominicano.
Pero hoy, consideramos que a 165 años de proclamada la separación de Haití, nuestro país no ha podido concretizar los sueños de soberanía, autodeterminación, progreso y bienestar que anheló el padre fundador de esta media isla Juan Pablo Duarte.
Por eso, el pensamiento liberal y emancipador del joven revolucionario, creador de la sociedad secreta La Trinitaria, primera célula política dominicana está vigente aún.
Los déficit que arrastra nuestro desempeño democrático así lo demuestra y se evidencia en la asimetría e inequidad social y económica; exclusión, pobreza y marginalidad, marginación de género, crisis de los servicios públicos, mala calidad de la educación, anti valores, alienación, impunidad judicial, clientelismo estatal, entre otros males.
Debemos también reflexionar sobre los desafíos del presente dominicano; los déficits de la democracia; la pobreza que arropa a más del 70 % de los pobladores urbanos y rurales, entre otras lacras.
El Patricio Juan Pablo Duarte concibió una sociedad sin todas esos déficit. Concibió un país donde todos los niños tuvieran la oportunidad de ir a la escuela; una sociedad donde todos sus pobladores tuvieran acceso a los servicios de educación, salud y seguridad social, el acceso a la cultura universal y un poder municipal independiente.
Hoy hacemos un fervoroso llamado al pueblo dominicano, y en especial a la juventud, a luchar por la construcción de un Estado genuinamente liberal y democrático, basado en la equidad social, como lo soñó nuestro fundador Juan Pablo Duarte.
Este 27 de febrero debemos celebrar con pasión nacionalista el 165 aniversario de la Independencia Nacional.
No obstante las brumas y dolores, que el amor a la patria se ensanche este 165 aniversario de nuestra independencia nacional.
El autor es periodista y Profesor UASD.
Este 27 de febrero se conmemora el 165 aniversario de la Independencia Nacional.
Un día como hoy en 1844 nuestra República pasó a formar parte de la comunidad de naciones libres y soberanas del mundo, al lograr la separación de la tutela del vecino Haití.
Razones sociopolíticas muy particulares conllevarán a que nuestra separación no se hiciera de España, nuestra “Madre Patria”, que impuso a sangre fuerza su sello colonizador, sino del vecino Haití, que había proclamado su independencia el 1 de enero del 1801, timoneado por Jean Jacques Dessalines, y que en 1822 produjo una invasión a la parte Este de la isla o Santo Domingo Español, convirtiendo la isla durante 22 años en una sola unidad política.
El grito libertario del pueblo dominicano se logró a partir de los ideales patrióticos y revolucionarios de una cantera de jóvenes de la pequeña burguesía urbana liderados por Juan Pablo Duarte, y que se agruparon en una plataforma liberal y revolucionaria que se hizo llamar Sociedad Secreta la Trinitaria.
Duarte fue un singular patriota, ejemplo de entrega al ideal nacional.
Desde la Trinitaria se realizó una fértil tarea de concienciación nacionalista, que fue sumando adeptos ascendentemente.
Participarán también conservadores y hateros, pero ningunos de estos últimos tenían vocación auténticamente revolucionaria e independentista. Por ello se explica la anexión a España del 1861 –apenas 14 años después de la proclama febrerista- del hatero Pedro Santana, que marcó la interrupción de la soberanía nacional.
La construcción de la independencia nacional entrañó múltiples desafíos, apremios, persecuciones, destierros y sin sabores para los jóvenes trinitarios y sus familiares.
Fueron los jóvenes febreristas los únicos que desde el principio apostaron por la independencia pura y simple, sin protectorados ni anexión a ninguna potencia.
Los dominicanos querían probar el néctar de la autodeterminación y firmemente respaldarían la aventura patriótica hecha realidad con el manifiesto del 16 de enero y el estridente trabucazo de la noche del 27 febrero en la Puerta del Conde, simbolismo que alumbra la libertad del ser dominicano.
Pero hoy, consideramos que a 165 años de proclamada la separación de Haití, nuestro país no ha podido concretizar los sueños de soberanía, autodeterminación, progreso y bienestar que anheló el padre fundador de esta media isla Juan Pablo Duarte.
Por eso, el pensamiento liberal y emancipador del joven revolucionario, creador de la sociedad secreta La Trinitaria, primera célula política dominicana está vigente aún.
Los déficit que arrastra nuestro desempeño democrático así lo demuestra y se evidencia en la asimetría e inequidad social y económica; exclusión, pobreza y marginalidad, marginación de género, crisis de los servicios públicos, mala calidad de la educación, anti valores, alienación, impunidad judicial, clientelismo estatal, entre otros males.
Debemos también reflexionar sobre los desafíos del presente dominicano; los déficits de la democracia; la pobreza que arropa a más del 70 % de los pobladores urbanos y rurales, entre otras lacras.
El Patricio Juan Pablo Duarte concibió una sociedad sin todas esos déficit. Concibió un país donde todos los niños tuvieran la oportunidad de ir a la escuela; una sociedad donde todos sus pobladores tuvieran acceso a los servicios de educación, salud y seguridad social, el acceso a la cultura universal y un poder municipal independiente.
Hoy hacemos un fervoroso llamado al pueblo dominicano, y en especial a la juventud, a luchar por la construcción de un Estado genuinamente liberal y democrático, basado en la equidad social, como lo soñó nuestro fundador Juan Pablo Duarte.
Este 27 de febrero debemos celebrar con pasión nacionalista el 165 aniversario de la Independencia Nacional.
No obstante las brumas y dolores, que el amor a la patria se ensanche este 165 aniversario de nuestra independencia nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario