jueves, 2 de diciembre de 2010

Minerva, Patria y María Teresa, Trinitarias ellas tres

Por: Leo Oviedo
El Autor es Vice Ministro de Cultura y poeta

Un amplio consenso, como para sorprenderse, existe en República Dominicana en torno a Minerva, Patria y María Teresa, las hermanas Mirabal, y su rol protagónico en el ejercicio político-patriótico que desencadenó en la decapitación del régimen tiránico de Rafael Leonidas Trujillo Molina, quien permaneció en el poder treinta y un años.

Minerva, Patria y María Teresa, las muchachas de Salcedo, son consideradas mártires de un régimen oprobioso, sin escrúpulos y sin límites a la hora de perseguir, hasta matar sus oponentes. No importa el lugar de residencia, sea en una de nuestras provincias o en el exterior.

Un perfecto sistema de inteligencia y/o caliesaje con dispositivos dignos de cualquier serie de Sherlock Holmes. Esto le confiere a Trujillo el control del mínimo detalle de la intimidad de los ciudadanos dominicanos y extranjeros, residentes en el país.

Si poderoso es su mando político-militar, su respaldo intelectual es más que sorprendente. Este régimen arrodilló a una pléyade de intelectuales a los cuales puso a su servicio.

El país es una propiedad privada del tirano, incluyendo hogares y mujeres. No obviemos, sin embargo, que muchas familias en su afán de obtener riquezas, poderío y ventajas personales, le ofrecen a sus hijas más bellas a Trujillo y que muchas mujeres de la “gran sociedad le entregan lo mejor de su honra y el privilegio de sus emociones al “primer hombre de la nación”; todo esto como para reforzar el mito de tocar al “macho” y probar de la fuente de sus misterios; así entre cama y cama saborear el placer de la energía y capacidad de maniobra cabaretera como amasijo de poder: “Que se sepa en la ciudad que esa es una mujer de El Jefe”.

Las hermanas Mirabal toman un camino distinto, desafiando el peligro, desafiando la muerte, claro sí, derrotando el miedo.

Minerva, no sólo líder del grupo trinitario que espontáneamente componen como hermanas de la familia Mirabal, sino que cuenta con el reconocimiento en la región Norte y en la capital, incluso realiza contactos con los miembros de la organización clandestina: Juventud Democrática.

Enero, 1959, es la fecha cuando en torno a la concepción y liderazgo de Minerva se funda un Movimiento de Liberación de Democrática, en el que participan Manolo Tavarez Justo, Leandro Guzmán y un puñado de jóvenes antitrujillistas; organización que tras el desembarco y martirologio de los héroes del 14 de junio, adoptó el respectivo nombre.

Trujillo reacciona desatando contra las Mirabal y sus esposos una ola de persecución y apresamientos, que culmina con la muerte de éstas, aquél 25 de noviembre de 1960, cuando realizan junto a su chofer Rufino Martínez su último viaje a la cárcel de Puerto Plata, el que fue su viaje a la muerte.

Trujillo ya lo había intentado en otras ocasiones; sus subordinados habían evadido tal ocurrencia. Nadie se quería “echarse esa vaina encima”. Johnny Abbes se inventa un viaje al exterior. El Jefe se esmera en ordenar tajantemente que ese crimen debe ejecutarse.

El asesinato de las hermanas Mirabal no sólo consternó a la República Dominicana, sino a nivel internacional, lo que generó un repudio colectivo contra el régimen, proceso que se agrava hasta la ocurrencia de la muerte del sátrapa el 30 de mayo de 1961 en la George Washington.

Cincuenta años después la nación recuerda con una veneración a estas tres hermanas como tres trinitarias duartianas. Se les aprecia como mártires dotadas de una pureza singular y se le dispensan numerosos homenajes en toda la geografía nacional.

Me preocupa, sin embargo, que estando contestes de que la razón fundamental del asesinato de las mismas fue de naturaleza política, las actividades de conmemoración están derivando en iniciativas identificadas con la violencia de género, incluso intrafamiliar, en correspondencia con la resolución que determina la ONU en diciembre del 99, cuando declara Día Internacional de Erradicación de la Violencia contra la mujer.

Independientemente del valor que conlleva esta campaña para la humanidad, lo cierto es que en República Dominicana debemos trabajar como lección histórica para la actual y futuras generaciones, el ejemplo de patriotismo, valentía y capacidad de sacrificio de estas tres dominicanas.

Iniciativa tan puntual en momentos como éstos cuando nuestra sociedad vive una crisis de valores y cada vez se enhiesta la bandera del ascenso social y la adquisición del dinero fácil.

A nuestro entender, Trujillo no tuvo una política de persecución y muerte distintiva de género, sino política y criminal frente a sus críticos u opositores.

Al cumplirse cincuenta años de su muerte o su tránsito a la eternidad, recordemos a las hermanas Mirabal como un valioso premio a la dignidad, la honestidad, la valentía y el desprendimiento, sobrepuesto a las ambiciones personales.

¡Admiración colectiva a estas mujeres, lujo de la patria, trinitarias ellas tres!

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