viernes, 15 de julio de 2011

"Elegía a la Casona de los Bacases"

Por: Carlos Vicente Castillo
El autor es doctor en derecho

Corrían los principios del siglo XX, cuando naciste, cuando tu dueño Nicóla Michelen llamó y le ordenó al Maestro en carpintería de origen Holandez, Guillermo Oscar Prince (Mosié Prince), quien había llegado al país por órdenes expresas del presidente Lilís, para construir la Vieja Casona Consistorial, “La Casa de Lilís”, ya desaparecida para que construyera y te levantara en tu primer nivel, era entonces el año 1912. A lo poco toda la población de entonces: niños, jóvenes, ancianos y visitantes te admiraban por tu gran belleza, por tú hermosa configuración y atractiva estructura, única en tú ambiente y ubicación en que estaba; parecía una pintura del romanticismo clásico. Nadie más que tú en la pequeña ciudad de entonces era tan hermosa “Vieja Casona de los Bacases”. Era una rosa en el jardín de la ciudad. El que te conoció de joven, jamás iba a pensar que cambiarías tanto de rostro y cuerpo ¡Que diferente te ves hoy en día!

Así es la vida, según pasa el tiempo, nos vamos poniendo más viejos, los años nos pesan, las canas y las arrugas nos invaden, por eso los años te han convertido en una anciana casi ciega y paralítica de los dos pies, sin esperanza de mejorar de la enfermedad que te está consumiendo lentamente.

Creo “Vieja Casona” que lo que voy a redactar a seguida en nada te faltaré el respeto. Pues es importante decir el porqué del apodo de los “Bacases”, tús dueños.

Según cuenta la tradición la familia Michelen, estaba compuesta por varios miembros los cuales solían comprar una banda de carne de res y en un santiamén se la comían. De ahí el sobrenombre o apodo de “Los Bacases”, por tanto el tuyo, “La Casa de los Bacases”.

Era el año 1922, es decir, diez (10) años después de haber levantado el primer nivel, cuando tú dueño llamó nuevamente a Mosié Prince, para continuar la obra, la segunda planta, necesitaba más habitaciones, en razón de que la planta baja en su mayoría era para la tienda, todavía está, antes con Nicola y Doña María, ahora con George e Ivón. Con la segunda planta te veía más hermosa todo tu cuerpo de arriba abajo fue construido de madera del país; roble y carocali te conformaban, incluso los pisos y las escaleras.

Las puertas unas veinte o más y las ventanas otras tantas que cuando se abrían en horas de la mañana, parecían una rosa al abrir sus pétalos o una mata de laurel al extender sus grandes ramas. Tus colores preferidos fueron siempre y aún los han sido el amarillo y el rojo encendido, nunca lo ha variado desde que te conozco te ha vestido así. Recuerdo que en tú casi cien años, haberte vestido así, es una de tús características que te ha distinguido toda tu vida.

Vieja Casona, los años te han pasado, estás muy vieja y destruida, dentro de poco cumplirás cien años, es decir, tú primer centenario. Te ves cansada y enferma, muy enferma, tal vez por el cáncer que te está consumiendo poco a poco y no hay médicos ni enfermeras que vayan en tu auxilio para mejorar tu destruida salud.

Es posible, vieja Casona, que si no te socorren a tiempo, sino aparece un facultativo o un médico cancerólogo que te de la mano, mueras de un momento a otro, ante la indiferencia de la sociedad que te vió nacer y crecer.

El cáncer que padece ya no tiene cura, te ha afectado todo el cuerpo, el dolor y los sufrimientos que padeces te han consumido, de un momento a otro morirás y caerás de rodillas, sin fuerzas ante el suelo que te vió nacer.

El pueblo entero lamenta tu situación pero no puede hacer nada por ti, las autoridades municipales encargadas de ofrecerte apoyo y salud, no han ido en tú ayuda, nunca han hecho nada por ti.

Si un día cualquiera muere como ha de esperarse, George, Ivon, José y Manuel, quedarán sin hogar, ya no abrirán las puertas, la tienda ni las ventanas. Rogale al Todo Poderoso que si tú llega a caer de rodillas ante la ciudad que te vió nacer, no afecte a ninguno de tus herederos.

George, Ivón, José y Manuel, tus herederos, al igual que el pueblo sufren en carne propia tú estado de salud.

Los sanjuaneros humildes los que nada pueden hacer por ti, sufren profundamente por la enfermedad que padece y no ven ninguna mejoría. También ellos lamentan tu tristeza, la melancolía, el dolor y los sufrimientos que tú sufres producto de tan larga enfermedad y sin esperanza ninguna de mejoría.

Los ensalmos, los tés caseros ni las oraciones en tú nombre han bastado para lograr tu mejoría. Tampoco han mejorado tú salud, los bebedizos que desde que caíste enferma te han dado los hechiceros del patio. Todo ha sido inútil, no sabemos que hacer para salvarte de esa fatal enfermedad.

Jamás quisiéramos verte morir, o caer de rodillas ante la tierra en que naciste, pero si la Divina Providencia así lo quiere, nos resignaremos a ello y cumpliremos con su mandato.

De lo que tú debe estar segura “Vieja Casona”, que si muere el pueblo de San Juan entero participará en tus funerales.

En tu velorio y en los funerales toda la población participará en señal de duelo llevará una cinta color negro en su brazo izquierdo, las mujeres irían vestidas de negro, el carro fúnebre que llevará tu cadáver, el ataúd hacia la catedral San Juan Bautista en donde haremos una misa de cuerpo presente en tú memoria iría lentamente por la avenida independencia, tocando música clásica. En la misa al concluir, George e Ivón darán las gracias a todos los presentes, Monseñor, que la ofició, se refirará a ti Vieja Casona, habló de tus bondades y servicios en la vida.

Camino al Campo Santo, tú morada final, la Banda de Música Municipal irá tocando música fúnebre “La quinta sinfonía de Baeethoven”.

Ese día vieja Casona en todo el espacio de la calle, un profundo silencio cundirá. Las personas desde su vivienda lanzarán un jarro o vaso de agua en tú honor, con el fin de que te vayas fresca a morar con el Señor.

En el cementerio, antes de cerrar el nicho y ver por última vez tú rostro desfigurado, un humilde hombre del pueblo llamó la atención de los presentes y dijo ¡ha fallecido una gran señora quien fuera madre y ciudadana ejemplar, la sociedad Sanjuanera está de luto por su muerte. “Vieja Casona”, tú que embelleciste y diste alberque durante muchos años a sanjuaneros y extranjeros, hoy te vas a morar con el Señor para la eternidad! Y se despidió diciendo:

¡Vete con Dios y en paz Vieja Casona!

FIN…

1 comentario:

  1. Excelente...

    Que bueno saber que todavía existen personas como usted en San Juan de la Maguana, me encantan leo todos sus artículos...

    YESICA MATEO
    Desde España...

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