jueves, 29 de abril de 2010

Tesoros ocultos del periódico El Cable

Por Edgar Valenzuela
El autor es periodista, teatrista y escritor

IX-
Con mucha frecuencia la juventud cree que ha descubierto América cuando hace más de cinco siglos que Cristóbal Colón la descubrió.
Eventos hoy aparentemente novedosos tienen antecedentes memorables en nuestra historia. Muchas veces se anuncian como nuevos por la falta de conocimiento de los que se realizaron antes.
Ese es el caso de las reuniones literarias o tertulias. San Juan de la Maguana siempre ha sido escenario de encuentros entre cuentistas, poetas, dramaturgos, ensayistas y artistas en general que se congregan para compartir su arte y sus pensamientos.
Entre ellos hay algunos que han alcanzado nombradía nacional como el ensayista, poeta y lingüista Max Uribe, reconocido por la prestigiosa columna que mantuvo durante años en el Listín Diario.
Lo que pocas personas sabíamos, incluido un servidor, es que Max Uribe al ser oriundo de San Juan de la Maguana escribió en el periódico El Cable verdaderas joyas literarias. Y, junto con él, el talentosícimo escritor Otilio Méndez.
Tuvimos la fortuna de conocer a la profesora Rosalina Canó en vida. Y pudimos apreciar la frescura de sus ideas y su exquisito modo de pronunciar el idioma español.
Ella fue la primera persona que nos habló del teatro de Ulises Heureaux Ogando, el hijo de Lilís y su querida sanjuanera Juana Ogando. Y de otras cosas interesantes del pasado en que ella fue protagonista
Todo esto viene a cuento a propósito de la crónica de la primera reunión del Ateneo Sanjuanés, Sociedad Cultural sanjuanera fundada en 1929 que llegó a tener una revista como vocero, y fue publicada por Max Uribe para el periódico El Cable.
Es un tesoro espiritual que todos los nativos de San Juan deben tener en su archivo personal:

La magna reunión literaria del Ateneo Sanjuanés

El domingo en la noche tuvo lugar, en los inmensos salones del Club Santomé, de esta localidad, la primera reunión literaria del Ateneo Sanjuanés.

Manos de mujer, hechas a la eucaristía del perfume y a las mil modalidades del arte, prepararon convenientemente al amplio hall de nuestro máximo centro social. Merced a ello, el Ateneo Sanjuanés pudo exhibirse bajo una impresionante alegoría de banderas, de escudos y de olientes flores blancas.

Una concurrencia enorme, compuesta en su mayoría de cultos caballeros y bellas damas de refinado cuño, acudió presurosa a escuchar la palabra grandilocuente y sonora de los intelectuales ateneístas.
El discurso de apertura estuvo a cargo de este humilde siervo del lector. Siguióle la inteligentísima señorita Fior D´aliza Naut, desarrollando un hermoso tema sobre Los Trinitarios y el Grito de Independencia.
La Srta. Naut hizo un magistral recuento de los sacrificios de nuestros antepasados por legarnos la libre patria del presente. Su trabajo, salpicado de elegantes giros o imágenes felices, conquistó muy justos aplausos.
Otilio Méndez Abreu, literato y escritor de rigurosa enjundia mental, leyó una interesantísima Conferencia sobre la Esclavitud con sus causas y orígenes.
El joven Méndez hizo gala de su vasta cultura, presentando un trabajo que honra su nombre y prestigia al Ateneo. Con estilo amenísimo, correcta dicción y envidiable pose tribunicio, nos reveló el conferencista Méndez los diversos sistemas de esclavitud prevalecientes en el mundo desde la antigüedad hasta la postrimerías del siglo XIX. El auditorio le interrumpió repetidas veces para aplaudirlo.

El cuarto turno le correspondió al Sr. José Ojeda, experto mercantil, director del acreditado Instituto Ojeda, de esta ciudad. Este caballero leyó un discurso de profundo fondo moral. Debíanselo de aprender de memoria las personas pesimistas y retardatarias y todos los que se rezagan en el camino de la vida por falta de aliento y de energías para renovarse y luchar.

El Señor Wenceslao Ramírez Nieto, farmacéutico y estudiante aventajado, recitó un sugestivo trozo épico titulado Los ensueños de un Aguila. Obtuvo una frenética sucesión de palmadas.

El primer turno del a segunda parte del programa recayó en el profesor Alejandro Suazo. Este presentó un importante trabajo sobre la historia nacional. El auditorio lo acogió con beneplácito y el joven Suazo probó, una vez más, que no desmerece el alto concepto que se tiene de su capacidad y talento.
Canto a la mujer dominicana, del conocido poeta Emilio A. Morel, fue la delicada composición poética que cupo recitar a la señorita Rosalina Canó. Lesbia Rosalina Canó tiene mucha gracia para estas cosas. Talentosa, menuda y espiritual, en un abrir y cerrar de ojos supo ganarse tamaña cosecha de aplausos.
El bachiller Manuel Joaquín Báez Vargas triunfó en toda la línea. En un sereno trabajo sobre historia de América, escrito con impecable corrección de estilo y lúcidas figuras de pensamiento, nos habló largo y tendido sobre la influencia de la civilización europea al través del Descubrimiento. Grandes aplausos coronaron su esfuerzo.
Fior D´aliza Naut, veterana en las lides de la idea, recitó con inimitable limpieza a Idilio Eterno. Dulce, donoso y tentadora estuvo Flor….

El discurso de clausura fue pronunciado por el Dr. Carlos Manuel Báez Vargas, uno de esos raros personajes que pueden vanagloriarse de unir, a su gran capacidad profesional, una extraordinaria y legítima cultura general. El doctor Báez Vargas habló con insuperable acierto y buen sentido, dejando demostrado que “nadie puede ser verdaderamente feliz sin un elevado ideal y un eminente propósito en la vida”.

El correcto Mario Lora puso de relieve sus fuertes sentimientos artísticos, ejecutando varios números de piano.
Además de los ateneístas que compartieron el programa del acto que venimos reseñando, asistieron la Sra. Altagracia Matos de Batista; las señoritas Aspasia Matos, Altagracia Valenzuela y Cristina Rodríguez, Don C. Heleodoro Batista, y don Fabio E. Valenzuela.
Por causas justificadas dejaron de concurrir las señoritas Ana Cristina y Dolores Herrera, el poeta y escritor Pedro Pablo Sanabia, el licenciado Clodomiro Mateo Fernández, el periodista y escritor E. O. Garrido Puello y su distinguida consorte, maestra normal, Dulce María Ramírez de Garrido Puello.
Tal fue, comentada a brocha gorda, la magna reunión literaria celebrada la noche del domingo. Se puede asegurar que ella ha constituido un éxito, un exitazo del Ateneo Sanjuanés.

Max Uribe

El cable, 10 de abril de 1929. No. 683. Año IX

Además de trasladarnos a los años veinte del siglo anterior, esta crónica confirma que en aquella época también había personas interesadas en la vida espiritual y en disfrutar de sanos entretenimientos.

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